viernes, 31 de marzo de 2017

JE T’AIME MARINE

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Querida Marine.
En la grieta abierta por la crisis económica, social y política del 2008 que ha socavado el Estado de bienestar en Europa y ante la inoperancia de los partidos tradicionales –especialmente de un PSF convertido en un vodevil del Folies Bergère- has logrado que tu mensaje cale en la sociedad francesa hasta el punto que los clásicos cinturones industriales de Francia –tradicionales feudos socialistas- hayan pasado a apoyarte. Se calcula que alrededor de un treinta por ciento de tu electorado proviene de votantes socialistas y comunistas.
Pero lo más importante es cómo has conseguido romper con la imagen clásica de una ultraderecha asociada al nazismo. Mantienes el mensaje ultranacionalista, xenófobo y racista en un país con una enorme presencia de inmigrantes de primera, segunda y tercera generación procedentes principalmente de África o el Caribe. Pero estás consiguiendo resultados y tu mensaje cala, especialmente en las zonas con mayor paro de Francia (el viejo norte industrial, muy poco desarrollado e incluso en todo el corredor desde el Franco Condado hasta los Alpes Marítimos y la Provenza). Otorgas carnets de la pureza de la raza francesa en un país con población no ya mezclada de otros continentes, sino incluso de Europa. Véase la inmigración española tras la Guerra civil en el sur de Francia, la presencia de italianos en la zona de la Costa Azul o la influencia alemana en Alsacia y Lorena.
Abogas por un resurgimiento francés fuera de Europa, salida del euro, expulsión de inmigrantes, más controles fronterizos, recuperación de los valores morales tradicionales. En definitiva, una nueva forma política frente a la caduca, vieja y corrupta forma de gobernar. A pesar de que eres europarlamentaria y cobras por ello un buen sueldo pero no asistes a las reuniones de Bruselas porque estás en campaña. Pero todo sea “pour la France”. Sin duda, lo que más me fascina de ti es tu puesta en escena. El símbolo con el que te presentas en tus mítines es una rosa tumbada en azul (el poder de esa imagen para tus rivales es impresionante) y sobre todo, cómo has logrado marcar la agenda de todos tus contrincantes.
En un principio se mofaban de ti y te despreciaban, considerándote una deriva extremista alejada del sistema que proponía soluciones irreales en un periodo de extrema gravedad. Eras una outsider que iba a quedarse por el camino. Nadie había tomado nota del resurgimiento de los movimientos ultraderechistas en Europa en los años noventa. Pero el Brexit, la fortaleza del FPÖ en Austria –casi llega a gobernar perdiendo la repetición de las elecciones del año pasado en las que no participaron los partidos tradicionales-, así como el auge de partidos similares en Europa del Norte, Holanda y Alemania ha hecho que se replanteen su pensamiento. O no. Ahora eres la rival más temida, viendo cómo se derrumban tus opositores. Fillon envuelto en un escándalo de corrupciones y de pagos a su familia con contratos y trabajos ficticios. Manuel Valls no apoyará a su compañero socialista Hamon y se decanta por Macron, que tampoco quiere mezclase demasiado con Valls para mantener impoluta su imagen de nueva política.
Te lo están dejando hecho. Es cierto que tu padre –al que llegaste a expulsar del Frente Nacional- llegó como segundo candidato en las elecciones presidenciales del 2002. Obtuvo casi un 17 por ciento de votos en la primera vuelta pero fue barrido en la segunda por Chirac, que logró un 85 por ciento. Pero las encuestas te sitúan en torno a un arco del 29-33 por ciento de los votos en la primera vuelta. Puedes perder en la segunda vuelta si todos van contra ti, pero sería una derrota más digna que la victoria de cualquiera. No habrás ganado pero habrás conseguido que tu mensaje haya calado en la sociedad y en la política, sembrando con tu discurso populista y racista un germen de odio e incertidumbre muy peligroso a corto plazo. Como pasó con Wilders en los Países Bajos, los medios de comunicación se alegraron por su derrota aunque se haya convertido en la segunda fuerza política del país. Qué ilusos y ciegos están.
Creo Marine que tu mayor alegría no sería vencer en las elecciones, sino que el hecho de que tu mensaje haya calado profundamente.
Au nom du peuple
Marine Présidente!
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