domingo, 15 de mayo de 2022

CAMINO DE SANTIAGO NORTE: ETAPA 0

Durante la Semana Santa de 2022, mi compañera bloguera Miss Rocher de la Tormenta y yo comenzamos el Camino de Santiago en su variante Norte. Nuestra intención es acercar el Camino a nuestros lectores, describiendo nuestra experiencia y aconsejando lugares. Pero antes, para todo aquel que desconoce los entresijos de la ruta Jacobea, detallaré en este artículo algunos temas interesantes que hay que conocer.

Un poco de historia

El Camino de Santiago es una de las tres grandes peregrinaciones cristianas, a parte de la que finaliza en Roma y la que lo hace en Jerusalén.

Tras el descubrimiento de la tumba del apóstol, en el siglo VIII, parece ser que la costumbre de ir a visitar los últimos restos del discípulo de Cristo surgió espontáneamente, gozando de gran popularidad dicha ruta en la Edad Media. El Camino también ha tenido sus épocas de menor afluencia y casi de olvido, durando la última crisis desde el siglo XIX hasta los años ’50 del XX, cuando la Iglesia se implicó “personalmente” para revitalizar la ruta. Mención especial merece el sacerdote Elias Valiña, que fue párroco de O Cebreiro, y al que se le atribuye la recuperación de la peregrinación en los ’80.

En 1126, el papa Calixto II decretó que a todo peregrino que realizase el Camino de Santiago durante su Xacobeo, se le perdonarían sus pecados. Esta casuística, que se da el año en que la festividad del Apóstol Santiago (25 de julio) cae en domingo, es hoy en día un reclamo turístico más que un motivo de fe. No en vano, esa pretensión de “ganar el Jubileo” hace que la afluencia de gente se multiplique durante esa temporada.

 

Desde dónde salir

Existen multitud de Caminos:

- Camino Francés: El original y más frecuentado, con dos variantes en su inicio: la navarra (desde Roncesvalles) y la aragonesa (desde Somport). Ambas se unifican a partir de Puente La Reina.

- Camino Inglés: Desde El Ferrol (supuestamente desde donde comenzaban a andar los británicos llegados a la península en barco).

- Camino del Norte: Desde Irún y discurriendo por toda la costa cantábrica.

- Camino Primitivo: Desde Oviedo.

- Camino del Ebro: Desde Deltebre y, como su propio nombre indica, acompañando la ribera del Ebro remontándolo desde su desembocadura.

- Caminos Andaluces: Son varios, desde diferentes puntos de la Comunidad. Incluyen la famosa Vía de la Plata, antigua calzada romana que unía Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga).

- Caminos Gallegos: Desde diferentes puntos de la Comunidad.

- Caminos Catalanes: Desde Monstserrat, Girona, Barcelona….

- Caminos del Este: Desde diferentes puntos de Levante.

- Caminos del Sureste: Desde la zona murciana.

- Caminos del Centro: Aúna los diferentes caminos mesetarios.

- Camino Insular: De sur a norte de Las Palmas de Gran Canaria, desde Maspalomas hasta Gáldar. Un camino que, en sí mismo, no llegaría a Santiago de Compostela, obviamente.

Fuera de las fronteras españolas, también encontramos rutas europeas, siendo las más famosas:

- Camino Portugués: Con varias alternativas, más por la costa o más por el interior.

- Voie Turonensis – Paris: Que discurre desde la capital Gala.

- Caminos alemanes: Existiendo la Via Baltica, Via Scandinavica, Via Jutlandica…

- Caminos desde Italia: Contempla más de una veintena de rutas desde el norte, centro, sur y la Via Francigena di Sicilia.

Dicho todo lo anterior, comentar que los nombrados son caminos ya trazados y frecuentados, pero a nadie le impide comenzar “su Camino” desde la puerta de su casa. Las rutas descritas están probadas, cuentan con albergues en sus localidades y la mayoría están descritas en guías y mapas que ayudarán en su transcurso, pero la propia naturaleza del Camino (o sea, su espíritu) no restringe qué ruta tomar.

