Los españoles solemos dividirnos, a grandes rasgos, entre merengues y culés, amantes de la tortilla de patata con cebolla o sin cebolla, de derechas o de izquierdas… pero un acontecimiento nos ha unido a todos bajo una misma causa: nos sentimos inmensamente defraudados (excepto un 4% de la población) por la elección de la representante española para el próximo certamen de Eurovisión que se celebrará el sábado 14 de mayo en Turín, Italia.
Pero retrotraigámonos al pasado. A hace una semana, cuando
se celebró el Benidorm Fest que debería escoger al candidato
nacional. Lo que parecía un trámite más, como cualquier otro año, con poco
interés de la audiencia, se convirtió en un evento ampliamente seguido en Televisión
Española y que desbordó de comentarios la red social Twitter.
De entre un total de 886 solicitudes, TVE preseleccionó 14
temas que se batirían el cobre en 2 semifinales de 7 artistas diferentes, el
miércoles 26 y el jueves 27 de enero. En dichas cribas, se escogieron las 8
actuaciones que competirían el sábado 29 por el gran honor de representar a
España en Eurovisión. De ambas semifinales, salieron dos claras favoritas: Rigoberta
Bandini, con “Ay mama”, un homenaje indie a las madres con
mensaje feminista incluido, que busca empoderar a la mujer y que juega con el
doble significado de la palabra mama (refiriéndose a madre o pecho); y Tanxugueiras,
con “Terra”, una canción con mezcla de ritmos electrónicos y tradicionales,
mayoritariamente en lengua gallega, pero que también tiene participación del
catalán, euskera y castellano, y que habla de fiesta, arte y traspasar fronteiras.
En éstas nos plantamos en la final del Benidorm Fest y, para
el que no las supiese, se recordaron las reglas de la competición. El 50%
vendría de la decisión de un “Jurado Profesional”, presente en el certamen; el
25% saldría de un “Jurado Demoscópico”, elegido al azar, según normas
estadísticas, representando a miembros de todas las CCAA, grupos de edad, género...; y el 25% restante sería el resultado del “Televoto”, fruto de las
llamadas y mensajes enviados por la audiencia de TVE. Nada hacía prever la
tragedia que terminaría sucediendo. Apareció una tercera candidata, Chanel,
con “SloMo”, una pieza de ritmos latino-reggaetoneros, que no
está muy claro de lo que habla más allá de que asegura que “El mundo está loco
con este party”, atestigua que “Yo vuelvo loquito a todos los daddies”, afirma
que “Yo siempre toy ready” y apostata que “Hasta el final, yo no me detengo”.
Ante todo pronóstico, la “tapada” se llevó el gato al agua
en una elección en la que se vio que el peso del voto del Jurado Profesional
estaba claramente “dopado”. Las redes hirvieron y expulsaron bilis en 280
caracteres. La audiencia no entendió cómo la victoria se les había escapado
entre los dedos después de una semana en la que sus favoritas habían sonado
hasta la saciedad.
Las acusaciones de “tongo” y “parcialidad” hacia Televisión
Española hicieron que el pasado miércoles 3 de febrero compareciese ante los
medios, en rueda de prensa, María Eizaguirre, Directora de
Comunicación de RTVE. En un intento vano de demostrar que no había lugar a la
queja, se desglosaron los porcentajes de los tres grupos votantes, mostrando
que el Jurado Demoscópico había posicionado muy parejas a las tres canciones, con
una diferencia de un 1%; el Jurado Profesional había dado la victoria a Chanel,
seguida de cerca por Rigoberta Bandini pero muy alejadas de Tanxugueiras, que
caía a la quinta posición (esto ya se conocía de la noche de la gala); y el Televoto
había optado de forma aplastante (con un 70,75%) por el trío gallego, seguido
de lejos por la cantante feminista (con un 18,08%) y a años luz de la ganadora
de la noche (con un 3,97%).
Con tal victoria contundente del “Jurado Popular”, ¿cómo es
posible que el primer puesto acabase siendo para una canción elegida por 5
personas? ¡¡Son las matemáticas, amigos!!
En el momento en el que se trazaron las bases, TVE sabía muy
bien lo que hacía. Otorgaba al Jurado Profesional un 50% del poder, dándole prácticamente
derecho a veto al poder hundir a un artista en concreto o aupar al campeón de
la cadena. Además, para más inri, dividía el voto popular fraccionándolo en Jurado
Demoscópico (que suponemos que realmente estará formado por personas al azar de
todos los grupos territoriales, de género y condición) y Televoto.
Que un candidato con un 71% de los votos de la audiencia no
termine siendo el vencedor no es sino un escupitajo de TVE en la cara de los espectadores. “Queremos tu dinero, pero no tu opinión”, parece decir la televisión
nacional. Al fin y al cabo, 192.000 llamadas/mensajes a 1,45 € hace una
cantidad nada desdeñable.
Que las bases estaban escritas antes de abrir el periodo de
inscripción está claro, pero que el sistema de votación era del todo menos
justo, también. Había varias alternativas. Desde dar una participación
igualitaria a los tres grupos, con un 33% cada uno), a fraccionar el voto en
dos, Jurado Profesional + Televoto, descartando el Jurado Demoscópico y unificando
el voto “popular”. Pero está claro que TVE quería seguir teniendo la sartén por
el mango para que no se le “colase” otro Rodolfo Chikilicuatre.
Lo verdaderamente penoso del asunto es que se ha perdido la
oportunidad de enviar a Europa una canción rompedora, con un mensaje crítico y
empapada de la ilusión de la gente. Seguramente, los fans de Rigoberta habrían
aplaudido la elección de las Tanxugueiras y los seguidores de las gallegas
habrían gozado con la victoria de la cantante barcelonesa. Por contra, tenemos
que comulgar con un tema que pertenece a un estilo musical que, a muchos, nos causa hartazgo
el escucharlo por la radio y que abjuramos de cualquier nexo de unión con él.
Como todo lo que se discute en las redes sociales, el debate
se ha pasado de frenada, con amenazas a los miembros del Jurado Profesional y
con insultos a Chanel, que decidió eliminar su cuenta de Twitter ante el
aluvión de improperios. Obviamente, esa pobre chica no tiene ninguna culpa de
todo lo ocurrido y se la está hundiendo en el que debería ser el momento más
feliz de su vida. Sus rivales (que no enemigos) en el concurso se han
apresurado a mostrar su apoyo a la artista hispano-cubana.
El verdadero culpable de todo el motín creado no es sino el
grupo organizador del Benidorm Fest, miembros de TVE, que han intentado disimular
un “dedazo” disfrazándolo de democracia. Han engañado a un pueblo que había
recuperado la ilusión por un festival, el de Eurovisión, que en los últimos
años había ido decayendo en interés.
Más vale que el Ente Público tome buena nota para las próximas
ediciones del certamen. Esperemos que, el año que viene, dejen de tener miedo
de nuestras tetas, porque veñen pra quedar. Non hai fronteiras.
Imperator
Caesar Cerverius
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