viernes, 26 de febrero de 2016

HISTORIAS SOBRE VIAJES EN EL TIEMPO ( I )


Los viajes en el tiempo están de moda en la actualidad, ya sea por libros, películas, series o cómics, todos conocemos historias relacionadas con esa posibilidad.

Pero ¿se han llegado a producir estos viajes? o mejor aún, ¿se están produciendo?

A lo largo de estos posts voy a contar increíbles historias sobre viajes y viajeros temporales, algunas claros "fakes", otras muy confusas las cuales ni confirmo, ni desmiento. Esa tarea se la dejo a ustedes queridos lectores, lean y saquen sus propias conclusiones.

La primera historia que traigo es posiblemente la más famosa de los supuestos viajeros en el tiempo. Se trata de la historia de John Titor. Este personaje entra en escena entre el año 2000 y el 2001 mediante algunos posts en foros relacionados con las teorías de los viajes temporales.

En ellos afirmaba que procedía del año 2036 y desvelaba algunas predicciones para el futuro cercano, como una 3ª Guerra Mundial que ocurriría en el año 2015. Describió un futuro cambiado drásticamente en donde Estados Unidos se ha dividido en cinco regiones más pequeñas, el medio ambiente y las infraestructuras han sido devastadas por un ataque nuclear, y la mayoría de las demás potencias mundiales han sido destruidas. Cabe resaltar que durante la crisis nuclear, Estados Unidos está gobernado, según sus palabras, por un «presidente de color» (presumiblemente Barack Obama).

En uno de sus primeros mensajes dijo que «el descubrimiento que permitirá la tecnología del viaje en el tiempo ocurrirá en el 2001, cuando el CERN haga que sus edificios entren en línea». Titor además afirmaba que era un soldado de 38 años, perteneciente a un programa gubernamental relacionado con los viajes en el tiempo y que era el nieto de uno de los desarrolladores de la tecnología que había venido a buscar.

Su misión era la de regresar al año 1975 y conseguir un ordenador IBM 5100 para usarlo, según dijo, en «editar» varios programas de computadora antiguos en el año 2036; con problemas del código de error «timeout» UNIX 2038. Es decir, algo parecido al efecto 2000.

También dijo que haría una parada en el año 2000 por «razones personales»: recoger unas fotografías de su familia perdidas en la guerra civil , que en nuestro tiempo actual (mitad de 2015) no ocurrió o está pendiente de ocurrir, según sus predicciones.

De acuerdo con sus post, dijo que «el modelo de Física-Cuántica de Everett-Wheeler» era el correcto. Este modelo, mejor conocido como el de la interpretación de muchos mundos, postula que cualquier posible resultado de una decisión cuántica realmente ocurre en un «universo separado». Afirmó que es por eso que la paradoja del abuelo no debería de ocurrir; siguiendo la lógica del argumento, Titor podría matar al abuelo de otro John Titor en una línea de tiempo diferente a la de él, y entonces él mismo no se veía afectado. Según las palabras del propio Titor:

"la paradoja del Abuelo es imposible. De hecho, todas las paradojas son imposibles. La teoría de Everett-Wheeler-Graham de los múltiples mundos es la correcta. Todos los estados posibles del Quanta, eventos, posibilidades y resultados son reales, eventuales y están ocurriendo. Las oportunidades de que todo ocurra en cualquier lugar en algún momento en el Superverso es del 100%" .

 Titor anunció su partida a su “mundo”, en la primavera del 2001 y por aquel entonces era bastante conocido y sus defensores argumentan que sus pruebas son ciertas basándose en que hay varias lineas temporales, y lo que le ocurrió al protagonista es diferente en nuestra linea temporal.

Pero su historia sigue generando muchas dudas como por ejemplo, como es posible que el ejercito de los EEUU tenga el suficiente potencial para hacer una maquina del tiempo, pero no puedan crear una replica de esa computadora obsoleta por la que mandaron a Titor al pasado. Otra duda es el problema que su misión solucionaría puesto que eso resuelve el efecto 2000, ¿De que le iba a servir en el 2036? Así que juzguen ustedes mismos, ¿realidad o ficción?

La segunda historia aparece en el libro "Viaje en el tiempo, una nueva perspectiva" de John H. Brenan en la que se cuenta la historia de Sir Victor Goddard, un piloto de los Air Marshall en 1935. Se decide a hacer unas investigaciones sobre unas zonas que podían ser pistas de aterrizaje y a Sir Victor le encargan la misión de hacer un reconocimiento a uno de estos puntos que se encontraba cerca de Edimburgo, concretamente en Drem.

Goddard puso rumbo al campo y lo encontró muy deteriorado, lleno de grietas en el suelo donde crecía la hierba a través de la pista de aterrizaje. Las instalaciones estaban abandonadas y sin rastro de ninguna persona. Así que después de inspeccionar la ubicación, el señor Goddard cogió su avión y decidió volver por donde había llegado.

Por el camino se encontró con una tormenta muy intensa y al cabo de un rato se sintió algo desorientado, así que decidió dar media vuelta y volver a la zona que había inspeccionado con anterioridad para reubicar su ruta. Al cabo de una hora mas o menos, al llegar a la zona se encontró con algo muy extraño. Esa pista de aterrizaje se encontraba en perfectas condiciones y la tormenta había pasado dejando un brillante sol y un cielo completamente despejado. En la pista, había gente trabajando con monos azules y también varios aviones de color amarillo y plateado que no pudo identificar, a pesar de ser un piloto veterano.



Cuando al fin llegó al punto desde el que partió y se ubicó correctamente, retomó su ruta para llegar a su destino, decidiendo callar y no contar nada para que no lo tomaran por loco.

