Llegaste para abanderar las ideas del 15M, el movimiento ciudadano del 15 de mayo de 2011 (¡ya hace 10 años!) que exigía, de forma pacífica, una nueva forma, más participativa, de hacer política. Por aquel entonces, obedeciste a los que desde arriba dijeron, con la chulería típica del clasismo: “Si tantas quejas tenéis, presentaos a las elecciones”. Seguramente, fue la última vez que hiciste caso a “la casta”. ¡Qué gran palabra! Qué forma de decir tanto con tan poco: Rancio, anacrónico, reaccionario, pretencioso… Todos esos adjetivos, atribuibles a los “dinosaurios de la política”, que acostumbraban a hacer y deshacer a su antojo desde su pedestal.
Pasaste
de contertulio en platós de televisiones marginales, como Intereconomía o 13TV,
a entrevistado de programas como La Sexta Noche. Con tu camarilla de compañeros
politólogos, como Íñigo Errejon, Carolina Bescansa
o Ramón Espinar, fundaste Podemos, un partido de espíritu
asambleario en el que nadie era más que nadie y se escucharían todas las voces.
Los comicios más próximos eran las elecciones al Parlamento Europeo de 2014,
así que para ahí os fuisteis, logrando un gran éxito, con cinco eurodiputados
electos. Erais tan poco conocidos que decidisteis poner tu cara, en las
papeletas electorales, donde habitualmente se coloca el logo del partido.
Durante
un año en el Parlamento Europeo, os hicisteis tan populares que, en las
elecciones municipales de mayo de 2015, a las que concurristeis aliados con
plataformas ciudadanas, lograsteis un gran apoyo, poniendo en marcha los
“ayuntamientos del cambio” en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o
Cádiz.
Pero
llegaba el plato fuerte, para lo que os habíais preparado tanto: Las elecciones
generales de 2015. Irrumpisteis de forma atronadora en el Congreso de los
Diputados, con 69 escaños (la suma de Podemos y sus confluencias gallegas,
catalanas y valencianas). No obstante, el entendimiento con el Partido
Socialista de Pedro Sánchez no llegó a buen término, lo que nos
llevó a una repetición electoral, en 2016.
No
sería hasta las elecciones generales de noviembre de 2019 cuando se darían las
condiciones para formar un gobierno progresista, con el PSOE, que te hicieron
vicepresidente segundo del gobierno. Aquello por lo que tanto habíais luchado,
se empezaba a materializar en forma de acciones desempeñadas desde el Consejo
de Ministros. El Gobierno de España empezó a hacer verdaderas políticas de
izquierdas, abandonadas desde hacía mucho tiempo. Y es que el Partido
Socialista es una organización que necesita que alguien le empuje un poco, o
acaba ejecutando medidas poco progresistas, defraudando a su electorado.
Pero
tú también defraudaste, a propios y extraños, cuando decidiste comprar una casa
de 600.000 euros en Galapagar (a las afueras de Madrid). Fuiste duramente
criticado (y con razón). Desde luego, nadie duda que deseaste lo mejor para tu
familia y no entendiste por qué no podías darles la vida que merecían pero,
cuando se supone que eres el referente ideológico de la izquierda, no puedes
pasar de Vallecas a Galapagar sin pagar un peaje. Y ese peaje fue la pérdida de
confianza de muchos amigos, compañeros y electores.
Te
montaste tu burbuja, seguramente alimentada por los de tu alrededor, en la que
creíste que Podemos era tu cortijo personal. Te convertiste en un ególatra que
no aceptabas las críticas. Cada vez se hablaba menos, de forma asamblearia, y
cada vez tú decidías más, individualmente. Eso te llevó al enfrentamiento con
Íñigo Errejón, el que había sido tu hermano, que terminó con él fuera del
partido, fundando posteriormente Más Madrid / Más País y fragmentando aún más
la izquierda. Se podría decir que ése es el mayor error que has cometido en tu
carrera política.
Pero,
si bien se te ha criticado varias veces justificadamente, muchas más lo han
sido desde la mentira y la desinformación de los medios rivales. Tantas veces
fuiste acusado de colaboración con los gobiernos venezolano o iraní como la
justicia archivó sus causas. Se te ha llamado “rata”, “chepudo”, “coletas”,
“comunista” (peyorativamente hablando); se te ha acosado, en tu vivienda
particular, de forma continua por manifestantes; incluso te han enviado cartas
amenazantes con cartuchos de rifle en su interior. Sin duda, eres uno de los
políticos que más (si no el que más) ataques y acoso ha recibido e injustamente
ha sido tratado. Tu figura representaba un peligro para las élites y se
encargaron de soltar toda la metralla posible para destruirte.
El
agotamiento en tu persona era patente. Tus esfuerzos por llegar al gobierno te
habían consumido y la recompensa, en forma de vicepresidencia, ya no te valía
la pena. Sin embargo, hiciste un último sacrificio por el partido (para enmendar,
quizá, los males que también le habías causado). Algunos sondeos indicaban que
Podemos podría caer por debajo del 5% en las elecciones a la Asamblea de
Madrid, dejándoles sin representación. Te envolviste en tu capa de salvador y
dijiste “yo me encargo”. Tu participación se tradujo en un aumento del grupo
parlamentario en 3 escaños (pasando de 7 a 10). No obstante, la victoria de la
derecha y vuestra última posición en la Asamblea te dieron la excusa para hacer
algo que ya llevabas intención de hacer (aun, posiblemente, tras un mejor
resultado electoral). Entendiste que tu personalidad atacante e incisiva
movilizaba a tus electores, pero también a los de tus rivales. Comprendiste que
habías colaborado en polarizar la vida política en exceso y que, en tus propias
palabras, “no contribuías a sumar”.
Te
vas, pero dejas una sucesora, la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz,
que tiene una proyección enorme y transmite tanta confianza como profesionalidad.
Está por ver si Podemos es capaz de sobrevivir a la salida de su líder o cae,
como otros partidos con exceso de personalismos (como Ciudadanos), en la
desaparición.
Ahora bien, con tus virtudes y tus defectos, yo te digo “gracias, Pablo”. Gracias por mejorar la democracia; por enseñarnos que había más opciones que rojo y azul, alejándonos del bipartidismo (al que espero que jamás volvamos); por empujar para que se materializaran políticas progresistas; por ayudar a frenar los recortes en políticas sociales; en definitiva, por intentar convertir a España en un país mejor. Espero que descanses, que puedas dedicar tiempo a tu familia, que te cortes la coleta (ahora que ya no es un símbolo irrenunciable), que el paso del tiempo mejore la percepción de la ciudadanía por tu persona y que el destino todavía te tenga guardado un último papel, tal vez, en la política española.
Imperator Caesar
Cerverius
No hay comentarios:
Publicar un comentario