De nuevo quiero acercaros otro pequeño trabajo que realicé en el máster de investigación que estoy cursando. He pensado que podría gustaros ya que la temática es realmente interesante.
Podríamos definir las prácticas de cuidado, como todas aquellas actividades que cubrían todas las necesidades, biológicas, emocionales y personales, básicas para el mantenimiento de la vida humana. Estas actividades incluirían una serie de acciones y atenciones, que, asegurasen la consecución del bienestar y la salud del grupo familiar, entre las cuales se encontraban la maternidad (gestación y parto) y la crianza de los niños y niñas. (Delgado Hervás, 2016); estas acciones conllevaban una serie de rituales y celebraciones religiosas, a través de los cuales, las divinidades, asegurasen la prosperidad familiar y también personal, proporcionando salud a la madre y bebé, durante el embarazo y parto, que los niños y niñas crecieran sanas y fuertes, o proporcionar un buen tránsito a la otra vida, en caso de fallecimiento, este tipo de prácticas es lo que denominamos: cultos domésticos (Delgado Hervás, 2016; Meyers 2016).
Contamos con múltiples evidencias de estos rituales domésticos,
tanto en las fuentes literarias, especialmente en los pasajes bíblicos, como a
través de la arqueología mediterránea: desde la faja siro-palestina, pasando
por el mediterráneo central hasta las costas occidentales, en todas estas áreas
donde se asentaron comunidades fenicias, se han localizado restos de espacios
domésticos dedicados a estas prácticas religiosas, destacable es el caso del
yacimiento de Motya (Sicilia), donde se excavó una gran casa señorial del siglo
IV a.C., “Casa del Sacello Domestico”, que contaba con un santuario doméstico,
en el que se encontraron una pequeña maqueta de un templo, una moneda, un
astrágalo bovino y un mueble de terracota en forma de columna estriada,
rematada por un capitel eólico (Nigro, 2007). Como muestra el caso siciliano,
estos espacios contaban con una serie de elementos y materiales, que se
utilizaban durante las prácticas rituales, como podían ser: cerámicas para
realizar libaciones; lucernas, inciensos o quemaperfumes, representaciones antropomorfas
de animales en vasos y figurillas o huevos de avestruz decorados, árulas y toda
una serie de amuletos y joyas, que también encontramos en contextos funerarios.
(Delgado Hervás, 2016; Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012).
Las fuentes, indican que, las mujeres tenían una
participación muy activa dentro de los cultos domésticos; ellas eran,
posiblemente, las protagonistas, o poseían un importante papel como oficiantes
y dirigentes culticas, en la práctica de estos rituales, como aquellos
dedicados: a la elaboración de alimentos, ya fuera para ceremonias familiares o
ceremonias de la comunidad en otros contextos fuera del hogar, como por ejemplo
para uso como ofrenda en un templo o santuario. (Ackerman, 2008). En los ritos funerarios, el papel de las
mujeres, comenzaba en los momentos previos a la muerte con el cántico de los
lamentos y el toque de los panaderos, como nos atestiguan figuras femeninas de
terracota tocando el panadero, en el cementerio fenicio de Achziv,
Israel (Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012); también a ellas tocaba la tarea
de la preparación del cuerpo del o la difunta, para el viaje al más allá, en
próximo oriente antiguo, hay textos literarios, que informan que en los casos
de incineración del cuerpo, el ungido y protección de los huesos, era una
práctica que realizaba la mujer, las hermanas o las hijas de la persona difunta
(Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012). Entre estas tareas de preparación, las
mujeres, colocaban joyas, estas alhajas, no eran meros adornos, sino que se
trataban de amuletos a los que se les confería un importante poder mágico, que
protegía a los vivos de enfermedades, de males de ojo o de las acciones de
espíritus o demonios, así como, aportarles grandes beneficios, por ejemplo
fertilidad o propiciar la sexualidad, pero igual que brindaban protección en la
vida, lo hacían durante el tránsito de la muerte, momento en que la persona
fallecida, atravesaba un espacio liminal habitado por demonios y espíritus
malignos, ante los que, los amuletos le salvaguardaban (Delgado Hervás y Ferrer
Martín, 2012). También eran las mujeres, las encargadas, de todas las prácticas
mágicas y cultuales que protegieran a las mujeres embarazadas y al feto durante
el periodo de gestación, llevar a término un buen parto y asegurar a madre e
hijo/a durante la lactancia y el primer año de vida, momentos más complicados y
peligrosos de la maternidad.
Imagen 2. Mujer tocando el pandero, museo necrópolis fenicia
de Achziv, Israel.