Pasados 4 años, decidió volver a ese punto en Drem y visitar aquella pista de aterrizaje. La encontró exactamente igual que en su primera visita, abandonada, muy deteriorada y con ganado alimentándose de la hierba que crecía entre las grietas.

¿Qué le ocurrió a este piloto? ¿Viaje en el tiempo? ¿Alucinación? Lo cierto es que investigando pudo reconocer aquellos aviones amarillos, concretamente era un Miles Magister, avión que se utilizó durante la 1ª guerra mundial.

El último caso de este post ocurrió en la Antártida. Varios científicos estadounidenses e ingleses realizaban unas investigaciones sobre temas climáticos. Sobre la zona polar había una gran niebla grisácea y muy espesa, parecía una mezcla entre arena y nieve. Como esa anomalía duraba varios días decidieron investigarla. Para ello, prepararon un globo meteorológico equipado con sus respectivos sistemas y aparatajes de medición e investigación al que iba atada una soga para su posterior recuperación.

Se procedió a introducir la sonda en la niebla y a las horas procedieron a su recuperación ante la cual quedaron perplejos. Al haber sido introducido, el globo marcaba como fecha el 27 enero del 2005 y al salir marcaba 27 de enero de 1965.

Los científicos creyendo que se trataba de un error se aseguraron de tener todos los datos correctos y que los aparatos funcionasen correctamente. Así que cuando estuvieron preparados volvieron a introducir la sonda en aquella neblina.

Al recuperar la sonda nuevamente se dan cuenta que sigue marcando la fecha de 27 de enero de 1965. Por supuesto se informo a todos sus superiores pero el tema quedó ahí, tapándolo y dejando olvidar el tema hasta el punto que nunca más se ha hablado de ello. Aunque es de suponer que se siga investigando aunque no sepamos o no nos cuenten sobre ello.

                                                                                                                                             Dorian Wells











Bibliografia:



jueves, 25 de febrero de 2016

CONSPIRACIÓN, PÓLVORA Y TRAICIÓN


Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora de evocarla sin dilación.
Así suena la tonadilla que hace referencia a "La conspiración de la pólvora", en la que Guy Fawkes intentó, en 1605, dinamitar el Parlamento Británico.
En el futuro, quizá sea el 24 de febrero el día que se recuerde pero, esta vez, como la fecha en la que Pedro Sánchez traicionó a la izquierda española.
Las elecciones del 20 de diciembre arrojaron unos resultados que devolvió la ilusión a millones de votantes de izquierdas hastiados de cuatro años de absolutismo del Partido Popular. Pedro Sánchez era jaleado como el hombre llamado a liderar el "Gobierno del Cambio". Tras más de dos meses de conspiraciones, mentiras, medias verdades y juegos de despiste, habrá que congratularse si al menos se llega a un cambio de gobierno.
Con el acuerdo firmado entre PSOE y Ciudadanos, la posibilidad de una coalición de izquierdas se esfuma.
Durante un tiempo, el líder socialista ha jugado con Rivera e Iglesias como el jovenzuelo que sale con dos chicas a la vez. A los dos hizo promesas y certificó su compromiso de llegar a un acuerdo pero, al igual que PP y PSOE son incompatibles, Podemos y Ciudadanos no lo son menos.
Sánchez ha elegido, al menos a priori, la opción con menos posibilidades de fructiferar. Los 130 diputados que suma la coalición rojo-anaranjada distan mucho de alcanzar una mayoría suficiente para investir al candidato socialista. Para conseguir ese objetivo deberán buscar la abstención de Podemos o del Partido Popular, a cada cual más complicada.
Rajoy sigue con esperanzas (es el único que las mantiene) de seguir como presidente de gobierno. Por mucho que Rivera le venda las virtudes del pacto, jamás colaborará para que el que ha quedado por detrás de él sea invertido.
Podemos no está mucho más cerca. La elección de Rivera por parte de Sánchez ha sido un "contigo no, bicho" en la cara de Pablo Iglesias.
Un gobierno PSOE-PODEMOS-C's está descartado por el veto de los emergentes. Uno PSOE-C's haría que al líder de la formación morada se le llevasen los demonios. Una repetición de elecciones abocaría a un resultado muy incierto y que no aseguraría el desbloqueo parlamentario.
Podemos tendrá que pensar muy mucho lo que hacer; si votar no, dejar que Sánchez fracase y buscar un acercamiento durante los dos meses restantes antes de la disolución de las cortes; o abstenerse, dejar gobernar a la nueva coalición y realizar una oposición de acoso y derribo, desde la izquierda, a la espera de un más que probable adelanto electoral.
Sea como sea, si Sánchez resulta finalmente elegido, en sus manos estará devolver a su partido a la gloria de los viejos tiempos o poner la losa que le falta para su entierro.
Imperator Caesar Cerverius

