Los titulares se desbordan: Podemos llega a un acuerdo de gobierno con el PP; Artur Mas se rinde y ofrece la presidencia de la Generalitat a Antonio Baños, de la CUP; Susana Díaz declara su absoluto apoyo a Pedro Sánchez y asegura que no se presentará como candidata a la Secretaría General del PSOE...
Efectivamente, si han encontrado alguna de esas noticias en algún medio de comunicación, han sido víctima de una inocentada.
En este 28 de diciembre, día de Los Santos Inocentes, se ha producido el Comité Federal del PSOE y las reuniones (por separado) de Pablo Iglesias y Albert Rivera con Mariano Rajoy. Y es que ha pasado una semana desde la celebración de las elecciones generales y todo sigue igual... o casi.
En estos 8 días hemos visto al Partido Popular invocar su máxima de "que gobierne la lista más votada" (casualidades de la vida, los más votados son ellos). También hemos visto al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, salir rápidamente a la palestra y conminar a Pedro Sánchez a que permitiese la investidura de Mariano Rajoy. La última aventura ha sido proponer una gran coalición PP-PSOE-C's. Una coalición en la que, aritméticamente, los 40 escaños de ciudadanos no serían necesarios.
El secretario general del PSOE también salió, con menos prisa, tres días después del 20D y tras reunirse en La Moncloa con el presidente en funciones, para dar sus explicaciones y analizar los resultados electorales. En ese "irse por las ramas" que tienen muchos políticos, Pedro Sánchez vino a decir que había que respetar los tiempos y esperar a que la investidura de Rajoy fracasase, y que, de ser así, él actuaría como el estadista que es (o se cree) y buscaría un pacto de fuerzas progresistas que diese estabilidad a la nación.
Podemos es otro que salió rápidamente, como Rivera (será que los partidos emergentes vienen con ganas y sin tiempo que perder), a describir sus "líneas rojas" para pactar con el PSOE. Todas de, más o menos, fácil cumplimiento, pero una que resulta un auténtico escollo: un referéndum para Cataluña.
Por periódicos, blogs y televisiones se pasearon diversos dirigentes nacionales y autonómicos del Partido Socialista para dejar una cosa clara: el referéndum ni mentarlo. En medio de acusaciones de rupturistas y antipatriotas, Podemos propuso, a mitad de semana, un Presidente Independiente, de consenso y prestigio. Si era una propuesta en serio o sólo un método para desquiciar a adversarios, solo en la dirección de la formación morada lo saben. Y es que, si bien cualquiera podría estar de acuerdo en fichajes independientes para ciertos ministerios, en los que aportarían renovación y experiencia, sería difícil hacer tragar a los ciudadanos españoles con un presidente que ellos no hubiesen votado.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez tienen una cosa en común: el que no sea presidente, tendrá que irse a casa. Bastantes revueltas acalladas ha tenido el PP como para perder la presidencia y que todo siga igual. La ansiada renovación, que les piden propios y extraños, tendrá que llegar.
Pedro Sánchez también tiene fecha de caducidad. Por mucho que ha intentado retrasarlo (para darle oxígeno a tomarse tiempo con la búsqueda de alianzas y frente a una posible repetición de elecciones), en febrero tendrá que enfrentarse a un Congreso Federal del PSOE. Susana Díaz ya está metiendo presión y aunando apoyos entre los barones autonómicos. "La Reina del Sur" (como la llaman algunos) no dejará escapar esta vez el tren que perdió en la última elección a secretario general.
Al final, ya sea por el aletargamiento navideño, por las pocas prisas de los partidos, o porque todos están a la espera de movimientos de los rivales, estamos como ya cantó Julio Iglesias... La vida sigue igual...
Imperator Caesar Cerverius
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