Decía Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra que "el juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue".
Es verdad que el fútbol es deporte rey por excelencia en casi todo el mundo, salvo las excepciones de Estados Unidos, Canadá u Oceanía donde ese fanatismo se reparte entre el baloncesto, el béisbol o el hockey sobre hielo en Norteamérica o el rugby en Australia y Nueva Zelanda. Pero lo que es indiscutible es que el fútbol es el deporte que más dinero maneja tanto a nivel de sus cúpulas federativas como FIFA o UEFA como a nivel de equipos en materia de presupuestos, fichajes de jugadores y mercadotecnia. Y ha tenido que precisamente en verano, cuando el fútbol recarga las pilas hasta septiembre y los periódicos deportivos anuncian contrataciones de futbolistas -reales o imaginarias- para llenar los estómagos de los lectores y que todos nos creamos Guardiola, Mourinho, Zidane o Rinus Michels que se han destapado algunas de las vergüenzas que asolan este deporte.
El 18 de julio de este año eran detenidos el presidente de la Federación Española de Fútbol, su hijo y el vicepresidente económico de este organismo con la acusación de estafa, apropiación indebida, falsedad documental, corrupción entre particulares, administración desleal y alzamiento de bienes. Aunque ya el 1 de agosto Ángel María Villar y su hijo salieron de prisión -pagando una fianza irrisoria entre ambos de 450.000 euros en metálico-, está por ver el alcance de la investigación para llegar al fondo de la podredumbre del fútbol español que empieza por arriba, muy arriba. Por su cúpula dirigente. Villar lleva manejando los asuntos de la Federación desde 1988 y en sus 29 años ha sido acusado numerosas veces de irregularidades económicas, de meter mano en la caja fuerte de la Federación, de presionar a árbitros, jugadores y presidentes de federaciones territoriales para conseguir sus votos en las elecciones bajo riesgo de dejar de percibir fondos o cortando su carrera. Al árbitro aragonés Daudén Ibáñez se le desposeyó de la escarapela FIFA en 2005 por no plegarse a sus amenazas y no pudo arbitrar partidos internacionales. Manejando la Federación como su cortijo y con la colaboración de periodistas deportivos, Villar siempre conseguía tratos de favor como silenciar a sus opositores -si es que algún insensato osaba levantar la voz- o que por los terrenos de la Ciudad del Fútbol en Las Rozas (Madrid) la Federación pagase solo 1 euro. 12 hectáreas por 1 euro.
El otro asunto que merece la atención ha sido el fichaje de Neymar Jr. por el París Saint Germain en una operación que le ha costado al conjunto francés 222 millones de euros, pues esta era la cantidad de la cláusula de rescisión que se reflejaba en el contrato del brasileño cuando fue renovado por su anterior equipo, el FC Barcelona. A esto hay que añadir que, según Football Leaks, el sueldo del jugador es de 3.069.520 euros al mes, lo que supone más de 102.000 euros al día. Lo que tardará en desvelarse, si ocurre algún día, es saber si realmente el FC Barcelona ha ingresado realmente esa cantidad, ya que el jugador pertenece a varios fondos de inversión -DIS (40%) y TEISA (5%). El primero pertenece a dos empresarios de Sao Paulo, y el segundo es un fondo formado por grupo de empresarios aficionados del equipo brasileño en el que empezó Neymar, el Santos. Al mover a su futbolista y con cantidades cada vez mayores, esto les repercute en un beneficio cada vez mayor. Y esta es una de las mayores corruptelas del fútbol actual.
Los fondos de inversión tienen su origen en Sudamérica, pero responden al capitalismo voraz del fútbol europeo en los años noventa. Gracias a la Ley Bosman, los futbolistas europeos dejaron de considerarse extranjeros -antes solo podían alinearse 3 en un partido- y los equipos europeos dirigieron su mirada al mercado sudamericano, ávido de dinero con muchos clubes al borde de la desaparición. En Argentina y Brasil proliferaron la propiedad de terceros por parte de personas jurídicas -empresas o fondos de inversión- pero también puede estar formado por personas físicas -agentes de futbolistas-. Estos agentes se aprovechan de las necesidades económicas de los equipos y adquieren derechos de los jugadores por un precio muy bajo cuando se encuentran en edad formativa. Y de este modo todos ganan: los equipos dinero, los agentes irán ganando más dinero cuando el futbolista fiche por equipos europeos a través de cuantiosas comisiones.
