Tiempos convulsos sacuden al socialismo español. El PSOE, con 137 años de historia y varios gobiernos en su haber, se encuentra en manos de una gestora tras derrumbar a su secretario general. Gestora que, por otro lado, está presidida por todo un referente ideológico dentro del partido como Javier Fernández. Esto sería un punto a favor para la reconstrucción de la organización si no fuera porque el asturiano no es sino un títere en manos de Susana Díaz.
Una verdadera corte de andaluces desembarcó en Ferraz desde el momento en que la gestora tomó las riendas. Ellos son los que ostentan el poder real en el partido. Su intención no es otra que la de controlar los tiempos y las políticas para facilitar la entronización de la "Reina del Sur". Pero, sea cuando sea, el congreso que elija al próximo secretario general obedecerá el resultado de unas primarias que voten los militantes.
Hasta ahora, hay dos candidatos declarados: Susana Díaz y Pedro Sánchez. A ellos se les ha sumado un tercero que, sin postularse completamente, ha enseñado la patita: Patxi López.
Tanto Díaz como Sánchez están invalidados para dirigir el Partido Socialista. La una es responsable del golpe de estado que tumbó al ex-secretario general. Toda esa serie de artimañas utilizadas hasta hacer caer a su líder dan la impresión de que la inquilina del Palacio de San Telmo no es de fiar. A parte, sus formas totalitarias incomodan a buena parte del PSOE. No tiene, ni de lejos, el apoyo del resto de barones, sólo de algunos, y sus maniobras durante los últimos años, maquinando para alcanzar el poder, le han dado una imagen oscura en todo el país.
El otro, Sánchez, ha demostrado que es nulo como dirigente. Ha gobernado el partido durante dos años con total incapacidad y poniendo a los dirigentes territoriales en su contra. Su empeño por hacerse investir presidente fue infructuoso. Primero, aliándose con Ciudadanos sin asegurarse el suficiente número de apoyos para llegar a La Moncloa. Después, con un tímido acercamiento a Podemos que fue cortado de cuajo por el Comité Federal. Aun en el hipotético caso de que Sánchez ganase las primarias, seguiría teniendo a la mitad de su partido en contra, y eso es una herida que el PSOE no puede permitirse.
Patxi López, sin embargo, es un hombre de consenso. Su ascenso a lehendakari, después de largos años del PNV, fue un logro aplaudido por todas las fuerzas constitucionales tanto en el País Vasco como en el resto de España. Se le tiene como persona seria y, aun habiendo sido un hombre de Sánchez, puede aunar a las diferentes familias.
No obstante, ¿es López el revulsivo que el Partido Socialista necesita para volver a erigirse en principal partido de la izquierda y alternativa de gobierno? ¿Tiene el carisma suficiente para frenar la sangría que le roba votos al PSOE, Rivera por la derecha e Iglesias por la izquierda?
Por el momento, la gestora no tiene prisas por convocar el próximo Congreso Federal. Quizá, de aquí a entonces (a este ritmo puede pasar mucho tiempo), surja de entre las sombras un campeón que una a todas las facciones de la organización, que consiga reconciliarse con el pueblo, que conecte la voluntad ciudadana con las políticas del partido, que genere la ilusión necesaria para que la gente le siga y que, finalmente, logre aunar a todas las almas perdidas del socialismo español.
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