Hoy acaba 2021 y esta noche podremos entrar en el ansiado 2022.
El
día de Año Nuevo tiene algo mágico, ¿no creéis? Es momento para
hacer balance del año terminado y plantearse propósitos para el que se avecina.
Una oportunidad para hacer tabula rasa y volver a empezar con una
nueva vida. Dejar de fumar, ir al gimnasio, aprender idiomas, hacer dieta… Todas,
intenciones para mejorar aspectos de nuestra existencia con los que no estamos
contentos. No obstante, estos intentos suelen derrumbarse pocas semanas después
de sus inicios, cuando las dificultades de la vida nos arrollan.
Aunque
no soy, ni pretendo ser, ningún gurú para vosotros, por circunstancias de la
historia me he reinventado en numerosas ocasiones. Por ello, quiero compartir,
con el que lo necesite, mi propia experiencia en este aspecto. Con ese objeto,
daré unas pocas claves para que esos bienintencionados propósitos no caigan en
saco roto:
Quien
mucho abarca, poco aprieta.
Todos
comenzamos con muchas ganas el nuevo año, lo que nos hace empezar con un gran
ímpetu y querer cambiar demasiadas cosas a la vez. Por uno de los diálogos de
la película Titanic (1997), sabemos que un gran trasatlántico no está
diseñado para virar rápida y bruscamente. La vida es algo parecido. Los giros
de 180 grados son complicados (que no imposibles) de dar. No podemos pretender
dejar de fumar, empezar a salir a correr, cambiar la alimentación y dejar de
mordernos las uñas, todo a la vez.
Focalizad uno de los aspectos en los que queráis mejorar. El resto de
“vicios” os servirán de vía de escape para aliviar el estrés que os generará el
nuevo cambio. Cuando tengáis dominado el primero, podréis comenzar con el
siguiente.
Roma
no se hizo en un día.
Uno
no pasa de tener michelines a lucir los abdominales del tío del anuncio de la
Coca Cola Light de un día para otro. Lo único que conseguiréis es que os salga
una hernia. Hay que ser consciente del trabajo necesario y no realizar
sobreesfuerzos. Al principio, gestos pequeños bastarán para cambiar nuestro
modelo de vida y, poco a poco, iremos obteniendo resultados. No os desaniméis.
La recompensa terminará llegando.
¿Para
qué nos caemos? Para aprender a levantarnos.
Thomas
Wayne, el padre del alter ego de Batman, ya lo dijo en la
película Batman Begins (2005): “¿Por qué nos caemos, Bruce? Para
aprender a levantarnos”.
Es
bastante seguro que tengamos un momento de debilidad en nuestro propósito y pequemos
con el antiguo vicio. ¿Tenemos, entonces, que mandarlo todo al cuerno y volver
a nuestra vida pasada? Rotundamente NO. Un cigarrillo no ensombrece la
hazaña de haber estado dos semanas alejados del tabaco. Se nos pondrán delante
numerosas circunstancias que intentarán boicotearnos: Encuentros sociales con
fumadores, cenas copiosas que nos alejarán de nuestra dieta, mal tiempo con el
que no tendremos ganas de hacer deporte… Y en alguno de esos momentos,
caeremos. No debemos desmotivarnos. Volveremos a “renovar nuestros votos” y
retomaremos el intento.
Visualiza
tu objetivo y ve a por él.
Tenéis
que tener bien claro lo que queréis conseguir, focalizarlo, y dirigiros hacia
el éxito. Escribidlo bien grande en una hoja y colocadlo en un lugar en el que
lo veáis todos los días (por ejemplo, la puerta de la nevera). Leer todos los
días ese refuerzo os ayudará a recordaros por qué estáis esforzándoos tanto y os
ayudará a alcanzar la recompensa soñada.
El
tren no sólo pasa una vez en la vida.
Hay
fechas que nos ayudan a iniciar estos cambios. Parecen el banderín de salida de
una carrera colocado pertinentemente en un calendario: enero, septiembre, “el lunes”...
Os cuento un secreto: no hay ninguna ley que diga que las dietas se tengan que empezar
los lunes. Cualquier momento es bueno para realizar un cambio en nuestra vida.
Es normal que estas transiciones entre años y entre temporadas nos den el
empujón que sirva de revulsivo a nuestros deseos, pero terminaréis viendo que,
si se os ha escapado el tren de enero, en febrero pasa otro. Y no sólo el día
1, sino el 2, el 3, etc. Sólo tenéis que tomar la decisión y decir AHORA.
En
definitiva, podemos decir que la sola intención de realizar un cambio a mejor
ya es un camino avanzado. Lo normal es que empecemos con muchas ganas pero nos
vayamos desinflando con el paso del tiempo. No cejéis en el empeño. Cuando
hayáis completado el cambio, sólo pensaréis en por qué no lo habíais hecho
antes. Y, si abandonáis, tranquilos. Siempre nos quedará septiembre… o el
próximo lunes 😉.
Imperator
Caesar Cerverius
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