 

Cómo hacer el camino

¿Por qué hacer el Camino? Hay muchas razones para hacer el Camino de Santiago: Deporte, espiritualidad, religiosidad, turismo, buscar paz interior… Todas son igual de válidas.

¿Solo o acompañado? En realidad, se han realizado encuestas que dicen que se llega al mismo grado de satisfacción en ambas modalidades. Hay gente que no sabe estar sola y necesita compañía. Otra que prefiere la soledad. Yo, personalmente, he recorrido la ruta de ambas formas, y las dos tienen su atractivo. Lo que se consigue con la una no se obtiene con la otra. Quizá recomendaría gastar la primera bala del Camino en soledad, pero es un aspecto demasiado particular. Digo la primera bala porque el Camino engancha y repetiréis.

La Credencial. Escogida la ruta que tomaréis, el motivo y la compañía, necesitaréis la Credencial del Peregrino. Es una tarjeta en la que sellaréis vuestro paso por cada localidad. La podéis conseguir en cualquier asociación de amigos del Camino que, seguramente, encontraréis en casi cualquier localidad. Dicha credencial será imprescindible para conseguir la Compostela, de la que luego os hablaré.

¿Dónde dormir? Con respecto al alojamiento, la mayor parte de los peregrinos pernoctan en albergues. Los públicos admiten a los viajantes en orden de llegada, hasta completar aforo, y no admiten reservas. Los albergues privados sí que lo hacen. Aunque suelen dar sábanas desechables, el “modo albergue” está inexorablemente ligado a portar saco de dormir. Si sois escrupulosos a la hora de dormir y os da cosa compartir habitación con 6-20 extraños, está la opción de reservar en hostales o pensiones. La diferencia de precio puede variar desde los 5€, en el caso de albergues públicos, 10€ si optáis por albergues privados y 35-50€ si vais de hostal.

¿Cómo me oriento? Aunque la mayoría de las rutas están bien señalizadas, cada pocos metros, por unas vistosas flechas amarillas, siempre es recomendable hacerse con una guía del Camino. El periodista e historiador Antón Pombo ha escrito guías de los principales Caminos de Santiago. Su elección siempre será un acierto. Además de mostrar un mapa de cada etapa, os aconsejará sobre dónde dormir, dónde comer y qué visitar en cada localidad.

La mochila. La elección de una buena mochila no es baladí. Al fin y al cabo, vamos a ir con ella a cuestas durante cada etapa. Eso significa unas 6-7 horas al día (unos 20-25 km) durante 25-30 días (dependiendo desde dónde salgáis). Necesitaréis que sea de una buena capacidad y un armazón rígido que no os dañe la espalda. Llevaremos en ella NO MÁS DEL 10% DE NUESTRO PESO. Esto es MUY importante. Sentiréis el irrefrenable deseo de cargar la mochila con un montón de cosas que no terminaréis necesitando y que os acabarán minando al llevarlo a cuestas.

El calzado. Si no debería ser aleatoria la elección de la mochila, menos lo debería ser la del calzado. Son muchas horas andando y las zapatillas elegidas serán vitales para el éxito o fracaso de vuestra empresa. NO necesitaréis unas robustas botas de montaña. Con unas zapatillas de trekking será más que suficiente. Llevaréis el pie más ligero y no se os sobrecalentará tanto.

¿Cuánto me voy a gastar? Aunque parezca muy de “andar por casa”, el Camino puede resultar caro. El presupuesto varía mucho dependiendo de cómo lo hagáis. Podéis ir de albergue y comprar comida todos los días para cocinar vosotros mismos o podéis dormir en hostales y realizar las comidas en restaurantes. Dependiendo de lo voraces que seáis, podéis terminar haciendo hasta 4 comidas: desayuno, almuerzo, comida y cena. No suele ser habitual merendar, ya que la comida suele ser tardía y la cena temprana. Lo que sí es recomendable es llevar siembre algunos alimentos encima (un par de latas de atún, algún blíster de lomo y una o dos frutas). Nunca se sabe lo que te vas a encontrar (o no) en esa etapa.

