Cuando, a los 18 años, quise sacarme el carnet de conducir, me cayó en gracia un gran profesor de autoescuela, Antonio. Buen conversador, Antonio había tenido una vida apasionante. Nos pasábamos las horas de clase, él hablando y yo conduciendo. Una vez me dijo una perla que se me quedó grabada a fuego:
En la juventud, uno es de izquierdas, porque, si no, no se tiene corazón.
En la vejez, uno es de derechas, porque, si no, no se tiene razón.
Los antiguos dirigentes del partido socialista parecen haber olvidado, demasiado pronto, sus pasadas ideas progresistas.
El Felipe González de hoy nada tiene que ver con Isidoro, ese joven de chaqueta de pana que quería cambiar España y que se veía obligado a dar sus mítines en clandestinidad y bajo un extraño seudónimo.
Los pasados días hemos podido ver a ex-altos mandos del Partido Socialista, como Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera, o el propio González, intentar marcar a Pedro Sánchez la senda a seguir durante esta legislatura: renegar de Podemos, olvidarse de la investidura y apoyar a Rajoy en su reelección.
No importa que esos mismos días saliera a la luz un nuevo caso de corrupción en el Partido Popular (ya es difícil llevar la cuenta). No. Para ellos, son otros los peligrosos. Los que quieren destruir al PSOE, romper España y derrumbar la democracia. Estos jóvenes melenudos, piojosos y malolientes quieren aplicar en nuestro país el, en palabras del ex-presidente, "Leninismo 3.0" (quizá, algún día, nos ilumine con la explicación de esta doctrina).
El secretario general del PSOE, por su parte, no lo tiene nada fácil. Sólo tiene dos ojos, los cuales dedica, uno a buscar los apoyos para su investidura como presidente, y otro para mantener a los barones de su partido a raya. Con este difícil ejercicio de alineamiento ocular, es complicado dar en el clavo.
De un lado, ha conseguido (con relativo éxito) desactivar a los dirigentes regionales proponiendo someter a la militancia cualquier pacto de gobierno. No obstante, en la última consulta a las bases (la pasada elección a secretario general), se mostró un alineamiento entre los militantes y la senda marcada por los secretarios autonómicos.
Sea como sea, el 8 de mayo habrá primarias a Secretario General. Para entonces, puede que ya haya presidente o un pacto muy maduro para propiciarlo, así que Susana Díaz podrá meditar tranquilamente, y a expensas de las circunstancias, si se presenta.
El otro ojo, el de la investidura, no parece haberlo enfocado con tanto éxito. A la oferta de Pablo Iglesias de un gobierno de coalición, Sánchez ha respondido con un principio de acuerdo con Albert Rivera para un gobierno rojo-anaranjado y dejando fuera a la formación morada.
Quizá, el líder socialista cuente con un pactometro más actualizado que el de Antonio García Ferreras (director de "Al Rojo Vivo") porque, al menos a mí, no me salen las cuentas.
De esta forma, entre candidatos que declinan la investidura y otros que no alcanzan la suma necesaria (la suma posible no parece interesarles), todo parece abocado a unas nuevas elecciones. Así que, de momento, vayan pensándose a quién votarían.
Imperator Caesar Cerverius