miércoles, 24 de febrero de 2016

TOUR DE FRANCIA. DEPORTE Y MEMORIA EN LOS SIGLOS XX Y XXI



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Si pensamos en la historia de Francia del siglo XX nos vendrán rápidamente a la memoria sus características leyes anticlericales; las guerras mundiales como participación militar y en las retaguardias; los años veinte con los cafés y cabarets parisinos; Charles de Gaulle; la Nouvelle vague y el estallido político y social de mayo de 1968; la vanguardia artística de los años setenta y tal vez sus vaivenes políticos durante los distintos gobiernos, desde Charles de Gaulle a François Hollande.
Así pues, la forja de la identidad francesa parece provenir del plano político y social a través de erigirse como paradigma del republicanismo, de la verdadera separación entre Iglesia y Estado y cómo no, mediante el recuerdo permanente y de las huellas y cicatrices que dejaron las guerras mundiales reflejado en los monolitos, cementerios, placas, memoriales, insignias y estatuas que jalonan cada rincón del país, cada ciudad y cada pueblo por minúsculo que sea. Pero el siglo XX es también el siglo del deporte. Desde ese deporte romántico, amateur y pionero hasta el ultra profesionalizado y mercantilizado de la actualidad. Y del mismo modo que decir deporte en Gran Bretaña o España es decir fútbol, en Francia es hablar ciclismo. Es hablar del Tour de Francia.
Creado en 1903 por Henri Desgrange, director del diario deportivo L’Auto, el Tour de Francia fue la primera carrera por etapas del ciclismo –antes ya se disputaban pruebas como la París-Brest-París (1891) o la Lieja-Bastogne-Lieja, que todavía se organiza en la actualidad en categoría profesional y cuya primera edición se celebró en 1892. Pero la verdadera importancia del Tour fue que permitió presentar a Francia como un país organizado y audaz por embarcarse en una empresa absolutamente desconocida y cuyos efectos no se podían calibrar. Los primeros ganadores de la carrera fueron ascendidos a los altares de la sociedad, venerados como héroes. Cabe señalar que en las primeras ediciones los corredores tenían prohibido el avituallamiento, recorrían en solitario carreteras adoquinadas durante más de 400 kilómetros llevando anudado en su cuerpo un neumático de repuesto –en el mejor de los casos-, otros no gozaban de tal equipamiento-. Así pues, no es de extrañar que las clasificaciones fueran caóticas y se manifestara el ingenio humano a la hora de hacer trampas como las de algunos corredores que se subían a los trenes para recorrer los trayectos de la carrera.
Visto tal despropósito el Tour estaba en una encrucijada. O desaparecía o reafirmaba su identidad. Y optó por esto último forjando su propia leyenda al añadir puertos y pasos de montaña a su recorrido. En 1905 llegaron los Vosgos. Cinco años después se subieron los Pirineos mediante una mentira telegrafiada. Los ciclistas eran ya semidioses. Los pueblos y ciudades de toda Francia se engalanaban al paso de la carrera. Y para añadir más ingredientes, ganadores del Tour como Lucien Petit Breton o François Faber fallecieron en el transcurso de la Iª Guerra Mundial. Los años posteriores, primero a través de la difusión por radio y posteriormente por televisión a partir de 1952, el Tour de Francia se convirtió no solo en un icono del deporte sino en un verdadero Patrimonio Nacional francés. Debido al paso de la carrera se mejoraron vías de comunicación, carreteras y caminos, se asfaltaron pasos de montaña, se levantaron tendidos eléctricos. Se construyeron recintos deportivos como velódromos y estaciones de esquí que celebrarían los finales de etapa de montaña. Francia  quería borrar sus huellas de la IIª Guerra Mundial y mostrarse al mundo como un país moderno y dinámico, recuperado de tal dramático suceso. Y la contribución del Tour resultó bastante importante.
La carrera era un auténtico acontecimiento social y permitía –y lo sigue haciendo- mostrar todo el rico patrimonio cultural y natural del país.  Solo así se entiende que se llegaran a reunir más de 800.000 personas en una etapa de montaña en los años sesenta; que se silbara y abucheara al primer pentacampeón francés Jacques Anquetil y que se alabara a su máximo rival, el desafortunado Raymond Poulidor, creando una enemistad que trascendió más allá de lo deportivo. Además, ese carácter francés revolucionario contra lo tiránico se manifestaría en 1975 cuando un espectador, harto del dominio de Eddy Merckx en el Tour le propinó un puñetazo en el costado durante la subida al Puy de Dôme. Pero todo acabó bien. Esa edición la ganó un francés. Y en los años ochenta la hegemonía gala aún se mantendría hasta 1985. Desde entonces ningún corredor de dicha nacionalidad ha vuelto a vencer en la carrera, ejerciendo una presión asfixiante sobre cada joven promesa y viendo cómo se producía durante los años noventa y en el siglo XXI una mayor internacionalización del Tour a través del mercado anglosajón y sufriendo –o tolerando tácitamente- el uso y abuso del dopaje.
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El Tour es un reflejo de los recuerdos y la memoria de la historia del siglo XX de Francia. Así se explica que la edición del año 2003 se iniciara en París como la primera; que en 2005 se pasaran los Vosgos como un siglo antes; que en el Tour del año 2010 se festejara el centenario de la subida al Tourmalet en los Pirineos o que en 2014 la carrera hiciera un homenaje a la Iª guerra mundial, pasando por ciudades tan significativas de la contienda como la belga Ypres o por los antiguos frentes de las batallas de Verdún y del Somme así como por los memoriales de la guerra. Pero también se rememorará a la IIª guerra mundial, ya que en la edición de este año la primera etapa finalizará en uno de los escenarios bélicos más conocidos del siglo XX, la playa Utah del desembarco de Normandía.

                                                                                                                                                       -Olof.



lunes, 22 de febrero de 2016

TENSIONES EN ITALIA. VICTORIAS EN FRANCIA.