 

El premio

Al llegar a Santiago de Compostela, lo habitual es acudir a la Plaza del Obradoiro, donde se encuentra la catedral, y se considera “el fin del Camino”. Hay una misa dedicada a los peregrinos a unos determinados horarios y, dependiendo del día, se puede observar el rito del botafumeiro (un verdadero espectáculo visual). Además, lo tradicional es darle un abrazo al apóstol (a la figura de Santiago).

Terminadas las “obligaciones” de las fotos frente a la catedral, la misa, el abrazo y soltar un par de lágrimas de la emoción, toca recoger la mal llamada “Compostelana” y mejor “Compostela”. Es un documento acreditativo de que has completado el Camino en, al menos, los 100 últimos kilómetros. Éste es un premio con el que mucha gente se obsesiona, pero no deja de ser un simple pergamino que indica lo que ya sabes: que eres un peregrino y has completado tu viaje. Os cuento un secreto: He realizado dos veces el Camino de Santiago y, por una razón u otra, no he recogido la Compostela en ninguna de las dos ocasiones.

 

Qué hacer después del Camino

Al día siguiente de llegar a Santiago encontraréis una sensación de vacío. Después de 30 días levantándote antes del alba para echar a andar, ¿cómo no seguir la misma dinámica? Para los incansables, existen dos prolongaciones más allá de Santiago. Una a Muxía, donde se atribuye una aparición mariana al apóstol, y otra a Fisterra (en gallego, el fin de la tierra), donde encontraréis el km 0,000. Si os causa curiosidad, pero no queréis sumar más kilómetros a vuestras ya cansadas piernas, existen varias empresas turísticas que, por un módico precio de unos 30 euros, prestan el servicio guiado en autobús. Una excursión que muestra, en un solo día, los sitios más característicos desde Santiago hasta la costa.

 

Pues bien, si habéis llegado al final de este artículo, ya sabéis todo lo necesario para iniciar vuestro Camino. No tengáis prisa. El Camino puede esperar. Escoged el momento y la compañía. Él va a continuar ahí, esperando a que os decidáis.

 

Imperator Caesar Cerverius



lunes, 2 de mayo de 2022

TITANIC PARTE II. ¿Quiénes viajaban en el Titanic?

 


El otro día hablamos de la construcción del Titanic, pero antes de acercarnos al relato de los eventos de su primer y único viaje, vamos a aproximarnos a las personas que viajaban en el transatlántico, pues la historia no solo está compuesta por un listado de sucesos, sino que hay un componente social, que es el que nos acerca a las realidades del pasado.

De las 2208 personas que dijimos ya en el post anterior que viajaban en el Titanic, casi novecientas personas componían la tripulación de las cuales[i]:

66 personas pertenecían a la tripulación de cubierta entre oficiales, marineros, vigías y contramaestres.

El trabajo de los oficiales consistía en comandar a la tripulación de cubierta y asegurarse que todo en el buque funcionara de forma correcta. De entre los oficiales, debemos destacar al capitán Edward John Smith, era un hombre con gran carisma entre los pasajeros y muy respetado, por no decir el oficial más respetado de la White Star Line, él había comandado los buques más granes y nuevos de la compañía desde 1904; el viaje inaugural del Titanic iba ser su último viaje antes de jubilarse. El primer oficial William Murdoch, venía de trabajar previamente en el RMS. Olympic, él iba a ser en un principio el jefe de oficiales y segundo al mando del Titanic, sin embargo, la incorporación de última hora de Henry Wilde como segundo al mando, hizo que Murdoch pasara a un tercer puesto, tras él le seguían 2do oficial Charles Lightoller, 3er oficial Herbert Pitman, 4to oficial Joseph Boxhall, quinto oficial Harold Lowe y sexto oficial James Moody. Sin embargo la tripulación de cubierta no solo eran los oficiales, junto a ellos trabajaban los contramaestres, que estaban a cargo del timón; los marineros, a los que se les encomendaba el mantenimiento y buen funcionamiento de los dispositivos de a bordo; los vigías que trabajaban en la cofa, entre ellos, Alfred Evans,  Frederick Fleet, siendo este último el vigía quien avistó el iceberg y realizó la llamada de aviso al puente de mando o Reginald Lee, que era entre otros, era el vigilante de la torreta de observación[ii].

