Abandoné mis estudios universitarios para entrar en política como concejal. Mi nombre vasco, Patxi, y mi apellido español, López, me sirvieron para representar la mezcolanza existente en Euskadi y convertirme en el primer lehendakari no nacionalista. Llegué a ser, durante la legislatura más breve de la democracia, Presidente del Congreso de los diputados. Hoy, aspiro a ser elegido secretario general de mi partido. Si no lo consigo, espero seguir en primera línea apoyando al ganador. Soy un superviviente, el último superviviente.
Ésta podría ser la crónica de presentación del candidato Patxi López si las primarias socialistas fueran (y bien lo parecen) un reality show.
El vasco fue el primero en saltar al terreno de juego, presentándose a dirigir el PSOE, con la clara estrategia de amedrentar a sus rivales, Pedro Sánchez y Susana Díaz, que tenían, a priori, bastantes más posibilidades de alzarse con la victoria. Pretendía, por un lado, anular al ex-secretario general erigiéndose en el candidato crítico y arrebatándole su hueco en el espectro ideológico. Por otro, esperaba que, al mostrar batalla, por ligera que fuese, atemorizaría a la presidenta de la Junta de Andalucía (enemiga de primarias y más partidaria de aclamaciones orgánicas) y se quedaría el espacio libre para él o, como mucho, algún tapado inferior. Vamos, un farol en toda regla.
Pero ni el madrileño ni la sevillana se creyeron las cartas del vasco y aguantaron el envite. El de Barakaldo, que tampoco es nuevo en esto de la política, cambió entonces de estrategia. Empezó a comportarse como lo que es, más que como fingió ser. Su verdadera mano es la de la lealtad a las siglas, renovar el proyecto socialista y ayudar al partido a volver al gobierno. De esta forma, está dando más entrevistas a los medios que los otros dos candidatos juntos, está defendiendo su programa sin descalificar a sus rivales y se está desmarcando de la línea de la Gestora, aun votando según las directrices de ésta, en clara disciplina de voto y fidelidad a la dirección actual del partido. Se ha convertido, para los otros dos aspirantes, en el rival amable.
Está claro que la lucha entre Susana Díaz y Pedro Sánchez es un duelo a muerte. Sólo uno podrá seguir con vida (política, claro). Pero el que salga victorioso necesitará integrar a Patxi López en su ejecutiva para mostrar unidad y empezar a curar las heridas de esta guerra civil. Así, con este comportamiento de caballero, lo que a Zapatero se le llamó "talante", el jugador con la peor mano de la mesa sobrevivirá para repartir cartas, al menos, un día más.
Imperator Caesar Cerverius
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