viernes, 5 de enero de 2018

TOLKIEN: EL SEÑOR DE LA LITERATURA FANTÁSTICA


Si les pregunto si les suena el nombre de John Ronald Reuel, seguramente ninguno sabrá de quién les hablo, pero si lo nombro por sus siglas JRR, no creo que tarden en identificar a Tolkien, el autor de El Señor de los Anillos, que el pasado martes 3 de enero habría cumplido 126 años.
Tolkien nació en Bloemfontein, en la actual Sudáfrica, cuando ésta era aún una colonia británica. Nombrado John por su abuelo, Ronald por deseo de su madre, que quería llamar Rosalind al bebé, de haber sido niña, y Reuel, que era el segundo nombre de su padre.
A los tres años Tolkien se mudó con su madre y su hermano a Inglaterra, donde el clima era más beneficioso para su delicada salud. Arthur, el padre, se quedó en Sudáfrica atendiendo sus negocios, pero murió poco después. Los Tolkien se mudaron, entonces, a Birmingham, donde tenían familiares que les ayudaron económicamente.
Cuando JRR contaba 10 años, se convirtió con su madre al catolicismo, lo que les costó el repudio de su familia baptista. 4 años después, la madre murió, por lo que John y su hermano Hilary pasaron a criarse en un orfanato. Ahí fue donde Tolkien conoció a su gran amor, Edith. El sacerdote andaluz que educó a John y Hilary le impidió tener contacto con ella hasta cumplir los 21. La misma tarde de su cumpleaños, Tolkien escribió a Edith para declararse, pero ésta le respondió con la triste noticia de que ya se había comprometido con otro. No obstante, y fruto del fuerte amor que se profesaban, Edith rompió el compromiso y terminaría convirtiéndose en la señora de JRR Tolkien. El amor entre los dos inspiraría el relato de Beren y Luthien entre un hombre mortal y una doncella elfa.
Tras su graduación, Tolkien se enroló en el ejército británico y sirvió en la Primera Guerra Mundial como oficial de comunicaciones. Cayó enfermo y tuvo que ser retirado del frente. Durante este retiro escribió La caída de Gondolin, sobre un reino escondido élfico.
Tras la guerra, dio clases en la Universidad de Leeds y después en Oxford, donde conoció al también escritor de literatura fantástica C.S. Lewis (creador de Las Crónicas de Narnia). El ultracatolicismo de Tolkien no le impidió mantener una gran amistad con Lewis, que era agnóstico y después de convirtió al protestantismo. Fue éste quien le animó para que publicara El Hobbit, una novela inicialmente creada para el público infantil pero que encontró una gran acogida entre los adultos.
Tras el éxito de El Hobbit, la editorial le pidió una secuela. Fue entonces cuando Tolkien escribió su obra maestra: El Señor de los Anillos. Pero Tolkien no se conformó con esto y escribió una gran cantidad de relatos que quedaron sin publicarse y que más tarde, tras su muerte, su hijo Christopher se encargó de recopilar y dar forma en El Silmarillion, un libro que cuenta la historia de la Tierra Media desde sus primeros días.
JRR era un amante de la mitología y se lamentaba de que Inglaterra no tuviese una como la que tenía la Grecia clásica. Por ello se encargó de crear una, para lo cual inventó multitud de idiomas, razas y relatos. Creó un nuevo estilo: lo que hoy conocemos como literatura fantástica. Después vendrían Dragones y Mazmorras, Las Crónicas de la Dragonlance, Reinos Olvidados o incluso Juego de Tronos, pero Tolkien fue el primero en imaginar un mundo nuevo, repleto elfos, enanos y guerreros, donde la magia jugaba un papel principal.
Tolkien hablaba latín, francés, alemán, inglés medio, inglés antiguo, finlandés, gótico, griego, italiano, noruego antiguo, español, galés y galés medieval. También tenía nociones de esperanto, danés, neerlandés, lombardo, noruego, ruso, serbio, sueco y antiguas formas del alemán moderno y eslovaco. Todos estos idiomas le ayudaron en la creación de multitud de lenguas para sus personajes. Sólo por nombrar algunas: Quenya, Sindarin, Adûnaic, Avarin, Doriathrin, Éntico, Ilkorin, Khuzdul, Lengua negra, Nandorin, Telerin o Valarin.
La literatura de Tolkien ha llegado a millones de personas y es la culpable del amor por la lectura de multitud de niños. Su obra ha sido adaptada al cine con tres películas de animación en 1977, 1978 y 1980 y dos sagas, una de El Señor de los Anillos y otra de El Hobbit, dirigidas por Peter Jackson y estrenadas en 2001, 2002 y 2003, y 2012, 2013 y 2014, respectivamente. Además, recientemente, Amazon compró los derechos para realizar una serie de televisión que cuente la historia anterior a El Señor de los Anillos.
Tolkien murió en 1973, a los 81 años de edad pero, como dice Gandalf al final de la historia:

El viaje no concluye aquí. La muerte es sólo otro sendero que recorreremos todos.

