jueves, 31 de diciembre de 2015

HABEMUS CONSULIBUS


Año Nuevo. Tiempo de cenas, cotillones y buenos propósitos. Apuntarse al gimnasio, perder peso, aprender otro idioma, tener más tiempo para uno mismo... Ideas y voluntades que, normalmente, no pasan de la segunda semana. Pero hubo un tiempo en que el día de Año Nuevo trascendía de los asuntos personales y se convertía en cuestión de estado.
En la antigua República de Roma, el día de Año Nuevo tomaban posesión los cónsules elegidos para dirigir la nación durante ese curso. Vestidos con la toga praetexta, de color blanco y franjas púrpura, que definía su posición de dirigentes, recorrían las grandes calles de la ciudad en un desfile en el que les seguían el resto de senadores, hasta llegar a la Colina Capitolina. En ella, los sacerdotes sacrificaban unos bueyes blancos y posteriormente se interpretaban los augurios. Tras los debidos ritos religiosos (política, ejército y religión se entremezclaban en todos los ámbitos de la vida en Roma) celebraban la primera sesión del Senado en el Templo de Júpiter Óptimo Máximo. Estos cónsules, que eran dos, y debían ser uno patricio y otro plebeyo (en los primeros tiempos los dos eran patricios), eran una mezcla de políticos y militares. Dirigían la actividad senatorial y, en caso de guerra, comandaban las legiones.
El consulado era un organismo colegiado en el que los dos regentes mandaban por igual y tenían derecho a veto entre sí. Había ciertas limitaciones para acceder al cargo: tener un mínimo de 42 años, haber desempeñado las magistraturas anteriores (cuestor, edil y pretor) y, por supuesto, ser elegido en votación. Si bien el asunto puede parecer democrático, la realidad queda bastante lejos de ello.
Los cónsules eran elegidos en los comitia centuriata, una asamblea en el que los ciudadanos se repartían en 193 centurias, en función de su posición social. Los primeros en votar eran los equites o caballeros, después los ciudadanos con un patrimonio mayor a 100.000 ases (la moneda básica romana), a continuación los de patrimonio mayor a 75.000 ases... y así, sucesivamente, hasta el capite censi, los ciudadanos de estrato social más bajo. La cuestión es que la mayor parte de centurias pertenecían a los ciudadanos más adinerados, aportando cada una un voto, sin depender del número de personas que la engrosaban. En el momento en que se alcanzaba la mayoría, finalizaba la votación, de forma que las centurias con gente menos acaudalada no solían ni siquiera votar. Así que la elección de magistrados y las decisiones importantes, en general, quedaban en posesión de la élite romana.
Como hemos dicho, una de las funciones de los cónsules era comandar las legiones en la guerra. El pueblo romano era muy belicoso. Buscaban una constante expansión y mantener un dominio e influencia internacional.
Al principio, la República fue extendiéndose por la Península Itálica. En aquellos tiempos, el año comenzaba el 1 de marzo. Los cónsules asumían su puesto, reclutaban las legiones y marchaban a la guerra. Pero llegó un momento en que las campañas se desarrollaban tan lejos de Roma que la formación de levas, su entrenamiento y la marcha hasta el lugar del conflicto (normalmente a pie) agotaban demasiado tiempo. Fue entonces, en el 153 antes de Cristo, cuando el Senado decretó el adelanto del inicio del año al 1 de enero.
El mayor miedo de la élite senatorial era que alguno de los suyos acumulase demasiado poder y se hiciese coronar rey. Por ello, el cargo de cónsul tenía sus limitaciones. El mandato era de sólo un año, tras el cual se le confería la administración de una provincia durante otro curso. Para volver a postularse como candidato tenían que esperar una década.
Por supuesto, a lo largo de la historia de la República, podemos encontrar excepciones a estas limitaciones que se solían tomar "por extrema necesidad". Cónsules demasiado jóvenes, otros que no habían desempeñado las magistraturas anteriores, algunos que encadenaban mandatos varios años consecutivos... y, cuando todo lo anterior fallaba, surgía la figura del dictador. Pero eso da para otro artículo.


Imperator Caesar Cerverius











Bibliografía:
MCCULLOUGH, C. (1990). El Primer Hombre De Roma.

NEGRETE, J. (2011). Roma Victoriosa.

