Frío, inteligente, implacable… pero también bebedor, mujeriego y excesivo. Tómense todas esas características y agítense bien (no remover) en una coctelera. Sírvase frío en un esmoquin hecho a medida. El resultado: 007.
James Bond, el oficial de Inteligencia Naval
de la Marina Real Británica, convertido en agente secreto con “licencia para
matar”, protagonizó 12 novelas escritas por Ian Fleming y
consiguió dar el salto a la gran pantalla para convertirse en una de las
franquicias más exitosas del panorama cinematográfico. A lo largo de la
historia del personaje, ha sido interpretado por 8 actores diferentes. Cada
uno, con su estilo; algunos, más cercanos al carácter novelesco; otros, nacidos
para brillar en pantalla; incluso, en ocasiones, tan parecidos como un huevo a
una castaña. Pero todos, sin excepción, con el honor de haber estado al
servicio secreto de Su Majestad.
Barry Nelson (1954)
El primer actor en interpretar a 007 fue, aunque mucha gente
lo desconozca, Barry Nelson. Lo hizo en una dramatización para un
programa de televisión de la CBS llamado Climax Mystery Theater.
En dicho episodio, de unos 48 minutos de duración, el estadounidense (sí,
estadounidense) Barry Nelson interpretó a Jimmy Bond, misterioso agente de la
CIA, en la adaptación de la primera novela de Fleming: Casino Royale (Fleming
I., 1953). De esta forma, en la pequeña pantalla, y en blanco y negro, este Climax
Mystery Theater: Casino Royale (1954) se convirtió en el primer producto audiovisual
que pudieron ver los fans del agente secreto. Por suerte, la franquicia tomó
otros derroteros.
Sean Connery (1962-1967)
Si decíamos que Barry Nelson fue un interprete episódico y
casual, de Sean Connery sí que podemos decir que fue “el primer
Bond”. Para muchos, siempre será el mejor 007 que ha existido, aunque no sea el
más cercano al personaje de Ian Fleming. Es más, inicialmente, la elección del
actor no fue del agrado del escritor. No obstante, con el tiempo, el autor
debió de acostumbrarse al intérprete, ya que introdujo en una de sus novelas el
origen escocés del padre de Bond para alinearlo con la nacionalidad de Connery.
El 007 de Connery es pura Guerra Fría. Con las gafas del
siglo XXI, el personaje destila el peor machismo de la saga, aunque, para su
tiempo, maridase perfectamente con el ambiente de la época.
Connery siempre se sintió infravalorado y escasamente pagado
por sus servicios. Hablamos de 100.000$ en su primera película, Agente 007
contra el Dr. No (1962), y llegando hasta 800.000$ en Sólo se vive dos
veces (1967). Aunque pueda parecer poco (incluso ajustando la inflación a
la actualidad, es una cantidad bastante pobre), hay que tener en cuenta que
eran películas con muy poco presupuesto (1,1 millones en la primera y 9,5
millones en la quinta). De esta forma, hastiado por el personaje y por su
conflicto con los productores, decidió abandonar la franquicia.
David Niven (1967)
Desde aquel episodio de televisión de Casino Royale
para Climax!, en el ’54, los derechos para la adaptación de la novela
habían ido cambiando de manos. Así fue como llegaron hasta Charles K. Fedman
y la Columbia Pictures, que decidieron realizar una película paródica, Casino
Royale (1967). El inglés David Niven se puso a las órdenes de
hasta cinco directores diferentes, que trabajaron coordinados, para dar vida a
un James Bond retirado que tiene que volver a la acción. La crítica tildó la
película como “incoherente y vulgar”.
Este largometraje no pertenece a la franquicia canónica
realizada por EON Productions (poseedora de los derechos de la
saga y responsable de casi todas las películas de Bond), por lo que se la tiene
como una rara avis.
George Lazenby (1969)
Con el abandono de Sean Connery, hubo que buscarle un
sustituto. George Lazenby, un modelo australiano, sin experiencia
en la interpretación, fue el elegido para personificar a un Bond bonachón y
cercano. Al servicio secreto de Su Majestad (1969) adaptó fielmente la
novela homónima y, aunque se la criticó desfavorablemente en su día, la
perspectiva general ha ido mejorando hasta convertirse en la película favorita
de la franquicia para mucha gente.