Tras el derrumbe –que no desaparición- del fascismo ejemplificado en la República de Salò y la derrota en la IIª guerra mundial, Italia afrontaba un convulso presente y un dudoso futuro a finales de la década de los años cuarenta. Los grupos políticos antifascistas que habían luchado en la clandestinidad formaron un Comité de Liberación Nacional que resultaría el pilar fundamental a la hora de formar gobierno tras la dimisión del mariscal Badoglio. La monarquía, a pesar de su colaboración con el régimen de Mussolini, se prestó enseguida para seguir como la columna vertebral del nuevo sistema político pero un referéndum celebrado el 2 de junio de 1946  decretó la abolición de la realeza italiana. Y como si fuera algo perenne, se puso de manifiesto la división entre el norte (la mayoría optó por la república) y el sur (partidarios de la monarquía).
Y esa partición también se iba a reflejar en el plano político. Con la principal existencia de tres partidos –la Democracia Cristiana, el Partido Socialista Italiano y el Partido Comunista Italiano-, el sistema electoral establecido según la nueva Constitución de 1947 facilitaba la representación de las minorías  lo que provocaba lógicamente la dificultad de formar gobiernos estables. Harían falta coaliciones múltiples y complejas entre partidos cuyas políticas no iban a converger, tal es el caso de la Democracia Cristiana de Alcide de Gasperi y el Partido Comunista de Palmiro Togliatti, quien llegó a ocupar el Ministerio de Justicia y fue Vice-Primer Ministro entre 1945 y 1946 en el Gobierno dirigido por de Gasperi. Aún así, los gobiernos de coalición se resquebrajaron de forma inmediata. De una manera similar a lo ocurrido en Francia con el PCF de Thorez, todos los ministros comunistas italianos fueron cesados de sus cargos durante la crisis de mayo de 1947. Esto originó unas enormes tensiones sociales que empujaron al PCI junto a los socialistas italianos a confluir en un Frente Democrático Popular que obtuvo en las primeras elecciones de la República de Italia un 30,98% de los votos, por detrás de la Democracia Cristiana con el 48,51%.  Y para echar más leña al fuego, el 14 de julio de 1948 Togliatti sufrió un atentado a manos de un pistolero fascista que casi acaba con su vida. Enseguida, enardecidos, los italianos salieron a las calles en una de las manifestaciones más masivas del siglo XX. El país parecía derivar en una peligrosa espiral de violencia y polarización social y política que podía acabar en una guerra civil.
Pero de Gasperi tenía un as en la manga. Un ciclista.

