miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sumisión, de Michel Houellebecq



Houellebecq podría ser la encarnación de los tópicos generalizados sobre el carácter francés que tenemos en la cabeza. Irreverente, azote de todo aquello que huela a políticamente correcto, egocéntrico, narcisista, con un cierto punto desagradable y siempre dispuesto a restregarte su superioridad intelectual como si te abofetearan con un pescado en la cara. Y que no falte su punto machista. Incluso fue acusado de islamofobia por sus detractores a raíz de algunos pasajes de su novela Plataforma, quienes lo llevaron a juicio del que salió absuelto al considerar la sentencia que en un Estado laico es legítima la crítica a una religión. Es polémico, muy polémico. Y disfruta con ello, porque huye de las clásicas etiquetas literarias. Nacido para provocar.
El tema del Islam es el eje en el que fundamenta su último trabajo, Sumisión, una novela de política-ficción que sitúa la acción en el año 2022 en Francia. En ese punto, los partidos tradicionales han sucumbido al auge del Frente Nacional y a una nueva formación que crece de forma espectacular y encuentra apoyos masivos, incluso entre el socialismo, como es el Partido de la Hermandad Musulmana que consigue hacerse con el gobierno francés, presidido por Mohammed Ben Abbes. Con este telón de fondo encontramos la turbada y gris vida de un profesor de la Sorbona hastiado de su trabajo, de sus relaciones personales, familiares y profesionales y también de su idoneidad como docente, cuestionando en todo momento la calidad de su tesis doctoral basada en la biografía del escritor francés Joris-Karl Huysmans.
El protagonista se convierte en un espectador en primera persona de los rápidos cambios sociales en Francia, como la marcha de casi la totalidad de la población judía o en la vida universitaria parisina, observando el proceso de transformación de la característica laicidad francesa hacia una total islamización en el ámbito educativo incluyendo la llegada de grandes cantidades de dinero procedente de Qatar o Bahréin y la consecuente conversión de algunos de sus profesores, pero también a nivel socioeconómico y político.
Literariamente, puede que no sea la obra más trabajada por Houellebecq ni la mejor de sus producciones, aunque la narrativa es ágil y presenta una estructuración realmente notable. Pero Sumisión ha resultado ser un trabajo muy exitoso para la crítica especializada y para el público generalista tanto en Francia como fuera de sus fronteras durante este 2015 –convirtiéndose en uno de los libros de mayor éxito en toda Europa-, porque de forma bastante sutil, pero con enormes cargas de profundidad, dispara toda su munición hacia las instituciones políticas galas, al socialismo francés, a la educación laica, pero también a la propia naturaleza moral e intelectual del ser humano y su filosofía nihilista del siglo XXI mediante una futura islamización gubernamental en Francia a través de las urnas con el consecuente fracaso y marginación de las fuerzas políticas tradicionales. Por tanto, no es un libro cuya lectura resulta ligera, puesto que da pie a múltiples reflexiones, dobles lecturas y análisis pormenorizados. Houellebecq, con su imagen de provocador antisistema y en contra de todo lo establecido, pone el dedo en la llaga con la atmósfera que envuelve su trabajo al focalizar los acontecimientos en una nación sumida en la alarma y en la conmoción que ha sufrido en 2015 atentados tan trágicos como el asalto armado a la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo –en una de esas tristes ironías de la vida, Sumisión llegó a las librerías galas el mismo día-, y posteriormente con los sucesos terroristas de París en noviembre de este mismo año.
Houellebecq, M., Sumisión, Anagrama, Barcelona, 2015, traducción de Joan Riambau.


                                                                                                   - OLOF.



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