Son muchos los que han tildado a Sir Lawrence Alma-Tadema como “un maravilloso pintor”, este apunte tan polifacético contiene más de un elemento de verdad en sus palabras, ya que sin lugar a dudas, fue el pintor por excelencia del mármol. Consiguió otorgar a sus pinturas un lustre y una iluminación aperlada, manifiesta incluso en los más mínimos detalles.
Su exquisita técnica, alidada a sus escenas costumbristas pompeyanas y romanas y el uso de modelos victorianas en actitudes relajadas en las que remarcaba su sensualidad en miradas y gestos, aseguraron su éxito. Se trata de un arte para el disfrute del mismo, no es de extrañar por ello, que los burgueses victorianos coleccionaran su obra, rayando la avidez y necesidad por la misma. Si su trabajo carecía de mensajes políticos o morales, estaban pintados con una pasmosa exactitud arqueológica, por la que se le otorgó la Medalla de Oro de la R.I.B.A en 1906, por su contribución a la arquitectura.
Belga de nacimiento (Dronryp 8 de Enero de 1836) Laurens Alma-Tadema mostró desde que era un niño su pasión por la pintura; a pesar de ello estudió Derecho, carrera que nunca llegó a llenarle de forma plena y le provocó crisis y trastornos que lo llevaron a enfermar seriamente. Fue en 1852 cuando pudo acceder a la Academia Antwerp y formarse como pintor; serían los profesores y maestros de este periodo los que marcaron su predilección por las escenas históricas, especialmente clásicas:
- Baron Gustave Wappers, líder de la facción romántica en Antwepr y pintor de escenas históricas Flamencas.
- Nicaise De Keyser, pintor retratista romántico y profesor en la academia le hizo ahondar en los gustos históricos y románticos.
- Joseph Laurens Dyckmans, profesor de pintura.
- Y el profesor de arqueología Louise de la Taye, con él que pasó muchas horas ayudando en su estudio y biblioteca.
En 1860, Alma-Tadema se convirtió en el pupilo del Baron Hendryk Leys, un famoso pintor historicista, Leys creía que había que otorgar al dibujo y los objetos que aparecían en el lienzo o paredes –ya que estaban trabajando sobre frescos- el mayor realismo posible: en sus propias palabras debía conseguir pintar una pata de mesa “en la que puedas grabar tus propios pecados encima”. No nos cabe duda de que Alma Tadema se quedó con la enseñanza.
Sus primeros trabajos los dedico a la vida cotidiana Meronvingia, con títulos como Clothilde en la tumba de sus nietos (1858) y La educación de los hijos de Clovis (1860). En ambos cuadros apreciamos ya su predilección por el detalle.
Ilustración 2: La Educación de los hijos de Clovis.
En 1862 visitó Londres, donde paso horas estudiando las antigüedades egipcias y los mármoles de Elgin en el Museo Británico, no es de extrañar que su siguiente fase artística la dedicara a Egipto. Egipcios hace 3000 años (1863), para esta pintura se documento de forma exhaustiva sobre la arquitectura en época de Ramses II, curiosamente no visitaría Egipto hasta 1902.
Ilustración 3: Egipcios hace 3000 años.
El punto de inflexión en su vida y obra se produjo cuando visitó los yacimientos de Pompeya y Herculano en 1863, en su luna de miel con su primera esposa la francesa Marie-Pauline Gressin de Boisgirard. En los yacimientos tuvo la oportunidad no solo de observar de primera mano la arquitectura romana, sino de estudiar los utensilios domésticos que salían a la luz en las excavaciones que se estaban realizando en aquel momento. Aprovechó la ocasión no solo para documentarse, sino para recrear planos de casas, ciudades y escenarios y recoger material en un catálogo personal, es en esta labor donde vemos remarcada la influencia de Louise de la Taye.
Miss Rocher de la Tormenta
24 de Marzo de 2016
ÍNDICE DE IMÁGENES
Portada: Al arropo de la estación azul jónica. 1903
Ilustración 1: Clothilde en la tumba de sus nietos. 1858
Ilustración 2: La educación de los hijos de Clovis. 1860.
Ilustración 4: En el Peristilium. 1866
BIBLIOGRAFÍA
VARIOUS ED., Alma Tadema., Academy Editions, London, 1977.