Si en Italia se vivían momentos de tensión y desmembración, en el mundo del deporte también pasaba algo similar. Y el deporte más importante en ese momento junto al fútbol era el ciclismo. Por un lado estaba Gino Bartali (1914-2000), ganador hasta ese momento del Giro de Italia en los años 1936, 1937 y 1946 y del Tour de Francia en 1938. La guerra le había imposibilitado el obtener un mayor palmarés y había sido utilizado por la dictadura de Mussolini como el paradigma de la grandeza de Italia puesto que había derrotado a los franceses en su propia carrera. Pero Bartali, conocido como «El fraile volador», ferviente católico y votante de la Democracia Cristiana, era mucho más. Durante la IIª guerra mundial participó activamente en una red dirigida por Giorgio Nissim que permitió salvar la vida a 800 judíos llevando pasaportes y documentos falsificados escondidos en el tubular de su bicicleta a las abadías y monasterios toscanos. Cuando soldados o policías le paraban por los caminos de la Toscana siempre ponía la excusa de que estaba entrenando. Los carabineros siempre sospecharon que Bartali estuvo involucrado en alguna organización clandestina, pero su fama era tal que nunca llegaron a detenerlo. Incluso circuló por Italia una leyenda sobre su aura salvadora. Terminada la IIª guerra mundial, un vecino y amigo suyo llamado Antonio Davitti explicó que cuando llegó al campo de concentración de Dachau en 1943 un oficial alemán se interesó por él al conocer su origen toscano. Tras unos minutos de conversación le preguntó si conocía a Gino Bartali y Davitti le explicó que no solo le conocía, sino que llevaba una foto dedicada del corredor. El oficial nazi le instó que se la diera y a cambio le ofreció papel y lápiz para que escribiera el nombre de veinte presos. Días más tarde Davitti y los elegidos fueron enviados a trabajar a una fábrica.
Y por otro lado estaba Fausto Coppi (1919-1960). «El espectro temible» como lo llegó a bautizar el semiólogo Roland Barthes o «campionissimo» según la afición italiana, había vencido en el Giro de Italia de 1940 antes de que la guerra interrumpiese casi toda la actividad ciclista. Tras participar en la contienda enrolado en la División Ravenna y ser apresado por tropas británicas en África, retomó la actividad del ciclismo profesional con una determinación enorme, que le consagraría como uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos. Bartali y Coppi representaban las dos concepciones existentes en ese momento en Italia. Gino era un católico practicante que portaba siempre una medalla de la Virgen en su cuello durante las carreras y amigo personal de Alcide de Gasperi. Fausto era todo lo contrario. Cercano a posturas socialistas, declaró públicamente en 1952 su agnosticismo y al año siguiente, mientras estaba casado con Bruna Ciampolini desde 1945, mantuvo una relación con Giulia Occhini conocida como «la Dama Blanca» y mujer de un ferviente admirador suyo. Su relación extramatrimonial causó una auténtica conmoción social en Italia e incluso el papa Pío XII condenó tal hecho. Fausto se separó de su mujer en 1954 pero Giulia fue acusada de adulterio por su marido y encarcelada. A Coppi se le retiró el pasaporte. Finalmente, la pareja pudo huir a Argentina donde nacería su hijo Faustino.
Pero volvamos a 1948. Italia vivía momentos de enormes tensiones sociales y políticas tras el intento de asesinato de Togilatti. Al día siguiente del suceso de Gasperi tomó una decisión y llamó a su amigo Bartali:
-Le ruego que haga algo. Sólo usted puede salvar el país.
Pero Gino tenía ante sí un reto casi imposible. El líder era el francés Louison Bobet, quien le aventajaba en 21 minutos. Aún así, la etapa del 15 de julio del Tour de 1948 iba a suponer un doble desafío para Bartali. Por un lado ganar la etapa e intentar recortar algo de tiempo. Por otro no decepcionar a de Gasperi y dar un poco de tranquilidad al pueblo italiano. La etapa conducía a los ciclistas desde Cannes hasta Briançon, atravesando los Alpes mediante puertos tan duros como Allos, Vars y el temible Izoard, con su cumbre a 2.361 metros de altitud. Así que Bartali, como si fuera una auténtica orden gubernamental, destrozó a todos sus rivales sin notar el cansancio ni la intensa nevada que caía en la cumbre del Izoard y que obligó a muchos ciclistas a poner pie a tierra y ascender los últimos kilómetros andando. En meta, redujo a 3 minutos la diferencia con Bobet por lo que se convirtió en el máximo candidato a ganar la carrera.
Su hazaña tuvo un impacto inmediato en Italia y de hecho llegó a interrumpir una intensa y acalorada sesión del Parlamento en la que se discutían las consecuencias del atentado sufrido por Palmiro Togliatti. Alcide de Gasperi pidió silencio y pronunció las siguientes palabras:
-Señores. Se acaba de producir una noticia de trascendentales consecuencias. ¡Una gran noticia! Bartali ha ganado la etapa del Tour.
Al día siguiente, en otra etapa de montaña de 263 kilómetros entre Briançon y Aix-les-Baines, Bartali se aupó al liderato de la general mientras ascendía en solitario la Croix de Fer. Y volvería a ganar dos etapas más que le permitieron convertirse en el vencedor final del Tour de Francia de 1948 con 34 años. En esa edición aventajó en 26 minutos y 16 segundos al belga Schotte y en 28 minutos y 48 segundos al galo Lapébie. Bobet, el ciclista que tenía una ventaja de 21 minutos sobre Bartali en la mitad de la carrera, acabó cuarto a 32 minutos y 59 segundos.
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Su hazaña en esa etapa, así como su triunfo final, contribuyó a que se redujeran las tensiones sociales y políticas de una Italia al borde de una plausible revolución social. De esta manera se refirió Guilio Andreotti, político de la Democracia Cristiana y Jefe de Estado italiano en tres ocasiones: "Decir que la guerra civil se evitó por una victoria en el Tour de Francia es sin duda excesivo, pero es innegable que en ese 14 de julio de 1948, día del ataque a Togliatti, Bartali contribuyó a aliviar las tensiones."
Y el propio Bartali señaló años más tarde que: “No sé si salvé a la patria, pero cuando menos devolví la sonrisa a mucha gente.”
Y si ese momento supuso un freno a posibles revueltas sociales, no menos significó la materialización deportiva de la unión de las dos italias, la católica y de centro derecha de Gino Bartali y la agnóstica y socialista de Fausto Coppi. Ambos ciclistas ascendían el durísimo puerto del Galibier del Tour de Francia de 1952 en el transcurso la etapa undécima entre Le Bourg d’ Oisans y Sestrières. Coppi, unos centímetros por delante, le entregaba un bidón de agua a Bartali. En Italia se escribieron libros sobre quien bebió primero y aún hoy se desconoce a ciencia cierta quién hizo tal gesto, aunque algunas fuentes apuntan a que fue Coppi quien ofreció su agua a Bartali. Esta fotografía trascendió el mundo del ciclismo y adquirió un verdadero significado político y social al mostrar la reconciliación de los dos mayores iconos que representaban a las ideologías predominantes en Italia en ese momento.
Lo que no había logrado la política lo logró el Tour de Francia.

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-Olof.

viernes, 19 de febrero de 2016

IMPERATOR CAESAR...


