Un gran poder conlleva
una gran responsabilidad.
Una frase sencilla. Lógica y obvia, si se toma un par de segundos
para analizarla. Una frase que se le atribuye al Tío Ben. Ben Parker tuvo que
hacerse cargo de Peter, el hijo de su hermano, cuando este último murió. La
experiencia y la vejez le dieron la sabiduría para asumir esa sentencia y
transmitírsela a su adolescente sobrino: “Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad”. Lapidaria, ¿no? Pues por muy evidente que fuese, Peter Parker
fue incapaz de asumirla a tiempo y tuvo que ver cómo su tía se quedaba viuda
por no haber sabido él interiorizar esa frase. A Peter Parker (Spiderman para
sus amigos y vecinos) hoy le conocemos como un superhéroe, pero en sus inicios
no aprovechó sus poderes para luchar contra el crimen, sino para lucrarse. Pudo
detener a un malhechor que pasó por delante de sus narices, pero no quiso
involucrarse. Al llegar a casa de sus tíos, pudo comprobar cómo ese mismo
malhechor había robado y asesinado al bueno del Tío Ben. Peter no asumió la
responsabilidad de su poder y tuvo que pagarlo en sus carnes, como una buena
obra literaria exige.
Pablo Iglesias no es un superhéroe (aunque para algunos lo
haya sido y para algunos aún lo sea), pero sí que tiene un gran poder: Abrió el
melón del bipartidismo y amplió el espectro político más allá de gaviotas y
rosas. Infundió esperanza a mucha gente, que vio a un ser llano, como ellos,
capaz de llegar al Congreso y cambiar las cosas. Desalojar a los poderosos
corruptos y traer el bien al Pueblo. Pero un gran poder conlleva una gran
responsabilidad.
Hace cuatro años, con Podemos todavía en pañales, el partido
morado no quiso meterse en callejones sin salida, llenando listas con personas
desconocidas que podrían salirles rana. En cambio, apoyó la creación de
plataformas ciudadanas que asaltasen los ayuntamientos y trajesen el cambio.
Así llegó el bastón de mando a personas como Manuela Carmena en Madrid, Ada
Colau en Barcelona o Pedro Santiesteve en Zaragoza. Los “ayuntamientos del
cambio” se propagaron por toda la península insuflando un soplo de aire limpio
al corrompido sistema municipal español.
Durante estos cuatro años, Pablo Iglesias ha ganado en
poder, pero no lo ha usado con responsabilidad. Ha acallado y expulsado a los
críticos y se ha rodeado del séquito que le regala los oídos. Ha entrado en esa
burbuja de los poderosos que les desconecta de la población. Sólo así puede
justificarse algunas de sus decisiones en su vida personal. Sigue siendo un
adolescente, como Peter, que quiere conseguir sus deseos a toda costa y sin
importarle lo que se lleve por delante.
Quizá, durante esta legislatura municipal, Iglesias tenía
claro que las plataformas ciudadanas que hace cuatro años triunfaron, llegado
el momento se replegarían y cantarían las alabanzas de San Pablo para que
llegase con su potente partido Podemos para tomar el relevo y continuar con
esos ayuntamientos del cambio. En vez de eso, ha permitido ir en una lista
separada de Zaragoza en Común o de Más Madrid en la Comunidad. Su burbuja y/o
su séquito le hicieron creer que iban a partir la pana y que, si las
plataformas no se plegaban ante él, los ciudadanos sí que lo harían.
Consecuencia: la fragmentación de la izquierda. La división de votos y la
ausencia de un proyecto común se lo ha puesto en bandeja a la derecha, que ha
aprovechado para ocupar esos lugares.
Fácil sería decir “con su pan se lo coman”, el electorado
les ha castigado, pues que lo paguen quedándose en la oposición. Pero es que
los que verdaderamente van a pagar los platos rotos, son los ciudadanos. Con el
auge de la derecha, vendrán las privatizaciones, los cortijos, los toros, la
vuelta al reaccionarismo, los sobres, los dedazos, los amiguismos, el
clientelismo, el fin de la participación. Llegarán la pérdida de las libertades
y de las políticas sociales.
Quizá sea necesaria una catarsis para que vengan otros y
arrastren a éstos. Otros que piensen en el Pueblo y que, años después, sigan
pensando en él como el primer día. Otros que, cuando alcancen el poder, sepan
ver que lo tienen que utilizar con responsabilidad.
Imperator Caesar
Cerverius.
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