Pese a que Lazenby había firmado un contrato para
interpretar a Bond a lo largo de siete películas, influencias cercanas hicieron
que no quisiese repetir el personaje. El miedo al encasillamiento, las
diferencias abismales entre su propia forma de vida (más cercanas al mundo
hippie) y la del agente secreto (derrochadora y violenta) y la creencia en que
los largometrajes de Bond tendrían una caducidad cercana, contribuyeron al
segundo abandono de la saga.
Sean Connery (1971)
Si bien EON Productions quería explorar nuevos actores para
el papel, United Artists (encargada de la distribución) quiso
volver al Bond original. Extendieron un cheque a Sean Connery por 1.250.000$,
una cifra récord para la época, y compraron al actor.
Aunque Diamantes para la eternidad (1971) era la
primera cinta de un acuerdo de dos largometrajes, prorrogable incluso a más
películas, Connery quiso renunciar definitivamente a la saga (ya veremos más
adelante que no fue así del todo).
Roger Moore (1973-1985)
Vive y deja morir (1973) no sólo trajo a un nuevo
actor, sino también a un nuevo Bond. El inglés Roger Moore
ofreció una interpretación más amable y divertida, con comentarios satíricos y
un rostro simpático. Su caracterización de 007 se alargó hasta Panorama para
matar (1985), lo que le convierte en el actor que en más películas
(oficiales) ha interpretado al agente secreto. Su actuación fue del agrado
tanto del público como de los productores. Si no hubiese sido por su avanzada
edad (interpretó por última vez a Bond con 58 años), todavía seguiría
encarnando el papel “sin tiempo para morir”.
Sean Connery (1983)
Ya habíamos spoileado que Diamantes para la eternidad
(1971) no iba a suponer el adiós definitivo de Sean Connery para el personaje
(aunque sí para la franquicia). Pues bien, resulta que, muchos años antes de
que EON Productions se hiciese con los derechos cinematográficos de James Bond,
el guionista Kevin McClory había colaborado con Ian Fleming en un
guión para una posible película sobre 007 que no llegó a realizarse. Fleming
aprovechó parte de las ideas de ese guión fracasado para escribir su novela Operación
Trueno (Fleming I., 1961). Esto conllevó a una demanda de McClory a Fleming
que se solventó con un acuerdo.
Operación Trueno (1965), interpretada por Sean
Connery, se convirtió en la cuarta película de EON Productions sobre Bond. En
ella, se cedieron los créditos de la producción, en exclusiva, a McClory. Los
productores habituales, Albert Broccoli y Harry Saltzman,
figuraron como meros productores ejecutivos. Además, McClory conservaría los
derechos para realizar un remake en el futuro.
El momento había llegado y McClory sabía que la única forma
de presentar un 007 sostenible, fuera de la franquicia canónica, era con el
Bond original. Le pusieron a Sean Connery 10 millones de dólares sobre la mesa
y, de esta forma, nació Nunca digas nunca jamás (1983), título que hacía
clara alusión a la negativa de Connery de volver a interpretar al personaje.
Aun con la vuelta de “el mejor Bond”, la película apócrifa
de McClory no consiguió vencer a la canónica Octopussy (1983), que se
estrenó el mismo año y que, con menor presupuesto, logró una mayor recaudación.
El James Bond con peluquín, barriguita y desmejorado, que
“nunca jamás” debería haber vuelto, fue la despedida definitiva (ahora sí) del
007 de Connery.
Timothy Dalton (1986-1993)
Hasta en dos ocasiones había rechazado el Galés Timothy
Dalton encarnar a James Bond. Una en 1968, recayendo, entonces, en
George Lazenby. Otra en los inicios de los ’80, supuestamente para ir buscando
un relevo a Moore. Por fin, a la tercera fue la vencida y Dalton rodó 007:
Alta Tensión (1987). La película fue un éxito de taquilla y los lectores
aplaudieron la fidelidad de la interpretación de Dalton al personaje novelesco.
No obstante, este Bond era más violento y estoico. Un muro de hielo.
Aunque Dalton tenía un acuerdo con EON Productions para
rodar tres películas, la tercera se retrasó varios años por conflictos
judiciales. Cuando, por fin, éstos se resolvieron, Dalton renunció a continuar,
desmotivado por los 5 años que habían pasado.