"Locura y grandeza son dos caras de la misma moneda y, cada vez que un Targaryen nace, los dioses lanzan la moneda al aire y el mundo aguanta la respiración para ver de qué lado caerá".
Los lectores de la saga épica "Canción de hielo y fuego" conocerán bien esta leyenda. Los emperadores romanos podrían haber seguido el mismo sistema.
Tras la muerte de Julio César, las aguas volvieron a su cauce (en cuanto a gobernación se refiere) en Roma. Pero el mundo había cambiado y ya no valían las mismas reglas.
Poco tiempo después, Marco Antonio, Marco Emilio Lépido y Cayo Octavio (sobrino nieto de César y su heredero e hijo adoptivo a título póstumo) formaron un pacto por el que establecían una nueva forma de gobierno, el Triunvirato, por el cual la República quedaba dividida en tres partes, siendo gobernadas por cada triunviro independientemente.
Años más tarde, con Lépido ya fuera de escena, las rencillas personales entre Marco Antonio y Cayo Octavio derivaron en una guerra civil que terminó con el heredero de César como vencedor.
Como único gobernante, César Octavio (que era como se le conocía por aquel entonces) recibió del Senado el título de "Augusto" y se le instó a tomar las riendas de la Nación. Fue así como nació el Imperio.
El título que hoy conocemos como "Emperador" es una denominación moderna a una figura que acumuló varias funciones de la época republicana. Las más importantes fueron: poseer imperium maius (Comandante en Jefe del Ejército), asumir la tribuni potestas (poder de los tribunos de la plebe y capacidad para juzgar), ser elegido Pontifex Maximus (máxima autoridad religiosa) y Princeps Senatus (líder del Senado).
No obstante, se siguieron eligiendo el resto de las magistraturas, pudiendo el emperador ejercer el consulado voluntariamente.
Aún así, la conversión en Imperio no fue una vuelta a la monarquía (anterior a la República). El título no era hereditario. Por lo general, el emperador designaba a su sucesor, pero el nombramiento debía ser ratificado por el Senado.
Desde la asunción del puesto por parte de César Octavio, hasta la caída del Imperio Romano de Occidente, en el 473 d.C, se sucedieron un buen número de emperadores. Los cinco primeros fueron adoptados por sus predecesores. Por ello el nombre de "César" fue arrastrándose de emperador en emperador, de padre a hijo.
Tras la muerte de Nerón, sin sucesor designado, el Imperio entró en una guerra civil, en lo que se conoce como "el año de los cuatro emperadores". Vespasiano, que salió triunfante, fue el primero en utilizar el nombre de "César" ligado al título. El término Imperator hacía referencia al poseedor del imperium (el mando militar).
Tal cantidad de poderes concentrados en una misma persona podían hacer prosperar al Imperio, en el caso de gobernantes capaces, como el periodo de "los cinco buenos emperadores" (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pio y Marco Aurelio), o ser algo muy peligroso si caía en manos como Nerón, Calígula o Domiciano que, según las fuentes clásicas, abusaron del poder y llevaron a cabo tremendas fechorías.
Tras la muerte de Alejandro Severo, último emperador "político", sobrevino lo que se conoce como "la crisis del siglo III". Luchas de poder entre los generales de las legiones en la búsqueda de llegar a la dirección del Imperio. De esta forma se sucedió un periodo en que ningún emperador duró más de año y medio en el puesto.
Todo se estabilizó en el 284 d.C. con la llegada de Diocleciano al poder. Por aquel entonces, el Imperio era una bestia inmensa, difícil de gobernar. Diocleciano plantó el germen de lo que luego sería la división entre oriente y occidente. Creó un nuevo sistema de gobierno, la "Tetrarquía", partiendo el territorio en dos y nombrando un co-emperador. Cada emperador designó, a su vez, a un sucesor y le encomendó tareas de gobierno. De esta forma, se mantuvo el título de "Augusto" para los dos emperadores y "César" para los dos sucesores.
El Imperio se dividió definitivamente en el 395 d.C.
Tras un siglo sin conflictos en las fronteras y la consecuente falta de experiencia de las legiones, movimientos migratorios que venían del norte hicieron que los límites del Imperio se rompiesen y que los visigodos y los vándalos llegasen a Roma, saqueándola y estableciéndose en territorios imperiales.
En el 473, el jefe hérulo, Odoaco, depuso a Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente.
El Imperio Romano de Oriente (rebautizado como Imperio Bizantino) aguantaría hasta el 1453, con la toma de Constantinopla por parte del Imperio Otomano.
Con la caída de Roma y la deposición de Rómulo Augústulo acabaría la historia, de más de 1200 años, en que una pequeña ciudad, nacida a orillas de una ciénaga, dominó el mundo conocido.

Imperator Caesar Cerverius







Bibliografía:
GIBBON, E. (1776-1788). Historia de la decadencia y caída del Imperio romano.
MCCULLOUGH, C. (2002). El caballo de César.
MCCULLOUGH, C. (2007). Antonio y Cleopatra.
SUETONIO (121). Vidas de los doce Césares.

lunes, 15 de febrero de 2016

ESQUIZOFRENIA PRESIDENCIAL


Y el Señor dijo: "Que tu mano izquierda no sepa lo que haces con la derecha". Y Don Mariano, que es muy católico, le hizo caso. No se puede entender, si no, la serie de movimientos contradictorios que está efectuando en los últimos tiempos el Presidente.
Si bien un día decide hacerse a un lado, declinando la investidura e invitando a Pedro Sánchez a intentarlo, al otro sale diciendo que el PP ha sido el partido ganador en las elecciones y que no contempla otra posibilidad que la de formar gobierno.
Si bien reprocha al líder socialista que hable con todos los portavoces excepto con él (en su ronda de negociaciones), cuando éste le concede una entrevista, Don Mariano expresa que no sabe de qué van a hablar.
Si bien un día se deshace en elogios para con el PSOE, en busca de "la Gran Coalición", al otro se niega a estrecharle la mano a su secretario general.
Si bien un día declara tolerancia cero con la corrupción, en una reunión con el Grupo Parlamentario Popular, al otro blinda el aforamiento de Rita Barberá (en el caso de nuevas elecciones) colocándola en la Comisión Permanente del Senado.
¿Qué le ocurre al Presidente? ¿Qué extraños sucesos ocurren en su cabeza? ¿Es, quizá, víctima de diferentes asesores que, como pequeños ángeles y demonios, le susurran al oído diferentes consejos? ¿Es, quizá, una muestra del cansancio al que está sometido al dirigir un circo en el que no dejan de crecerle los enanos?
Puede que sí que le haya llegado el momento final de echarse a un lado permanentemente y que sea otro compañero de partido el que dé la pelea (si es que todavía hay alguna pelea que dar).
De esta manera, si bien ha sido un presidente mediocre durante cuatro largos años, demostraría cierta dignidad al hacer las maletas y volverse discretamente a su Pontevedra natal.

Imperator Caesar Cerverius

sábado, 13 de febrero de 2016

ÚLTIMA HORA: Einstein sigue teniendo razón después de 100 años.



El equipo del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés) confirmó el jueves que había conseguido detectar ondas gravitacionales, cuya existencia había predicho Einstein hace 100 años pero indemostrables hasta el momento.

