domingo, 24 de enero de 2016

CHAPEAU, PRESIDENTE


Llegó, vió... y habló con sinceridad. No hubo plasmas, no mandó subalternos, no envió una nota de prensa. No, eso ya no más.
Convocó a los medios, subió al atril y se dirigió a la nación. Y, por primera vez en cuatro años de gobierno, el presidente habló con sinceridad. Lo hizo de forma directa, sin ambages, con un lenguaje claro, sin su habitual juego de palabras en el que dice lo uno y lo contrario al mismo tiempo. Y es que, quizá, la droga de la mayoría absoluta, que parece enajenar a los mandatarios en nuestro país, ya se ha eliminado completamente de su cuerpo.
Mariano Rajoy compareció el pasado 22 de enero para anunciar que renunciaba a presentar su candidatura a Presidente del Gobierno, al menos, de momento. Tras la ronda de contactos del Jefe del Estado con los portavoces de los grupos políticos en el Parlamento, Mariano Rajoy transmitió su declinación al Rey.
El presidente en funciones expuso sus razones sin esconderlas. Primeramente razonó que no sólo no tiene una mayoría de votos para ser investido, sino que existe una mayoría declarada para no permitírselo.
A continuación argumentó que, después de la oferta, hecha por la mañana desde Podemos, para formar un gobierno de coalición con PSOE e Izquierda Unida, en la que Pablo Iglesias se ofrecía como vicepresidente, Pedro Sánchez merecía la oportunidad de buscar los apoyos necesarios para ser presidente.
Aclaró que no descartaba buscar la investidura, en un futuro, si Sánchez no conseguía los apoyos necesarios. Por supuesto, se siguió declarando partidario de una "Gran Coalición" PP-PSOE-C's.
Y, por último, añadió una razón más para su renuncia: no iniciar los plazos oficiales que marca la Constitución para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones (fijados en dos meses desde la primera sesión de investidura).
En ningún momento pronunció la, repetidísima hasta la saciedad, puya de que el Partido Popular había sido el partido ganador. No. Con una expresión en la cara, entre compungido y resignado, hizo su anuncio. Incluso aceptó una ronda de preguntas de los periodistas.
Así que, aunque el buen comportamiento democrático haya llegado tarde, siempre es mejor que nunca. Por ello, y aun sin ser un simpatizante de sus políticas, me pongo en pie y digo... Chapeau, Presidente.

Imperator Caesar Cerverius


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