Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora de evocarla sin dilación.
Así suena la tonadilla que hace referencia a "La conspiración de la pólvora", en la que Guy Fawkes intentó, en 1605, dinamitar el Parlamento Británico.
En el futuro, quizá sea el 24 de febrero el día que se recuerde pero, esta vez, como la fecha en la que Pedro Sánchez traicionó a la izquierda española.
Las elecciones del 20 de diciembre arrojaron unos resultados que devolvió la ilusión a millones de votantes de izquierdas hastiados de cuatro años de absolutismo del Partido Popular. Pedro Sánchez era jaleado como el hombre llamado a liderar el "Gobierno del Cambio". Tras más de dos meses de conspiraciones, mentiras, medias verdades y juegos de despiste, habrá que congratularse si al menos se llega a un cambio de gobierno.
Con el acuerdo firmado entre PSOE y Ciudadanos, la posibilidad de una coalición de izquierdas se esfuma.
Durante un tiempo, el líder socialista ha jugado con Rivera e Iglesias como el jovenzuelo que sale con dos chicas a la vez. A los dos hizo promesas y certificó su compromiso de llegar a un acuerdo pero, al igual que PP y PSOE son incompatibles, Podemos y Ciudadanos no lo son menos.
Sánchez ha elegido, al menos a priori, la opción con menos posibilidades de fructiferar. Los 130 diputados que suma la coalición rojo-anaranjada distan mucho de alcanzar una mayoría suficiente para investir al candidato socialista. Para conseguir ese objetivo deberán buscar la abstención de Podemos o del Partido Popular, a cada cual más complicada.
Rajoy sigue con esperanzas (es el único que las mantiene) de seguir como presidente de gobierno. Por mucho que Rivera le venda las virtudes del pacto, jamás colaborará para que el que ha quedado por detrás de él sea invertido.
Podemos no está mucho más cerca. La elección de Rivera por parte de Sánchez ha sido un "contigo no, bicho" en la cara de Pablo Iglesias.
Un gobierno PSOE-PODEMOS-C's está descartado por el veto de los emergentes. Uno PSOE-C's haría que al líder de la formación morada se le llevasen los demonios. Una repetición de elecciones abocaría a un resultado muy incierto y que no aseguraría el desbloqueo parlamentario.
Podemos tendrá que pensar muy mucho lo que hacer; si votar no, dejar que Sánchez fracase y buscar un acercamiento durante los dos meses restantes antes de la disolución de las cortes; o abstenerse, dejar gobernar a la nueva coalición y realizar una oposición de acoso y derribo, desde la izquierda, a la espera de un más que probable adelanto electoral.
Sea como sea, si Sánchez resulta finalmente elegido, en sus manos estará devolver a su partido a la gloria de los viejos tiempos o poner la losa que le falta para su entierro.
Imperator Caesar Cerverius
No hay comentarios:
Publicar un comentario