 

 


Imagen 1. Los oficiales del Titanic, en la fila superior de izquierda a derecha Hugh McElroy (comisario de abordo), Charles Lightoller, Herbert Pitman, Joseph Boxhall, Harold Lowe; en la fila inferior de izquierda a derecha James Moody, Henry Wilde, Edward Smith, William Murdoch.

 


Imagen 2. Los cuatro oficiales supervivientes. En pie de izquierda a derecha: Harold Low, Charles Lightoller, Joseph Boxhall; sentado Herbert Pitman.

325 personas eran mecánicos y servicio de mantenimiento compuesto por fogoneros, carboneros, engrasadores, electricistas...

El equipo de mecánicos estaba a cargo del ingeniero jefe Joseph Bell, trabajan en las cubiertas inferiores del transatlántico en la gigantesca sala de máquinas y su trabajo era la de mantener el barco en marcha y hacerse cargo de su mantenimiento técnico. El Titanic contaba con 29 calderas en las que trabajaban 300 fogoneros bajo el mando de Frederick William Barret, fogonero jefe, y, en malas condiciones de salubridad expuestos a los nocivos gases y a altas temperaturas durante largas y duras jornadas de trabajo; solo unos pocos fogoneros sobrevivieron al naufragio, entre ellos Arthur John Priest, que sobrevivió a otros tres desastres marítimos más, entre ellos al hundimiento en el mediterráneo del RMS Britania (barco gemelo del Titanic, el que os comentamos que en un principio iba a llamarse Gigantic) durante la I Guerra Mundial en 1916, o, George William Beauchamp, que en 1915 sobreviviría también al hundimiento durante el mismo conflicto del Lusitania frente a las costas de Reino Unido.

 


Imagen 3. Ingeniero jefe Joseph Bell.



Imagen 4. Fogonero jefe Frederick William Barret.


Imagen 5. Fogonero Arthur John Priest.


Imagen 6. Fogonero George William Beauchamp.

494 personas componían el equipo de atención al pasaje, sobrecargos, mayordomos, camareras de habitaciones, cocineros/as, operadores de radio, camareros de bar, etc.

Su trabajo consistía en cuidar las instalaciones destinadas a los pasajeros, limpieza y cuidado de los camarotes y atención a los pasajeros. El sobrecargo jefe fue Hugh McElroy (imagen 1). En el equipo de atención a los pasajeros, también estaban los dos radiotelegrafistas Jack Phillips y Harold Bride, que fueron de los en primeros, aunque no los primeros[iii], en radiar la nueva señal de auxilio S.O.S (Save Our Souls /Salvad Nuestras Almas)[iv]. En el equipo estaba Violet C. Jessop (1887-1971), una joven camarera de habitaciones de origen anglo-argentino, que tuvo la suerte de ser uno de los pocos miembros de este equipo de sobrevivir, sin embargo, su historia de supervivencia no termina aquí, ya en 1911 sufrió la colisión del Olympic con el buque de guerra HMS Hawke y en 1916, cuando servía en el HMHS Britania, al que habían reconvertido en buque hospital, el barco choco con una mina submarina, lo que provocó su hundimiento en aguas del Mediterráneo, una vez más Violet consiguió ponerse a salvo. Como asistente de camarero en el restaurante de primera clase à la Carte trabajaba el joven español Joan Javier Monrós de veinte años, su cuerpo fue rescatado del mar, pero al ver que estaba sin vida, fue devuelto al mar.

