Si la noche del 20-D se mostró como la noche de los ganadores, donde cada candidato se mostró feliz y contento con los resultados obtenidos, la noche del 26-J ha terminado siendo la de los perdedores. Caras largas, ninguna sonrisa e, incluso, alguna lágrima, fueron las fotografías de una velada que arrancó muy diferente al cobijo de unas encuestas que resultaron ser más ficción que realidad.
En el 20-D, Ciudadanos irrumpió en el Congreso con 40 diputados. Si bien las predicciones le auguraban un éxito mayor, los de Rivera pudieron sentirse orgullosos con la representación alcanzada. Este 26-J, sin embargo, la formación naranja se ha dejado 8 escaños por el camino, teniéndose que contentar con 32 diputados. La ley electoral se ha cebado con el partido de Albert Rivera y, seguramente, será uno de los puntos más importantes a tratar en cualquier acuerdo que se quiera alcanzar con ellos.
Podemos, que el 20-D consiguió un magnífico resultado con 69 representantes, creyó ver, en su alianza con Izquierda Unida, la forma de rebasar al PSOE y hacerse con la hegemonía de la izquierda. El bofetón de realidad ha sido mayúsculo al ver que, a medida que avanzaba el escrutinio, los datos de las encuestas se revelaban como falsos y, lejos de producirse el anunciado “sorpasso” al Partido Socialista, los de Iglesias tenían que conformarse con mantener los 71 escaños que en el 20-D habían conseguido las dos formaciones por separado (Podemos + IU).
El Partido Socialista logró el 20 de Diciembre los peores resultados de su historia. Los 90 diputados que consiguió el partido de la rosa eran un fondo que este 26-J se ha mostrado que aún podía seguir bajando. No obstante, el reparto parlamentario y la baja representación del PP, hizo a Pedro Sánchez soñar, aquella noche de 2015, con alcanzar La Moncloa. Los barones de su partido, la negativa de Iglesias a apoyarle gratuitamente y un insuficiente pacto con Ciudadanos, lo impidió. Este 26-J, la representación socialista ha bajado a 85 escaños, batiendo un nuevo record y viendo cómo los sueños presidenciales de Sánchez se esfumaban.
En el país de los ciegos, el tuerto es el rey y, en este país, salvando las distancias con Felipe VI, el rey es Mariano Rajoy. Si en el 20-D el Partido Popular perdió la mayoría absoluta, pero pudo contentarse con ganar las elecciones, en este 26-J ha visto cómo su grupo parlamentario en el congreso iba a crecer hasta los 137 diputados. Las posibilidades de formar gobierno para Mariano Rajoy aumentan enormemente en comparación con el 20 de Diciembre, pero tampoco va a ser coser y cantar. Sumando los 137 escaños populares a los 32 de Ciudadanos y a los 5 del PNV y 1 de Coalición Canaria, se obtiene una suma de 175 diputados, a 1 de la mayoría absoluta. PSOE y Podemos ya han manifestado su intención de no votar a favor de la investidura de Rajoy y el resto de fuerzas nacionalistas en el Congreso (ERC, CDC y EH Bildu) tampoco están por la labor.
El Partido Popular puede mostrarse contento. Rompiendo todas las encuetas, ha conseguido incrementar en 14 escaños su representación. Los diversos casos de corrupción, papeles de Panamá, escandalos de Aquamed o las grabaciones del ministro Jorge Fernández Díaz no han pasado factura al partido de la gaviota. Haciendo una campaña cercana al ciudadano y mostrándose en todo momento con una imagen presidencial, Mariano Rajoy ha conseguido ganar las elecciones, aumentar a 52 escaños la diferencia con el segundo y dejar a tiro de piedra la investidura. Dejando de lado los cálculos de mayoría absoluta, el domingo era el único que tenía algo que celebrar.
Ahora les tocará a los partidos perdedores hacer autocrítica y analizar las causas de su pérdida de votos.
¿Qué ha hecho mal Podemos para dejarse 1,2 millones de votos por el camino? El tono tibio de campaña, la alianza con Izquierda Unida y los ataques recibidos por Venezuela son algunas de las posibles causas.
¿Por qué el Partido Socialista no consigue cerrar su sangría de votos? Quizá la gente ha dejado de considerarles un partido de izquierdas después de sus últimas políticas. Quizá el candidato elegido no es del agrado del votante. Quizá su pacto con Ciudadanos ha irritado a sus correligionarios.
¿Y Ciudadanos? ¿Que sentido tiene subir como la espuma para luego desinflarse como un suflé? Su alianza con Sánchez, el voto útil contra Podemos captado por el PP o el desencanto de la gente con Rivera pueden ser algunos de los motivos de su bajada.
Una cosa está clara. De derechas o de izquierdas, nueva o vieja política, todos los candidatos descartan unas terceras elecciones. Esperemos que, al menos en esto, cumplan su promesa.
Imperator Caesar Cerverius