Y, verdaderamente, la existencia de Tolkien no acaba con su muerte. Su legado sigue presente y promete seguir enriqueciendo la cultura literaria de jóvenes y adultos durante mucho tiempo.

Imperator Caesar Cerverius



lunes, 1 de enero de 2018

LAS CRÓNICAS DE TABARNIA: EL IDIOMA, LA BANDERA Y EL TERRITORIO

LAS CRÓNICAS DE TABARNIA: EL IDIOMA, LA BANDERA Y EL TERRITORIO



No es un lugar fantástico, pero pertenece a la ficción. No es una obra de C.S. Lewis, pero se ha creado en 140 caracteres. No es una región en conflicto, pero está generando mucho debate. Es Tabarnia, una (ir)realidad territorial creada para hacer mofa y burla del proceso independentista y en la cual, los valedores de éste, han entrado a matar cual toro bravo. Pero vayamos por partes.
De la noche a la mañana, y a la luz de los datos obtenidos de las elecciones catalanas, apareció en Twitter un concepto: Tabarnia. Un nuevo territorio, creado a partir de algunas comarcas en Cataluña, y en las cuales Ciudadanos había salido victorioso. Esta región comprendía la ciudad de Barcelona, su área metropolitana y la franja de unión con la provincia de Tarragona. A saber, las comarcas de Tarragonés, Bajo Campo, Bajo Penedés, Alto Penedés, Garraf, Bajo Llobregat, Barcelonés, Vallés Oriental, Vallés Occidental y El Maresme. La creadora de este invento es una asociación cívica llamada Barcelona is not Catalonia (Barcelona no es Cataluña) y perfilan a esta singularidad como no independentista, contraria al Procés secesionista y partidaria de una escisión del resto de la comunidad autónoma. Alegan que la region es autosuficiente y quieren que sea bilingüe (realmente bilingüe).


Como todo lo que ocurre en internet, los acontecimientos se dispararon y no tardaron en aparecer una bandera y una idea: legalmente, y con la constitución en la mano, dicha región de Tabarnia podría escindirse de Cataluña y convertirse en la comunidad autónoma número 18. Los políticos afines a esta idea, se hicieron partícipes de la broma y compartieron en redes sociales su adscripción a la nueva región. Entonces, cuando todo estaba en el sumun, los independentistas estallaron y comenzaron a disparar razones por las que Tabarnia no debería hacerse realidad, como por ejemplo: que los territorios tenían que ser solidarios los unos con los otros con independencia de lo que aportan y reciben de la administración, que los derechos históricos invocados eran insuficientes para reclamar una escisión o que una decisión de tal envergadura debería ser tomada por toda Cataluña y no sólo por los habitantes de esa hipotética Tabarnia. Sin darse cuenta, ellos mismos habían caído en la trampa. Las mismas razones que esgrimían los unionistas en el proceso independentista, eran ahora munición de los secesionistas en la amenaza tabarnesa.
La broma, seguramente, seguirá unos días más y después se apagará, pero el conflicto catalán seguirá latente. Una población polarizada que hace suyo el “conmigo o contra mí”; un tejido social roto sin ningún costurero capaz a la vista, una administración central que hace oídos sordos a las inquietudes de más de dos millones de personas; un govern cesado, con parte en la cárcel y parte en fuga, que se obceca en llevar adelante un proyecto rupturista sin haber obtenido la mayoría en las urnas.
Por delante quedan días complicados en los que debe constituirse el Parlament, con el inconveniente de que parte de los cargos electos se encuentran fuera del país o entre rejas. Días en los que habrá que encarar negociaciones para formar gobierno con unos posibles socios que, actualmente, no se llevan muy bien. Y días que, si la cosa se alarga, habrá que empezar a sopesar repetir unas enésimas elecciones.
Sólo nos toca esperar, entre relatos fantásticos, que llegue un final en el que, como todo buen cuento, podamos ser felices y comer perdices.

Imperator Caesar Cerverius