Parece mentira cómo pueden cambiar las cosas en una semana. La actividad política española hace siete días estaba anestesiada. Tan solo los coletazos del nuevo President catalán, Quim Torra, asomaban en los titulares informativos. El Partido Popular satisfecho al ver que los Presupuestos Generales del Estado iban a salir adelante; el Partido socialista desaparecido desde hace tiempo; Podemos en horas bajas sin terminar de encontrar todo el respaldo electoral que pretenden; y Ciudadanos, envueltos en la bandera de España y su discurso nacionalista, observando cómo no hacen más que subir y subir en las encuestas.
El primer movimiento sísmico se localizó en el partido morado. Las informaciones de que la pareja Iglesias-Montero había comprado un chalet de 600.000 €, a las afueras de Madrid, sacudió la calma y arreciaron las críticas desde todos los lados. Y es que hace 6 años Iglesias había criticado al Ministro de Economía, Luis de Guindos, por gastar esa suma en una compra similar. La falta de coherencia del secretario general podemita ha sido lo más atacado. ¿Acaso una compra es criticable y la otra no? Está claro que Iglesias y Montero pueden gastar su dinero en lo que quieran y que deseen lo mejor para ellos mismos y para los hijos que está en camino pero, ¿era necesario un chalet de 600.000 € y exponerse de esta manera? Se pueden intuir tres opciones:
- No vieron venir este aluvión de críticas.
- Sabían que serían criticados pero no pensaron que se hiciese tan grande la bola.
- Sabían que serían criticados pero les dio igual.
Cualquiera de las tres opciones no está a la altura de los líderes políticos que pretenden ser. Son representantes de un partido de izquierda y que, como nueva política, se regodean de empatizar con sus votantes. No hace falta que vivan en una chabola, pero de ahí a un chalet en las afueras hay una distancia muy grande. Si aun así no querían renunciar a vivir en la casa de sus sueños, quizá éste no era el mejor momento (a un año de elecciones y con Podemos no precisamente con los mejores resultados en las encuestas).
El asunto no sólo ha traído críticas de sus rivales políticos (algo que podría esperarse) sino también de sus afines, que han visto este movimiento como un error que les hará perder votos y cercanía con la gente. Sea como fuere, Pablo Iglesias e Irene Montero han decidido zanjar el asunto con una consulta a los militantes. El próximo domingo se sabrá si no sólo dejan su piso de Vallecas, sino también sus actas de diputados y cargos políticos en el partido.
Si parecía que con esto íbamos a tener para unas cuantas semanas, nada más lejos de la realidad. La sentencia del juicio sobre la Trama Gürtel ha condenado al Partido Popular como partícipe a título lucrativo y ha determinado que tuvo una caja B desde 1989. El Partido Socialista ha salido de su letargo y ha presentado una moción de censura que desaloje a MarianoRajoy y al corrupto (ya no supuesto, sino confirmado) Partido Popular de La Moncloa. Ciudadanos, como de costumbre, no se muestra inclinado a echar al PP del gobierno, pero el apoyo de Podemos está garantizado. Con unos pocos diputados más (algo no demasiado difícil después de la sentencia), la moción podría prosperar.
Con todas las pelotas de partido que ha salvado Rajoy, ésta podría ser la definitiva. Pedro Sánchez, aun sin tener acta de diputado, se convertiría en el séptimo presidente de la democracia reciente. Si Albert Rivera se decide a apoyarle, sería para que convocase inmediatamente elecciones, pero si termina no necesitando sus votos, Sánchez podría acabar la legislatura con un gobierno monocolor.
La incertidumbre se abre sobre el futuro de la política española. Pudiera ser que nada cambiase, no saliese adelante la moción de censura, Rajoy siguiese siendo presidente, Sánchez volviese a su hibernación, Iglesias saliese reforzado de su consulta y Rivera continuase dando discursos más propios del NO-DO que del siglo XXI. Pero también podría darse el otro extremo en el que Rajoy abandone el cargo, volvamos a tener un presidente socialista, Rivera continúe con el himno de España como politono en el móvil (hay cosas que no cambiarán jamás) y Pablo Iglesias pierda su consulta y se tenga que retirar a la Sierra de Guadarrama (donde se sitúa el chalet en cuestión). ¿Quién sustituiría al carismático líder con coleta? ¿Será la hora de Íñigo Errejón? ¿El partido tendrá a un científico en el puesto más alto desde la silla de PabloEchenique? ¿Se buscará a un líder de tendencia parecida a Iglesias en la figura de Ramón Espinar? ¿Llegará la hora de alguna mujer como la andaluza Teresa Rodríguez?
Muchas preguntas, demasiadas, que distraerán durante un tiempo a los representantes de la nación de su obligación: velar por el bienestar de sus representados.
Imperator Caesar Cerverius
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