Pongamos un ejemplo de cómo afecta esto a un equipo:
En 2011, el Sporting de Gijón estaba muy necesitado de liquidez y contactó con un fondo de inversión llamado Doyen Sports con sede en Malta y que tiene en cartera a 42 jugadores. Esta empresa hizo un préstamo al Sporting por 2,5 millones de euros a devolver en 10 meses sin intereses. Pero en 2012 el club bajó a Segunda División y no pudo devolver el dinero a Doyen, de modo que este fondo de inversión se quedó con el 80% del jugador Alberto Botía, se lo vendió al Sevilla y dividió ese 80% a dos equipos, Elche y Olympiacos. Al año siguiente Doyen hizo un nuevo préstamo al Sporting de otros 2,5 millones, pero ahora las condiciones rozaban casi el chantaje. Doyen se convertía en el único agente de los jugadores y si el Sporting recibía una oferta igual o superior a su valoración por un jugador, estaba obligado a venderlo si no quería recibir una penalización.
Y con los jugadores es más sencillo, pero más rentable:
En 2009, el jugador colombiano Falcao fue traspasado de River Plate al Oporto. Doyen Sports se quedó con el 55% de los derechos del futbolista y le pagó parte de su sueldo en Portugal. En 2012 Falcao fichó por el Atlético de Madrid por 40 millones de euros a cambio de un 33% de la futura venta del jugador. El equipo solo pagó 18 millones pero como lo hizo tarde Doyen aumentó los derechos del jugador y se le impidió decidir en el futuro del jugador. En 2013 se formalizó su traspaso al Mónaco por 45 millones lo que generó una plusvalía de 5 millones de los que un tercio pertenecía a Doyen.
El fútbol resulta un deporte maravilloso por su sencillez, por lo inesperado, por la polémica que genera y por ser un aglutinador social que no se encuentra en ningún otro ámbito, ni en la política ni en el laboral ni tan siquiera en el religioso. Por mucho que se quiera ignorar, este deporte ha traspasado la barrera de lo lúdico y es un generador de sentimientos y elemento de transmisión familiar. Como dijo Paul Auster “el fútbol es un milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse”. Pero esta destrucción no vendrá por los aficionados, sino por el capitalismo salvaje que ha convertido al fútbol en un sistema de clases con una muy pequeña élite multimillonaria en la cúspide de la pirámide, una clase media de equipos que sirven para engrosar competiciones, pero cuyas posibilidades de éxito son muy escasas y con una enorme base de equipos que luchan por subsistir. Actualmente en Europa hay unos 6 o 7 clubes con un poder económico sin precedentes que captan talentos jóvenes a precios irrisorios o fichan a jugadores de equipos de la clase media sin dejar que éstos disfruten de ellos. O bien, como ha hecho el PSG, revientan el mercado fichando a grandes estrellas por precios prohibitivos teniendo el respaldo financiero de Estados de Oriente Medio -como el Paris Saint Germain o el Manchester City que también tiene participación china por valor de 400 millones de euros- o de Rusia -el Chelsea inglés-.
Especulación, tráfico de menores, ventas ilegales, blanqueo de capitales, falsedad documental, compras ilícitas, apropiación indebida, sobornos, recalificación de terrenos, deudas con Hacienda o Seguridad Social, retraso de pagos, dopaje, apuestas ilegales, embargos, racismo, homofobia, violencia, machismo… son algunos de los términos que rodean al fútbol en la actualidad desde los máximos organismos hasta los campos embarrados alejados de la mano de Dios. Hará falta airear muchas ventanas, ser más exigentes tanto el aficionado como la prensa con las ilegalidades que se cometen y destapar y denunciar cada una de ellas. La batalla no será fácil porque actores políticos y judiciales con intereses ponen y pondrán trabas. Pero hay que luchar por recuperar la esencia de un deporte que fue arrebatado a las clases populares y que debe volver a ellas para siempre.
RC Malinas (Flandes) Foto de Jurgen Vantomme |