Pierce Brosnan (1995-2002)
Al igual que Timothy Dalton, Pierce Brosnan ya
había sido considerado para ser 007 anteriormente. En su caso, no fue por
voluntad propia, sino un lance del destino. El irlandés ya estaba confirmado
para encarnar al agente secreto en 007: Alta Tensión (1987). Aupado a la
fama por la serie Remington Steele (1982-1987), ésta había sido
cancelada al finalizar su cuarta temporada, lo que dio la oportunidad a Brosnan
de centrarse en otros proyectos. Aunque la cadena de televisión NBC
tenía 60 días para revocar la cancelación, todo parecía hecho, por lo que Brosnan
llegó a hacer pruebas de vestuario y cámara para la película. Pero todo se
torció el sexagésimo día. La NBC renovó la serie por una quinta temporada, lo
que atrapaba de nuevo al irlandés, despojándole de su “licencia para matar”.
Años después, demostrando que el 007 no es el vagón de un
tren que sólo pasa una vez en la vida, Pierce Brosnan tuvo la oportunidad de
volver a la saga y ofrecernos un James Bond que aunaba las virtudes de sus
predecesores. Viril, cercano, simpático y dramático, todo a la vez. Parecía
encarnar el 007 estándar. Además, tuvo que asumir una “recolocación” del papel,
al haber finalizado la Guerra Fría, buscando otro tipo de villanos.
Las películas protagonizadas por Brosnan, desde Goldeneye
(1995) hasta Muere otro día (2002), fueron todas éxitos de
taquilla. Su relevo fue una cuestión meramente de edad.
Daniel Craig (2006-2021)
En 1999 EON Productions había recuperado los derechos de la
novela Casino Royale (Fleming I., 1953), que tanto habían danzado.
Compartían participación con la Metro-Goldwyn-Mayer, en esos momentos
con parte del accionariado en Sony Pictures, que poseía también Columbia
Pictures (productora que había rodado el Casino Royale anterior).
Inicialmente, se pensó en una película con Pierce Brosnan
como 007, pero su avanzada edad les hizo desestimarlo. Su sustituto, no exento
de polémica, fue el inglés Daniel Craig. Los detractores alegaron
razones tan triviales como el color rubio de su pelo, su baja estatura o su
constitución musculada. Por suerte, Barbara Broccoli y Michael
Wilson, mandamases de EON Productions e hijos de Albert Broccoli,
co-fundador de EON y productor, hasta su muerte, de todas las películas de
Bond, tenían la decisión bien tomada.
Con Casino Royale (2006), adaptando la primera novela
de Ian Fleming, Craig tuvo la oportunidad de reiniciar al personaje y a la
franquicia. Además, la saga pasó de ser procedimental (con películas
autoconclusivas sin referencias entre sí), a ser argumental (generando un lore
y siendo cada entrega continuación de la anterior).
El éxito de la “Saga Craig” llegó a su máximo exponente con Skyfall
(2012), con una recaudación de 1.108 millones de dólares. Cifra que,
seguramente, no se vea superada por la última entrega, Sin tiempo para morir
(2021) que, aunque lleva en estos momentos 605 millones recaudados, los
coletazos de la pandemia impedirán que suba mucho más.
Si Brosnan fue el Bond de los ’90, en cuanto a repercusión
post-Guerra Fría y modernización, a Craig se le puede llamar el Bond del siglo
XXI. Con una figura musculada que llena el esmoquin y un carácter que, aunque
frío en sus inicios, denota sentimientos en lo más profundo de su ser, este 007 nos ha ofrecido, con este ciclo que cierra su última película, uno de los mejores Bond de la franquicia.
El futuro de la franquicia
El próximo Bond siempre ha sido una apuesta tan difícil de
acertar como el juego de la ruleta. Hemos hablado de los que fueron, pero hubo
otros muchos que se quedaron marcados en las quinielas, como Michael Gambon,
Burt Reynolds, Jude Law, Ewan McGregor,
Liam Neeson, Mel Gibson, Russell Crowe,
Sam Neill o James Brolin. Y, ahora que se ha
cerrado el ciclo de Daniel Craig, quién sabe el que estará encargado de
conducir el Aston Martin y beberse el Martini seco con vodka. ¿Henry Cavill?
¿Idris Elba? ¿Tom Hardy? O, quizá, nos estemos
equivocando al buscar un nuevo James Bond cuando lo próximo en llegar sea Bond…
Jane Bond.
Imperator Caesar
Cerverius
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