Las ondas gravitacionales son curvaturas del espacio-tiempo provocadas por grandes fenómenos cósmicos como un choque entre dos agujeros negros. 

Era el único elemento de la teoría de la relatividad de Einstein que faltaba por demostrar, así que podemos decir que es una fecha histórica. Este descubrimiento podría abrir un campo totalmente nuevo para la comprensión del universo, pudiendo así llegar a entender como se crean los agujeros negros y los chorros de rayos gamma.

El mismo día del descubrimiento, el físico británico Stephen Hawking lo calificó como un "hallazgo que revolucionará la astronomía".

Ya corren rumores de premio Nobel por este gran logro para miembros de LIGO, liderado por los institutos tecnológicos de California y Massachusetts (Caltech y MIT) y cuyo director ejecutivo es David Reitze.

                                                                                                                                                  Rycumato

jueves, 11 de febrero de 2016

LA MARIPOSA NEGRA (Parte III)


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Habíamos constatado que, en lo que concierne a la extrema derecha española, la década de los noventa fue un periodo dominado por el auge y consagración del neonazismo a nivel social y cultural, pero nunca llegó a trasladar su crecimiento exponencial al plano político. Sus actividades tuvieron ese carácter sociocultural y lúdico consistente en la realización de conciertos como los celebrados en polígonos como en Cuarte de Huerva o Zaragoza, acampadas, edición de libros, pasquines y panfletos o venta de ropa. Además, fue muy frecuente la presencia de destacados neonazis de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia o del área balcánica en nuestro país, para estrechar lazos de convivencia, coexistencia o en actos de hermanamiento que ellos mismos se encargaban de publicitar. Lo que resultaba intocable para todas las organizaciones de cualquier país eran sus postulados doctrinarios basados en el antisemitismo, el anticomunismo, el rechazo a la democracia y a todo tipo de inmigración, la negación del Holocausto, la adoración por la figura de Hitler, la supremacía de la raza aria y el uso legítimo de la violencia como "combate en las calles" e incluso como rito de iniciación.
Pero la principal actividad del neonazismo en España, o al menos la más visible, fue sin duda su presencia en los campos de fútbol, y no en las categorías inferiores, sino en Primera División. Si los años ochenta supusieron el auge de estas organizaciones, el decenio siguiente fue el de su consolidación a nivel de organización y también por el aumento del número de miembros, puesto que se dio entrada a un sector joven muy radicalizado que constituía la base en la pirámide ultra. Los fundadores de los años ochenta pasaron a ser dirigentes de la masa juvenil más violenta, los "cachorros". Estos eran la punta de lanza en las actividades violentas, los primeros y más dispuestos en empuñar un bate de beisbol, un puño americano o una navaja de mariposa cuando se organizaban encuentros con ultras rivales, con personas relacionadas con el antifascismo radical o simplemente con quien tenía la mala suerte de tropezar con ellos por la calle o en un parque. O simplemente aguantarles la mirada. Y esa visibilidad en los estadios iba acompañada de una sensación de impunidad y de connivencia por parte de los equipos. El antiguo dirigente del Sevilla, José María del Nido proviene del ambiente ultraderechista, concretamente de Fuerza Nueva, donde su padre ocupaba un cargo muy relevante dentro del partido en la capital andaluza. De hecho, Del Nido hijo participó en la brutal agresión a un estudiante de la Universidad Laboral de Sevilla. La víctima sobrevivió en primera instancia pero con graves secuelas físicas y neurológicas. Posteriormente, pondría fin a su vida suicidándose. Otros hombres del fútbol, especialmente presidentes del Real Madrid como Ramón Mendoza, Lorenzo Sanz o Florentino Pérez -en su primera etapa- facilitaron la presencia y otorgaron un gran poder a Ultra Sur al permitirles un libre acceso al Santiago Bernabéu, librarles de los controles de seguridad -en algunas ocasiones accedieron con navajas y pistolas- o dejarles revender entradas, que significaban un beneficio económico para la organización ultra. Enfrente, la directiva del Atlético de Madrid mostraba la misma actitud. El Frente Atlético exhibía orgulloso pancartas de estética nazi o franquista con la pasividad del propio club y de las autoridades. Hasta que sus agresiones y actividades se hicieron visibles y se tomó conciencia de su organización violenta. Fueron miembros de Bastión -el sector más radicalizado- quienes mataron a finales de 1998 a Aitor Zabaleta, seguidor de la Real Sociedad en los aledaños del Vicente Calderón. Su asesinato puso el foco en el problema de los ultras en el fútbol, pero se reveló que el tema era más grave y complejo. Se había dejado actuar a la extrema derecha más violenta impunidad policial y judicial. Nuevamente, hasta que no hubo un muerto no se actuó.
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Y si bien el neonazismo mostraba su fuerza en las calles, se pusieron de manifiesto los problemas latentes en el seno de su organización. Las bandas más importantes de España (Hammerskin y Blood&Honour) pugnaban por hacerse con la primacía del nazismo en España, por lo que las agresiones entre sus miembros también fueron frecuentes a finales de los noventa. En pocos años, esa juventud que mostraba su estética skinhead con orgullo por las calles se vio obligada a vestir con ropa más común o casual -algo que también hicieron los cabecillas neonazis tras ser detenidos y cumplir condenas de cárcel principalmente por tráfico de drogas, extorsión o posesión ilegal de armas-.
