viernes, 15 de enero de 2016

DICTATOR REI GERUNDAE CAUSA


Pongámonos en situación: Aníbal, Comandante en Jefe del ejército cartaginés cruza los Alpes proveniente desde Hispania, llegando hasta la Península Itálica y, con un gran contingente, derrota a varios cónsules enviados para hacerle frente y masacra una numerosa cantidad de legiones. Avanzando, llega hasta Roma, donde la población grita aterrorizada la famosa frase "Hannibal ad portas" (Aníbal a las puertas). En ese momento de crisis, el Senado Romano se reúne y toma la decisión de recurrir a una magistratura excepcional, la dictadura.*
La verdad es que, si bien la dictadura se creó para momentos de extrema necesidad, fue utilizada en un buen número de ocasiones. Durante casi 500 años de existencia de la República, se recurrió a esta magistratura especial unas 90 veces. La mayoría de ellas en virtud de una Rei Gerundae Causa (para llevar a cabo una guerra) pero otras veces para sofocar una rebelión, para convocar unos comicios o para cumplir con algún rito religioso.
El dictador era nombrado por uno de los cónsules, a instancia del Senado. En ese momento, recibía una serie de poderes extraordinarios que le permitiesen acabar "como fuese" con el estado de emergencia creado. Entre esos poderes estaba el mando supremo del ejército, la capacidad de realizar cualquier iniciativa sin consultar al Senado o al Pueblo, y la posibilidad de juzgar y castigar a alguien sin opción a apelación.
El puesto llevaba incorporado el cargo de magister populi, general de infantería, y la potestad de nombrar al magister equitum, su segundo al mando, para comandar la caballería.
Al dictador le acompañaba una camarilla de 24 lictores (una especie de escoltas que le abrían el paso y garantizaban el orden público), el doble que a los cónsules.
El poder exagerado que acumulaba en su persona el dictador venía compensado con la brevedad del cargo. El tiempo máximo para desempeñar la magistratura era de 6 meses.
La magistratura no estaba asociada a un sentimiento tiránico. Por lo general, los ciudadanos que desempeñaron el cargo realizaron con éxito su labor, pasando algunos a la historia y siendo recordados por su patriotismo.
Cabe destacar, dentro de la larga lista, a Tito Larcio Flavo, primer dictador de la República, que fue investido para solucionar la rebelión de los plebeyos al negarse a ser reclutados para las legiones; a Quinto Marcio Cincinato, que le llegó la petición cuando estaba arando sus campos, y que venció a los ecuos y los volscos cuando pretendían invadir Roma; y a Marco Furio Camilo, que fue dictador en cinco ocasiones, conquistando la ciudad de Veyes, luchando contra varios enemigos de la República y rechazando a los galos que saquearon Roma. Tras su labor, el pueblo le reconoció su gran valor y le nombró "Segundo fundador de Roma".
Tras la Segunda Guerra Púnica, la magistratura cayó en desuso, quizá por el miedo a que alguien abusase de ella y se convirtiese en tirano. En momentos de emergencia se recurrió al Senatus Consultum Ultimum, un decreto que declaraba el estado de excepción y ampliaba el poder de los cónsules.
Y entonces... llegó Sila. Tras una guerra civil y vencer al rey Mitridates del Ponto, entró con sus legiones en Roma y se hizo proclamar dictador.
Bajo la misión de traer la estabilidad a la República y realizar una amplia reforma legislativa, Lucio Cornelio Sila fue investido dictador "sin límite de tiempo".
Sila llegó con el fantasma de la tiranía bajo el brazo. Reformó las leyes y se restableció el orden, pero todo eso vino acompañado de proscripciones, confiscaciones y ejecuciones de sus enemigos.
Tras dos años y medio, y frente al estupor de sus contemporáneos, renunció a su puesto y se retiró a una villa, donde no tardó en morir.
La institución fue abolida en el 44 a.C. por Marco Antonio pero, antes de eso, aún iba a ser desempeñada una última vez. No obstante, creo que "el más grande romano que jamás ha existido" (como le catalogan algunos, un servidor incluido) se merece un artículo entero. Me refiero, por supuesto, a Cayo Julio César.


* Ésta es una licencia narrativa que me tomo para transmitir el sentimiento de "emergencia". En realidad, cuando Aníbal llegó a las puertas de Roma, no se nombró ningún dictador (aunque sí que se recurrió a la magistratura durante esa guerra).

                                                                                                                 Imperator Caesar Cerverius













Bibliografía:
MCCULLOUGH, C. (1993). Favoritos de la Fortuna.

NEGRETE, J. (2011). Roma Victoriosa.

PINA POLO, F. (1999). La crisis de la República (133-44 a.C.)

POSTEGUILLO, S. (2008). Africanus, el hijo del cónsul.

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