La maternidad, exigía una protección mágica e
importantes cuidados, ya que como hemos comentado, se trataba de uno de los
tránsitos de la vida más difíciles de llevar a término, sin el fallecimiento o
enfermedad de madre y/o infante. Las mujeres poseían una baja esperanza de
vida, tanto en los contextos fenicios levantinos, como en los occidentales,
entre 20 y 25 años, para el área cananea (Delgado Hervás, 2016), Meyers en “Women´s
Live” (Meyers, 2016), ha relacionado estas cifras con los primeros embarazos y
partos de jóvenes durante la pubertad; a su vez, el primer año de edad, el
periodo de lactancia y final de este, eran momentos difíciles para los y las
niñas, constatándose una alta tasa de mortalidad infantil. Para enfrentarse a
este ciclo vital, eran las mujeres las que realizaban los rituales, que
asegurasen la supervivencia y buena salud de madre e hijos/as y las que poseían
el conocimiento esotérico y mágico que les permitiera llevar a cabo este tipo
de cuidados, a mujeres y en especial a los/as niños/as especialmente (Delgado Hervás, 2016; Meyers 2016); entre estos
destacan, el uso de plegarias, prácticas
mágicas en las que utilizaban objetos y materiales con cualidades apotropaicas
que alejaran de madre y niños/as, las fuerzas oscuras, como la imagen del dios
Bes, divinidad protectora del espacio doméstico, las mujeres gestantes y de la
infancia (Delgado Hervás, 2016), deidad presente en abundancia en las
comunidades fenicio-púnicas occidentales, como en la isla de Ibiza, donde la
iconografía de Bes se ha encontrado representada, entre otros: en espejos,
joyeros o cajas de perfumes, todo objetos con importante carácter mágico-ritual.
Bes, junto a otras deidades, se representaron en amuletos de arcilla, hueso,
pasta vítrea o marfil (Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012). También se han
encontrado en santuarios, tumbas y viviendas, en especial en áreas levantinas,
figurillas de arcilla cocida de mujeres embarazadas; de figuras femeninas que
sujetan sus senos con ambas manos, posible símbolo de lactancia o de sexualidad
femenina; figurillas femeninas, encontradas en Ibiza presentan anforiscos y
bellotas colgadas al cuello y en Chipre representaciones de niños que portan
cabezas demoníacas y símbolos fálicos (Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012; Delgado
Hervás, 2016, Velázquez, 2007).
Imagen 3. Moldes arcilla dios Bes. (MAEF).
De nuevo es importante destacar el uso de joyería con
cualidades mágicas y apotropaicas, como hemos dicho las usaron en la vida y en
la muerte, hallazgos en diferentes necrópolis tanto fenicias, como púnicas, nos
muestran el uso de diferentes ornamentos, cuentas, pendientes y aros,
brazaletes, anillos, elaborados tanto con metales nobles y piedras preciosas
y/o semipreciosas, así como de hueso, bronce o elementos vegetales (huesos de
aceitunas perforados) o arcilla cocida. Los primeros elaborados con oro o
plata, se consideraba que poseían mayor capacidad de protección que aquellos
amuletos realizados en materiales comunes. Hay que destacar el uso de
pendientes y aros con forma de medialuna, denominados lunetas, amuletos
protectores que propiciaban la fecundidad, los llevaban habitualmente mujeres y
niños y niñas, en ocasiones hombres y animales domésticos también los lucían
(Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012).
Tanto la arqueología como los textos antiguos nos
indican que el uso de amuletos protectores y mágicos fue preferencial entre
mujeres y niños. Sin embargo, se ha documentado su uso en individuos
masculinos, en contextos funerarios, como en la necrópolis de Cartago (Delgado
Hervás y Ferrer Martín, 2012; Velázquez, 2007). En cualquier caso, el hecho de
que el uso de amuletos protectores fuera dominante en infantes y mujeres, no
hace sino probablemente confirmar, que el conocimiento de las capacidades
mágicas que podían conferir los amuletos era de las mujeres. Por ello, si
tenemos en cuenta que los amuletos eran parte de los cultos domésticos, este
hecho no haría sino sustentar, las teorías de que eran las mujeres, las que
llevaban a término la mayoría de
rituales y prácticas cultuales y mágicas, así como ser las poseedoras de los
conocimientos esotéricos, para el cuidado y protección de la familia, que como
indica Delgado Hervás (2016), no es sino la materialización del amor y las
emociones que esas mujeres sintieron por sus hijas e hijos y por el computo de
su familia.
Imagen 4. Estatuilla femenina de terracota, decorada con joyería y kálathos. (MAEF)
ÍNDICE DE IMÁGENES
· Imagen
portada. Deidades femeninas fenicias, Museu Arqueològic d´Evissa i Formentera
(MAEF). Extraída de Periódico de Ibiza [https://www.periodicodeibiza.es/sfAttachPlugin/190544.jpg].
·
Imagen 1. Huevos de avestruz decorados. Museu
Arqueològic d´Evissa i Formentera. Extraída de MAEF. [https://maef.eu/].
· Imagen
2. Mujer tocando el pandero, necrópolis fenicia de Achziv, Israel.
Extraída de Meisterdrucke [https://www.meisterdrucke.es/artista/Phoenician.html].
· Imagen
3. Moldes arcilla dios Bes. (MAEF). Extraída MAEF [https://maef.eu/].
· Imagen
4. Estatuilla femenina de terracota,
decorada con joyería y kálathos. Extraída MAEF [https://maef.eu/].
BIBLIOGRAFÍA
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del Museu Arqueològic d´Eivissa i Formentera, 2007, pp. 97-142.
WEBTECA
MUSEU
ARQUEÒLOGIC D´EVISSA I FORMENTERA. [https://maef.eu/].
Meisterdruke.
Kunstreproduktionen, fine art prints. [https://www.meisterdrucke.es/].
Miss Rocher de la Tormenta
Febrero 2022.