 


Imagen 7. Violet C. Jessop, camarera de habitaciones en el Titanic, auxiliar-enfermera en el Britannic.

  


Imagen 8. Frederick Fleet, vigía en la campana de cofa.

Junto a la tripulación, viajaban otros dos equipos más por un lado el grupo de garantía, eran nueve obreros del astillero Harland and Wolff que habían sido seleccionados para acompañar a Thomas Andrews en el viaje inaugural del buque, lo que no dejaba de ser un orgullo. Su cometido en el viaje era solucionar cualquier posible pequeño inconveniente que pudiera surgir, que requiriera de sus labores. Los trabajadores ocupaban camarotes en primera y segunda clase y eran considerados pasajeros[v], el equipo lo formaban: William Henry Campbell (ayudante carpintero), Roderick Robert Crispin (dibujante), Alfred Fleming Cunningham (ajustador), Anthony Wood Frost (ajustador), Robert Knight (ajustador), Francis Parkes (fontanero), Henry William Marsh Parr (electricista), Ennis Hastings Watsons (ayudante electricista) y John H. Hurchinson (carpintero).

Por otro lado, la orquesta del Titanic compuesta por ocho músicos, la orquesta se dividía en dos conjuntos, cada uno con su propio repertorio musical, el quinteto liderado por Wallace Hartley (violinista), que amenizaba a los pasajeros de primera y segunda clase y un trío que tocaba para los clientes del restaurante à la Carte. La orquesta no había sido contratada directamente por la White Star Line, sino por otra empresa C.W. & F.N. Black, por lo que no eran miembros de la tripulación, sino que se alojaban en camarotes de segunda clase como pasajeros. La joven orquesta estaba compuesta por Hartley a la cabeza, George Krins (violinista), John Jock Hume (violinista), Percy Taylor (chelista), John Woodward (chelista), Roger Bricoux (chelista), John Clarke (bajista) y Theodore Brailey (pianista). Durante el naufragio, ninguno abandono su puesto tocando en la cubierta del barco hasta prácticamente el final, tratando de transmitir calma y paz con su música, incluso en los momentos de mayor pánico.

 


Imagen 9. La orquesta del Titanic.

De entre los y las pasajeros más destacados, necesitaríamos hacer varios posts para cubrirlos a todos/as sin embargo, os quiero acercar algunas de sus historias.

Pasajeros de primera clase:

El señor y la señora Straus, Isidor e Ida, él era un importante empresario judío germano con nacionalidad estadounidense, congresista y copropietario de Macy´s en Nueva York. Ambos tenían más de sesenta años y esperaban poder subir los dos a los botes, al negarle el paso a Isador, Ida, decidió que ella no subiría tampoco al bote, ambos dos caminaron juntos a su camarote, donde se dice que posiblemente murieron ambos abrazados.

 


Imagen 10. El señor y la señora Straus.

Benjamin Guggenheim empresario estadounidense y magnate de la industria del cobre. Fue un gran amante del arte, pasión que transmitió a su hija Peggy Guggenheim, la famosa mecenas de arte. En el Titanic viajaba con una amante, que se salvó, sin embargo, él, al que no permitieron subir a ningún bote, acercándose los momentos finales del barco, fue a su camarote donde se cambio de ropa y se puso su mejor frac, cuando le reprendieron por no llevar su chaleco salvavidas, supuestamente dijo “Moriré vestido como un caballero, por favor díganle a mi esposa que morí cumpliendo con mi deber”.

Entre las pasajeras de primera clase, viajaba la británica Elsie E. Bowerman a la edad de 22 años. Fue escritora, abogada y activista sufragista, miembro del Emmeline Pankhurst´s Women´s Social and Political Union (WSPU), que luchó activamente por la consecución de boto femenino, consiguió salvarse en el bote número 6.



Imagen 11. Elsie E. Bowerman.

