martes, 25 de abril de 2017

LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE


Concejal, Diputada Autonómica, Senadora, Presidenta de la Comunidad de Madrid, Presidenta del Senado, Ministra de Educación y Cultura, condesa consorte, Grande de España... Lo ha sido todo. Bueno, casi todo. Le faltó lo que más deseaba y que, de haber sido un poco diferentes las cosas, quizá lo hubiese logrado: Presidenta del Gobierno.
Esperanza Aguirre es una persona que ha ido siempre de menos a más. Siempre en el candelero, siempre dejando que su alargada sombra pusiese nerviosos a sus rivales (aunque fueran de su propio partido).
Proveniente del pequeño grupo político Unión Liberal (que pasó a ser Partido Liberal y, posteriormente, incluyéndose en Alianza Popular), Aguirre se empezó a dar a conocer cuando llegó al ministerio de Educación y Cultura de la mano de José María Aznar. Los reportajes que le dedicó Pablo Carbonell desde el programa "Caiga Quien Caiga", y que le hacían quedar como tonta, le sirvieron para alcanzar una popularidad con la cual demostraría que de tonta no tenía ni un pelo.
Su vida política siempre ha estado plagada de frases lapidarias. Así nos llegaron joyas como que le costaba llegar a fin de mes tras dejar su sueldo de Presidenta del Senado, que su enemigo en el partido, Alberto Ruiz Gallardón, era un "hijo de puta" y calladito estaba más guapo o que ella misma destapó la trama Gürtel.
Cuando ha querido tomarse la justicia por su mano, lo ha hecho, ya fuese huyendo de la policía local (volcando una moto del cuerpo) o aprovechándose de dos tránsfugas socialistas para alcanzar la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Las malas lenguas dicen que, tras la segunda derrota de Mariano Rajoy frente a José Luís Rodríguez Zapatero, el popular pensó en dimitir. Las cenizas del partido no habrían sido recogidas sino por la lideresa que, tras el varapalo socialista, podría haber llegado a La Moncloa. Pero el gallego no se fue y la condesa no optó al puesto.
Esperanza siempre ha sido una dama de hierro que le ha gustado compararse con Margaret Thatcher, pero no le ha importado meterse en la piel de una "sexagenaria" para salir indemne de sus tropelías. Su último recurso para seguir viva políticamente fue postularse a alcaldesa de la capital, cargo que le arrebató la septuagenaria Manuela Carmena.
Pero, aunque salga a la luz ahora, Aguirre ya estaba hundida en el fango desde mucho antes. Las implicaciones en asuntos de corrupción de varios de sus colaboradores le tuvieron con el agua al cuello, y el ingreso en prisión de su máximo hombre de confianza, Ignacio González, han provocado el jaque a la reina que ha acabado con su dimisión.
No obstante, esta Grande de España no lo es sólo en el ámbito nobiliario, sino en su habilidad política. Con ésta ya van tres las veces que presenta su dimisión. ¿Quién, de entre todos nosotros, sería capaz de poner la mano en el fuego y asegurar que este ave fénix no resucitará de sus cenizas? Yo, desde luego, no.
Imperator Caesar Cerverius

viernes, 21 de abril de 2017

EL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE


Abandoné mis estudios universitarios para entrar en política como concejal. Mi nombre vasco, Patxi, y mi apellido español, López, me sirvieron para representar la mezcolanza existente en Euskadi y convertirme en el primer lehendakari no nacionalista. Llegué a ser, durante la legislatura más breve de la democracia, Presidente del Congreso de los diputados. Hoy, aspiro a ser elegido secretario general de mi partido. Si no lo consigo, espero seguir en primera línea apoyando al ganador. Soy un superviviente, el último superviviente.
Ésta podría ser la crónica de presentación del candidato Patxi López si las primarias socialistas fueran (y bien lo parecen) un reality show.
El vasco fue el primero en saltar al terreno de juego, presentándose a dirigir el PSOE, con la clara estrategia de amedrentar a sus rivales, Pedro Sánchez y Susana Díaz, que tenían, a priori, bastantes más posibilidades de alzarse con la victoria. Pretendía, por un lado, anular al ex-secretario general erigiéndose en el candidato crítico y arrebatándole su hueco en el espectro ideológico. Por otro, esperaba que, al mostrar batalla, por ligera que fuese, atemorizaría a la presidenta de la Junta de Andalucía (enemiga de primarias y más partidaria de aclamaciones orgánicas) y se quedaría el espacio libre para él o, como mucho, algún tapado inferior. Vamos, un farol en toda regla.
Pero ni el madrileño ni la sevillana se creyeron las cartas del vasco y aguantaron el envite. El de Barakaldo, que tampoco es nuevo en esto de la política, cambió entonces de estrategia. Empezó a comportarse como lo que es, más que como fingió ser. Su verdadera mano es la de la lealtad a las siglas, renovar el proyecto socialista y ayudar al partido a volver al gobierno. De esta forma, está dando más entrevistas a los medios que los otros dos candidatos juntos, está defendiendo su programa sin descalificar a sus rivales y se está desmarcando de la línea de la Gestora, aun votando según las directrices de ésta, en clara disciplina de voto y fidelidad a la dirección actual del partido. Se ha convertido, para los otros dos aspirantes, en el rival amable.
Está claro que la lucha entre Susana Díaz y Pedro Sánchez es un duelo a muerte. Sólo uno podrá seguir con vida (política, claro). Pero el que salga victorioso necesitará integrar a Patxi López en su ejecutiva para mostrar unidad y empezar a curar las heridas de esta guerra civil. Así, con este comportamiento de caballero, lo que a Zapatero se le llamó "talante", el jugador con la peor mano de la mesa sobrevivirá para repartir cartas, al menos, un día más.

Imperator Caesar Cerverius