PINA POLO, F. (1999). La crisis de la República (133-44 a.C.)

lunes, 28 de diciembre de 2015

TODOS QUIEREN PACTAR (PERO NO CON EL MISMO)


Los titulares se desbordan: Podemos llega a un acuerdo de gobierno con el PP; Artur Mas se rinde y ofrece la presidencia de la Generalitat a Antonio Baños, de la CUP; Susana Díaz declara su absoluto apoyo a Pedro Sánchez y asegura que no se presentará como candidata a la Secretaría General del PSOE...
Efectivamente, si han encontrado alguna de esas noticias en algún medio de comunicación, han sido víctima de una inocentada.
En este 28 de diciembre, día de Los Santos Inocentes, se ha producido el Comité Federal del PSOE y las reuniones (por separado) de Pablo Iglesias y Albert Rivera con Mariano Rajoy. Y es que ha pasado una semana desde la celebración de las elecciones generales y todo sigue igual... o casi.
En estos 8 días hemos visto al Partido Popular invocar su máxima de "que gobierne la lista más votada" (casualidades de la vida, los más votados son ellos). También hemos visto al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, salir rápidamente a la palestra y conminar a Pedro Sánchez a que permitiese la investidura de Mariano Rajoy. La última aventura ha sido proponer una gran coalición PP-PSOE-C's. Una coalición en la que, aritméticamente, los 40 escaños de ciudadanos no serían necesarios.
El secretario general del PSOE también salió, con menos prisa, tres días después del 20D y tras reunirse en La Moncloa con el presidente en funciones, para dar sus explicaciones y analizar los resultados electorales. En ese "irse por las ramas" que tienen muchos políticos, Pedro Sánchez vino a decir que había que respetar los tiempos y esperar a que la investidura de Rajoy fracasase, y que, de ser así, él actuaría como el estadista que es (o se cree) y buscaría un pacto de fuerzas progresistas que diese estabilidad a la nación.
Podemos es otro que salió rápidamente, como Rivera (será que los partidos emergentes vienen con ganas y sin tiempo que perder), a describir sus "líneas rojas" para pactar con el PSOE. Todas de, más o menos, fácil cumplimiento, pero una que resulta un auténtico escollo: un referéndum para Cataluña.
Por periódicos, blogs y televisiones se pasearon diversos dirigentes nacionales y autonómicos del Partido Socialista para dejar una cosa clara: el referéndum ni mentarlo. En medio de acusaciones de rupturistas y antipatriotas, Podemos propuso, a mitad de semana, un Presidente Independiente, de consenso y prestigio. Si era una propuesta en serio o sólo un método para desquiciar a adversarios, solo en la dirección de la formación morada lo saben. Y es que, si bien cualquiera podría estar de acuerdo en fichajes  independientes para ciertos ministerios, en los que aportarían renovación y experiencia, sería difícil hacer tragar a los ciudadanos españoles con un presidente que ellos no hubiesen votado.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez tienen una cosa en común: el que no sea presidente, tendrá que irse a casa. Bastantes revueltas acalladas ha tenido el PP como para perder la presidencia y que todo siga igual. La ansiada renovación, que les piden propios y extraños, tendrá que llegar.
Pedro Sánchez también tiene fecha de caducidad. Por mucho que ha intentado retrasarlo (para darle oxígeno a tomarse tiempo con la búsqueda de alianzas y frente a una posible repetición de elecciones), en febrero tendrá que enfrentarse a un Congreso Federal del PSOE. Susana Díaz ya está metiendo presión y aunando apoyos entre los barones autonómicos. "La Reina del Sur" (como la llaman algunos) no dejará escapar esta vez el tren que perdió en la última elección a secretario general.
Al final, ya sea por el aletargamiento navideño, por las pocas prisas de los partidos, o porque todos están a la espera de movimientos de los rivales, estamos como ya cantó Julio Iglesias... La vida sigue igual...