John Jacob Astor y su mujer Madeleine Astor: John Astor, coronel del ejército estadounidense, era el hombre más rico del barco, y, a su vez, también el más detestado entre los pasajeros de primera clase, tras el escándalo provocado por divorciarse de su primera esposa Ava Lowle Willing y casarse con Madeleine Talmage Force de dieciocho años y a la que sacaba 29 años de diferencia de edad en aquel momento. Ambos volvían de su larga luna de miel por Europa y Egipto. Madeleine sobrevivió, J.J. Astor murió en el Titanic su cuerpo fue recuperado casi una semana después y descansa en el Trinity Cementery de Nueva York. En un momento dado, John Astor fue a buscar a su querida perrita las perreras para que no muriera sola y asustada en una jaula, no solo sacó a su perra, sino que liberó al resto de perros.

Margaret Brown, también conocida como Molly Brown, fue socialité, activista social y filántropa. Sus orígenes eran humildes, viajo en busca de fortuna al Colorado, donde conoció al que sería su marido James Brown. El matrimonio se convirtió en millonario tras el descubrimiento de una mina de oro. Molly era una de las pasajeras más ricas a bordo del Titanic, sin embargo, no estaba bien vista, entre aquellos pasajeros/as de familias aristocráticas o descendientes de viejas fortunas, que veían en Molly una “nueva rica” que no estaba a su altura. Margaret Brown sobrevivió al hundimiento a bordo del bote número 6, donde no dudó en ponerse a los remos, e intento obligar a Frederick Fleet a volver a buscar a posibles supervivientes allí donde se había hundido el Titanic, pasaría a la historia como “la insumergible Molly Brown”.

En el bote número 6 también se salvó la geógrafa, periodista, decoradora de interiores, miembro sufragista y exploradora Helen Churchill Candee, conocida por sus viajes de exploración en el Sudesteasiático. Helen saltó al bote desde la cubierta cuando este estaba siendo arriado, alcanzó la embarcación, sin embargo, se rompió el tobillo, lo que le obligo a ir con muletas casi un año entero. Pese a lo doloroso de la caída, junto con Margaret Brown, tomó uno de los remos para ayudar a desplazar la embarcación.



Imagen 12. Helen Churchill Candee.

Thomas Andrews, Jr., empresario e ingeniero naval británico, se encargó del diseño, planeamiento y construcción del Titanic, iba como pasajero y cabeza del grupo de garantía. Andrews se negó a salvar su vida y murió ahogado en el Titanic.

Joseph Bruce Ismay empresario británico, presidente y director de la White Star Line. Ismay salvó la vida en el Titanic, subiendo a uno de los botes salvavidas, después de haber ayudado a arriar varios de ellos. Este acto, considerado de cobardía, le valió severas críticas tanto dentro de la compañía como en los prominentes círculos sociales británicos y estadounidenses.

Lucy Noël Martha, condesa de Rothes, filántropa y miembro de la alta sociedad, se puso a salvo en el bote número 8, durante el hundimiento, tomó el timón de su bote dirigiéndolo durante gran parte de la noche, consoló y trato de mantener la moral alta al resto de supervivientes de su bote, hasta que fueron rescatados por el Carpanthia.



Imagen 13. La condesa de Rothes, Lucy Nöel Martha.

Víctor Peñasco y Castellana y Mª Josefa Pérez de Soto Vallejo, dos jóvenes españoles recién casados, herederos ambos de grandes fortunas y patrimonios, subieron al Titanic en Cherburgo para dar comienzo a su luna de miel. Víctor consiguió poner a salvo a su mujer y a la doncella de esta Fermina Oliva y Ocaña en el bote número 8 gracias a la intervención de la condesa de Rothes. El falleció en el hundimiento.

Entre los pasajeros de segunda clase, encontramos al pastor bautista John Harper, que viajaba en el barco junto a su hija de seis años, Annie Jessie Harper. A diferencia de Ismay, para muchos las acciones de Harper fueron heroicas, ya que tras poner a salvo a su hija en un uno de los botes, rehusó su puesto, para predicar y prestar su apoyo a todos/as aquellas que precisaran aferrarse a la fe en los momentos finales del Titanic. Murió ahogado.