Por tanto, la muerte de Aitor Zabaleta fue el inicio de la persecución policial y judicial,  con eco en los medios de comunicación, de los ultras en el fútbol español, permitiendo su arrinconamiento deportivo y social. Aunque no fue nada fácil puesto que no estaban dispuestos a perder su poder dentro de los estadios y recurrieron a chantajes y extorsiones a presidentes de clubes de fútbol. Un buen ejemplo pueden ser las pintadas amenazadoras en la casa de Joan Laporta, máximo dirigente del Fútbol Club Barcelona que vetó la entrada de los ultras Boixos Nois al Camp Nou. Esta medida fue seguida por otros equipos que si bien no erradicaron la presencia de los ultras sí que llevaron a cabo controles más exhaustivos, como el Real Madrid, el Atlético de Madrid o Espanyol. Con la identificación del problema y tomando medidas por parte de la policía y de jueces como se había hecho en Inglaterra con el problema del "hooliganismo", el neonazismo quedó bastante tocado en los primeros años de la década del 2000. Pero su arrinconamiento no supuso su desaparición. Simplemente se escondía para resurgir cuando la ocasión fuera propicia.
En cuanto a organizaciones políticas, la ultraderecha española intentó en la década de los noventa superar su retraso en el discurso y en cuanto a la formación de partidos. Se quería crear un espacio en el espectro político de la misma manera que existía en Francia o en Italia, pero nuevamente tropezaban con sus tradicionales problemas. Por una lado, la atomización de la ultraderecha española es ya un clásico desde las disputas entre las "familias políticas" dentro de la dictadura franquista y tal condición continuó sin superarse -a día de hoy es una vieja aspiración que no se ha logrado-. Por otro lado, la capacidad de atraer miembros a sus filas es muy baja y ante la falta de cuadros estables se opta por ir refundándose en pequeños partidos que solo obtienen relevancia muy local y cuyo periodo de vida política es muy breve. Algunos ejemplos son el Frente Nacional de Blas Piñar de los años ochenta; Alternativa Española, fundada en 2003 por el yerno de Piñar y casi desparecida en la actualidad; Democracia Nacional –lepenista y neonazi, tal vez el más longevo, pues fue fundado en 1995 y también cuenta con cierta movilización violenta en sus filas, como lo demuestra la pertenencia a este partido del asesino del antifascista Carlos Palomino-; España 2000 –creado en 2002 y con presencia en ayuntamientos en localidades de Madrid: tres concejales en Los Santos de la Humosa, uno en Alcalá de Henares y en San Fernando de Henares. Y la tercera causa es que la derecha política en España es ocupada por su totalidad por el Partido Popular, por lo que las formaciones de ultraderecha, cuya relevancia es mínima en el espectro político, no pueden emerger políticamente. Estudios de hace una década estimaban que alrededor de 600.000 votos de la ultraderecha se dirigían al PP.
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Aunque un lustro de ostracismo no fue nada. Solo necesitaban una nueva oportunidad para emerger y que se dieran las circunstancias adecuadas. Y la ocasión llegó tras la crisis económica del año 2008. Si el péndulo político oscilaba en Europa hacia posturas conservadoras, la extrema derecha aprovechó la debilidad gubernamental en la defensa de los más perjudicados por la crisis en especial aquellos que tenían dificultades para hacer la compra o fueron desalojados de sus casas. De tal forma, el partido de mayor activismo en la actualidad es el Movimiento Social Republicano, el cual se presentó organizando comedores sociales, actividades lúdicas para niños, recogidas de alimentos –especialmente en la zona de Valencia y Alicante- y ocupando edificios abandonados que convirtió en los llamados “Hogares Sociales” como los de Madrid y Zaragoza. Una movilización que no resulta novedosa puesto que supone una imitación de la organización italiana Casa Pound, pero es un cambio respecto a la actitud violenta de la extrema derecha. Ahora se muestran defensores de los más desfavorecidos –antes pegaban a mendigos, ahora incluso los atienden-, y se organizan en “asociaciones” que enmascaran su verdadera ideología, como la ecologista Hispania Verde o el sindicato Respuesta Estudiantil.
Actualmente, el papel que juega la extrema derecha en España a nivel político resulta casi irrelevante, por lo que han optado por mostrarse en otros ámbitos que requieren de menor organización pero puede hacerles más visible, como son las actividades sociales y culturales. No obstante, la extrema derecha sigue presente y sus acciones “solidarias” de cara a la galería se han manifestado a raíz de la crisis económica. Por su parte, en el fútbol sigue siendo preocupante la presencia de ultras en las gradas y la pasividad de los estamentos deportivos y policiales para poner un freno definitivo. Para muchos, el enfrentamiento entre hinchas violentos del Atlético de Madrid y del Deportivo de la Coruña resultó una sorpresa, una vuelta a un pasado que se pensaba superado. Nada más lejos de la realidad. La violencia sigue latente. Y el neofascismo es un depredador que atacará en el momento menos esperado.
Ahora Europa se enfrenta a uno de los desafíos más grandes de su historia como a nivel social, político, cultural e institucional como es la llegada masiva de inmigrantes y su establecimiento en distintos países del continente. El paso a una sociedad multicultural generará reacciones y algunas de carácter xenófobo como ocurre actualmente en Francia, Dinamarca, Hungría, Polonia o en Alemania con el movimiento Pegida.

Reconozcámoslo: ni el nazismo ni el fascismo desaparecieron por completo en 1945. Solo esperan la ocasión adecuada para resurgir. Si los partidos tradicionales fracasan en sus proyectos y dejan de ser percibidos como formaciones democráticas sólidas, la puerta al resurgir de las ideas totalitarias estará abierta. Y habrá gente que las recibirán con los brazos abiertos.
-Olof.