Un niño nunca debería vivir aterrado. Ni tener miedos físicos, solamente en pesadillas que puedan ser calmadas con sueños en los que se convierte en un valiente príncipe que lucha y derrota a dragones.
Pero en la infancia de Andre Agassi no se cumplían ninguna de las dos circunstancias. Tenía miedo a su encolerizado padre, el mismo que trató de sus fracasadas proyecciones deportivas en sus cuatro hijos hasta que el pequeño Andre se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia del tenis. Pero el verdadero pánico que sufría Agassi era al Dragón. Una pesadilla materializada en una máquina construida por su padre que escupía bolas a más de 120 kilómetros a la hora contra un niño de siete años y su característico peinado de paje. Terror. Obligado a devolver unas 2.500 pelotas de tenis al día, Andre es usado como una herramienta paterna por canchas de tenis en su Las Vegas natal jugando no solo contra niños de su edad sino incluso contra adultos. Por ello, el proceso formativo y educacional de Agassi brilla por su ausencia, algo que se manifestó cuando fue enviado a una caótica academia de tenis en Florida, donde afloró su indisciplina contra el sistema establecido, su odio hacia el tenis y su rebeldía hacia sí mismo.
Mientras crecía en edad, Agassi se convertía en una emergente estrella del tenis al mismo tiempo que no lograba encontrar su lugar en el mundo. Criticado en los medios de comunicación por su actitud rebelde, por los jugadores rivales y por la afición por su estilo de vida, su paso a la mayoría de edad transcurría entre aeropuertos, hoteles y pistas de tenis, apoyado por un cuerpo técnico en el que su entrenador ejercía de verdadera figura paterna. Todo ello formaba un cóctel explosivo que se visualiza en la novela de una forma totalmente nítida, unos altibajos emocionales y psicológicos que se trasladaban a sus propios partidos de tenis, donde en bastantes ocasiones su mayor rival no era el jugador del otro lado de la pista sino el propio Agassi.
¿Es este libro una biografía común de un deportista? En absoluto. J. R. Moehringer –ganador del premio Pulitzer y autor de su magnífica autobiografía The Tender Bar- traza un recorrido por la vida personal y tenística de Agassi de forma maravillosa. Desde la violencia física y psíquica que su padre ejercía en él desde niño, incluso ofreciéndole drogas para mejorar su rendimiento, la soledad y el vacío que experimenta como tenista y como persona o la necesidad de ser consciente de su existencia a través de su alter ego, Pete Sampras. Opuestos. La antítesis perfecta. Pete con abundante pelo rizado contra un Andre calvo a los veinte años. Sampras basando su juego en su potente saque contra el restador Agassi, devolviendo bolas imposibles. Lo que se produce en Open es una combinación del espacio personal y profesional como si resultaran uno solo, de modo que se trata de las experiencias y del dolor físico y moral que puede producir una derrota en la final de un gran torneo, pero también del daño psicológico que le genera una infancia sin educación, una juventud sin reglas, un odio hacia el tenis que tardó años en asumir y un matrimonio fracasado. Fueron el cúmulo de experiencias negativas las que supo encauzar como un doloroso aprendizaje y le permitieron alcanzar un mayor éxito en el tenis pero también en su vida personal. Madurar. Crecer con y durante los fracasos. Este es el leitmotiv de Open.
-Olof.
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