También en segunda viajaba el escritor Lawrence Beesely, profesor de ciencias y periodista británico, tras sobrevivir al naufragio, escribió el bestseller The Loss of the SS Titanic, donde relato sus vivencias y las de otros supervivientes.

Estos son algunos de los principales testimonios de supervivientes y pasajeros de primera y segunda clase, sin embargo, no hacen justicia a la gran cantidad de pasajeros que viajaban a bordo del transatlántico, por no hablar, de los testimonios de pasajeros de tercera clase, de los que no he podido transmitiros ninguno, tal vez en un futuro post. Pero no por ello dejaremos de nombrarlos, la mayor mortandad entre pasajeros/as se produjo, entre las personas de tercera clase, ya que no se les permitió subir a las cubiertas de botes en un principio, mientras se evacuaban a las mujeres y niños de primera y segunda clase, cerrando las verjas de acceso, para cuando muchos y muchas consiguieron alcanzarlas, era demasiado tarde. Entre los pasajeros de tercera clase, viajaban gran cantidad de familias y jóvenes de diferentes puntos de Europa, siendo en su mayoría irlandeses, que soñaban con granjearse un futuro en Estados Unidos, con ellos y ellas quedaron sus sueños y esperanzas por encontrar una vida mejor.



Imagen 14. Cubierta del Titanic.

Pero a bordo del Titanic, no solo viajaban personas, también viajaban animales: perros, gatos, un canario, varias gallinas y como no, ratones y ratas.  ¿Qué perros viajaron a bordo? ¿Cuántos sobrevivieron? Se sabe que por lo menos en el Titanic viajaron doce perros, todos pertenecían a pasajeros de primera clase, ya que eran los únicos capaces de costear el billete de una mascota, que valía lo mismo que el pasaje de un niño. 

Curiosamente en el Titanic, se había organizado para el día 15 de abril (un día después del hundimiento) una competición de belleza canina para entretenimiento de los y las pasajeras, tristemente jamás pudo realizarse. De los doce perros, solo tres consiguieron sobrevivir, en los tres casos se trataron de perros pequeños, fáciles de esconder dentro de una mantita o bajo el abrigo, dos pomerania, una perrita llamada Lady,  un perro que desconocemos su nombre, y un pequinés llamado Sun Yat Sen.

Ben el perro del capitán Smith, un wolfhound, estuvo a bordo del transatlántico, pero no realizó el viaje, estuvo con el capitán la noche de antes del comienzo del viaje, antes de partir, Ben fue desembarcado para que se quedará cuidando a su hija, hasta la vuelta de éste.

Ann Isham, pasajera de primera clase, viajaba con su dogo alemán, el can era demasiado grande para viajar con ella en su camarote, pero han quedado testimonios, de que Elizabeth fue todos los días a visitarlo a las perreras y paseaba de forma habitual con él por cubierta. La noche del hundimiento, Elizabeth pudo subirse a un bote, pero cuando le negaron que pudiera subir su perro, bajo del bote, ya que no quería abandonarlo bajo ningún motivo, testigos del navío alemán SS Bremen, que paso por la zona del hundimiento, aseguraron que entre los cadáveres que flotaban en el agua, había el de una mujer abrazada a un perro de gran tamaño. Tristemente jamás pudo constatarse la veracidad del testimonio, ya que jamás fueron recuperados los cuerpos de Ann y su perro.

Ya hemos comentado como John Jacob Astor fue a buscar a su perrita Kitty , una airedale terrier, con la que murió, posiblemente fue él, el que liberara a todos los perros alojados en las perreras de la cubierta F.