Imperator Caesar Cerverius


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sumisión, de Michel Houellebecq



Houellebecq podría ser la encarnación de los tópicos generalizados sobre el carácter francés que tenemos en la cabeza. Irreverente, azote de todo aquello que huela a políticamente correcto, egocéntrico, narcisista, con un cierto punto desagradable y siempre dispuesto a restregarte su superioridad intelectual como si te abofetearan con un pescado en la cara. Y que no falte su punto machista. Incluso fue acusado de islamofobia por sus detractores a raíz de algunos pasajes de su novela Plataforma, quienes lo llevaron a juicio del que salió absuelto al considerar la sentencia que en un Estado laico es legítima la crítica a una religión. Es polémico, muy polémico. Y disfruta con ello, porque huye de las clásicas etiquetas literarias. Nacido para provocar.
El tema del Islam es el eje en el que fundamenta su último trabajo, Sumisión, una novela de política-ficción que sitúa la acción en el año 2022 en Francia. En ese punto, los partidos tradicionales han sucumbido al auge del Frente Nacional y a una nueva formación que crece de forma espectacular y encuentra apoyos masivos, incluso entre el socialismo, como es el Partido de la Hermandad Musulmana que consigue hacerse con el gobierno francés, presidido por Mohammed Ben Abbes. Con este telón de fondo encontramos la turbada y gris vida de un profesor de la Sorbona hastiado de su trabajo, de sus relaciones personales, familiares y profesionales y también de su idoneidad como docente, cuestionando en todo momento la calidad de su tesis doctoral basada en la biografía del escritor francés Joris-Karl Huysmans.
El protagonista se convierte en un espectador en primera persona de los rápidos cambios sociales en Francia, como la marcha de casi la totalidad de la población judía o en la vida universitaria parisina, observando el proceso de transformación de la característica laicidad francesa hacia una total islamización en el ámbito educativo incluyendo la llegada de grandes cantidades de dinero procedente de Qatar o Bahréin y la consecuente conversión de algunos de sus profesores, pero también a nivel socioeconómico y político.
Literariamente, puede que no sea la obra más trabajada por Houellebecq ni la mejor de sus producciones, aunque la narrativa es ágil y presenta una estructuración realmente notable. Pero Sumisión ha resultado ser un trabajo muy exitoso para la crítica especializada y para el público generalista tanto en Francia como fuera de sus fronteras durante este 2015 –convirtiéndose en uno de los libros de mayor éxito en toda Europa-, porque de forma bastante sutil, pero con enormes cargas de profundidad, dispara toda su munición hacia las instituciones políticas galas, al socialismo francés, a la educación laica, pero también a la propia naturaleza moral e intelectual del ser humano y su filosofía nihilista del siglo XXI mediante una futura islamización gubernamental en Francia a través de las urnas con el consecuente fracaso y marginación de las fuerzas políticas tradicionales. Por tanto, no es un libro cuya lectura resulta ligera, puesto que da pie a múltiples reflexiones, dobles lecturas y análisis pormenorizados. Houellebecq, con su imagen de provocador antisistema y en contra de todo lo establecido, pone el dedo en la llaga con la atmósfera que envuelve su trabajo al focalizar los acontecimientos en una nación sumida en la alarma y en la conmoción que ha sufrido en 2015 atentados tan trágicos como el asalto armado a la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo –en una de esas tristes ironías de la vida, Sumisión llegó a las librerías galas el mismo día-, y posteriormente con los sucesos terroristas de París en noviembre de este mismo año.
Houellebecq, M., Sumisión, Anagrama, Barcelona, 2015, traducción de Joan Riambau.


                                                                                                   - OLOF.



martes, 22 de diciembre de 2015

UNA NUEVA ERA

De Izquierda a derecha: Albert Rivera, Pablo Iglesias, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Alberto Garzón.