Triste es la historia de Frou Frou, una caniche toy o un bichón boloñés, no está claro, a la que por su tamaño y belleza habían permitido que viajara en el camarote con sus dueños Helen Bishop y Dickinson Bishop. Tristemente ambos dos subieron a un bote y se salvaron, el número 7, sin embargo, Frou Frou fue dejada en su camarote, pues aparentemente no era posible llevar a la pequeña mascota con ellos. Tras el hundimiento, para gran tristeza y remordimiento de Helen, que estaba muy unida a su perrita, descubrió que, en el mismo bote, Margaret Hays había subido con Lady en brazos, una pomerania, enrollada en una manta, y que, ella también podría haber hecho lo mismo y salvado a la pequeña caniche.

William Dulles viajaba con Dog, su perro fox terrier, alojado en la cubierta F, ambos dos se ahogaron.

Gamin de Pycombe, fue un bulldog de exposición propiedad de Robert Williams Daniel, Robert salvó la vida, Gamin no tuvo la misma suerte, testigos supervivientes aseguraron ver al bulldog corriendo por la cubierta los instantes finales del barco y luego nadando en las gélidas aguas.

En el barco también viajaban un chow chow (desconocemos su nombre), otro airedale terrier Billy y un cavalier king charles spaniel Charles, todos ellos eran perros de exposición, sus dueños reclamaron una indemnización a la White Star Line, por la perdida de sus fieles amigos, en algunos casos consiguieron la indemnización, en otros fue muy inferior a la solicitada.


Imagen 15. Los perros del Titanic.

A bordo también viajaba Jenny, la gata de la tripulación, la habían traído del Olympic ya en Belfast para que cazara las ratas y ratones de las cubiertas de cocina y despensas. De ella se cuentan dos historias: Jenny había tenido una camada de gatitos antes de que el Titanic partiera de Southampton, la leyenda dice, durante el embarque de los pasajeros, Jenny desembarco a todos sus gatitos al puerto y ella misma abandonó el barco antes de que este partiera, poniéndose a salvo a si misma y a su prole. Por otro lado, Violet Jessop, atestiguó que la gatita y su familia seguían a bordo del transatlántico, que, durante el hundimiento, Jenny llevó a todos los gatitos, junto al pinche cocina con el que tenía una relación más estrecha, muriendo todos en el naufragio.

Elizabeth Nye, pasajera de segunda clase, viajaba con su canario, ella se salvó en el bote 11, no se sabe que ocurrió con el canario, pero posiblemente moriría en el naufragio.

En el post de hoy nos quedamos con tristes testimonios, sin embargo, también con bonitas e increíbles historias de supervivencia, son ellos y ellas, los seres vivos que viajaban en el Titanic, tanto personas como animales, sus experiencias y recuerdos, la verdadera historia del naufragio.


Miss Rocher de la Tormenta.

Mayo 2022.

 

 

Bibliografía y webteca.

Los secretos del Titanic. National Geographic.

Enciclopedia titánica.

https://www.mediterraneannatural.com/reflexionesopinamos/la-curiosa-historia-de-los-perros-que-viajaron-en-el-titanic/

www.titanic.pagesperso-orange.fre/page48htm

https://www.titanic-titanic.com/

www.wikipedia.es

https://es.wikipedia.org/wiki/Mascotas_a_bordo_del_RMS_Titanic

 

 

 



[i] Información extraída de www.wikipedia.es consultada 10 de marzo 2022.

[ii] Parte de la información extraída de www.titanic.pagesperso-orange.fre/page48htm consultada 10 de marzo 2022.

[iii] El primer barco en utilizar la señal SOS fue el Slavonia cuando naufragó cerca de las Azores en 1909.

[iv] En realidad, el código SOS se eligió por ser un código corto, rápido y fácil de radiar (tres puntos, tres rayas largas, tres puntos); sus siglas, en realidad, no poseía ningún significado de los que se les han atribuido: Save Our Souls, Save Our Ship, o Send Out Succour (salvad nuestras almas, salvad nuestro barco, enviad ayuda), salvo tal vez, que algunos estudiosos han atribuido la posibilidad de que fueran las siglas de si opus sit (si fuera necesario).

[v] Información extraída de www.wikipedia.es y https://www.titanic-titanic.com/.