21 de Diciembre de 2015 o día 1 de la nueva era. Un nuevo tiempo sin mayorías absolutas, sin bipartidismo (o muy reducido) y con un parlamento muy fragmentado en el que se podrán oír muchas voces.
Las elecciones generales del 20D arrojaron un escenario inédito en la democracia de este país. Jamás los españoles se fueron a la cama sin saber quién sería su presidente. Se abre ahora un abanico de posibilidades para ver quién consigue formar gobierno (y sin descartar la posibilidad de repetir elecciones).
Por un lado, el Partido Popular, que sigue siendo el partido más votado con 123 diputados, pero pierde 63 escaños, la mayoría absoluta y la posibilidad (seguramente) de gobernar. En la sede de la calle Génova han intentado mantener una actitud triunfalista pero, por mucho que hayan salido a botar al balcón, se ve que han quedado tocados.
Como complemento al PP tenemos a Ciudadanos. Cualquier partido nuevo se daría con un canto en los dientes al pasar de 0 a 40 escaños, pero Albert Rivera se ha postulado en todo momento como presidenciable y las encuestas le han dado siempre bastante más representación. El catalán ha debido quedarse con una sensación más agria que dulce.
Cambiando a la banda izquierda nos encontramos con el Partido Socialista. Si hace cuatro años 110 diputados eran un fracaso, los 90 conseguidos por Pedro Sánchez son una debacle; salvo por un ligero apunte: que el hombre de la sonrisa profident podría convertirse en presidente.
El rodillo aplicado por Mariano Rajoy y el ninguneo del parlamento por su parte hacen muy difícil que ningún otro partido (salvo su marca blanca) les apoye. Este hándicap no lo tiene el bisoño secretario general del PSOE que, a base de negociar y (sobre todo) ceder, podría pactar con el resto del congreso la investidura. El legislar ya será otra historia.
Si a alguien necesitan los socialistas tanto en esa supuesta investidura como en la posterior actividad parlamentaria es a Podemos. Los de Pablo Iglesias han recibido en su corta vida unas de cal y otras de arena. Si tomamos como éxito la entrada inesperada en la Eurocámara y confirmamos su subida fulgurante con las elecciones municipales, no debemos pasar por alto su tropiezo con Catalunya Si Que Es Pot.
La formación morada se ha ido recuperando en las últimas semanas hasta plasmarse en los 69 representantes conseguidos. La soltura de Pablo Iglesias en campaña provocó una remontada que les deja a un 1,36% en votos del partido fundado por su homónimo. Ahora les toca plantear sus exigencias irrenunciables para apoyar a un presidente de izquierdas y traer a la población esas medidas sociales tan demandadas.
Si queda un gran damnificado de estas elecciones ese es Alberto Garzón y su fallida Unidad Popular. La ley electoral y la imposible confluencia con Podemos se han cebado con el malagueño. Los dos escaños conseguidos no son representativos del alrededor de 900.000 votos cosechados en toda España.
Las viejas rencillas personales, los inflexibles aparatos de partido, el inflado ego de los líderes y, seguramente, mil cosas más hizo que el entendimiento entre Izquierda unida y Podemos no fuera posible. Un entendimiento del que se habrían beneficiado ambos, al ver elevada su suma de diputados en 14 más, y los electores de izquierdas al verse más representados en un congreso con una sola formación y no con dos grupos parlamentarios recortados que tienen un programa muy parecido.
Sea como fuere, estas son las cartas con las que nos ha tocado jugar durante esta legislatura. En las próximas semanas se podrán ver los movimientos de unos y de otros. De momento, sólo uno de los candidatos, Mariano Rajoy, puede encomendarse al poeta Jorge Manrique y entonar aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".

  Imperator Caesar Cerverius.

lunes, 21 de diciembre de 2015

ANTE LA IGNORANCIA, PALABRAS


Hacía tiempo que todos y cada uno de los componentes de este grupo, deseábamos comenzar un blog, nuestra común pasión por la escritura y la curiosidad por el saber,  nos unía sin nosotros llegar a plantearnos algo conjunto;  pero unas cañas y unas tapitas, nos llevaron a lo largo de varias conversaciones a decidirnos -o envalentonarnos- a crear Face it.
  
A cada uno nos gustan diferentes áreas del saber y del ocio, sin embargo, todos poseemos puntos en común que nos complementan, ¿Por qué crear varios blogs independientes, cuando podíamos crear éste multidisciplinar entre los cinco?  Así que aquí nos hayamos: Imperator Caesar Cerverius, Lady Soviet SniperRycumato Olof y yo misma, dispuestos a encarar la realidad, mostrar el mundo que nos rodea, lo bueno, lo malo, lo interesante, lo aburrido, lo hermoso y lo horrendo;  queremos escribir sobre política, historia, cine, fotografía, música, videojuegos, moda… vamos aquello que se nos ocurra y  que puede ser interesante para el lector, pues firmemente creemos que para contrarrestar la ignorancia, nada más poderoso que la palabra.

Somos conscientes de la dificultad que este blog implica, puede convertirse en un cajón de sastre, tratando temas expuestos en otras tantas webs, revistas virtuales, libros o papel; aún así, es un reto que debemos abordarEstamos deseosos de iniciar esta aventura en la red, lo hacemos cargados de ilusión; convencidos de que sólo por el placer de investigar, escribir y transmitir, ya vale la pena crear Face it.
  
Miss Rocher de la Tormenta.