miércoles, 21 de abril de 2021

SI AHORA NO TOCA, ¿CUÁNDO?

Hace una semana escribíamos sobre el 90 aniversario de la Segunda República Española y cómo se desenvolvieron los hechos de su advenimiento, desarrollo y muerte (en realidad, asesinato). Pero ¿cuán cerca estamos de la Tercera? Más bien, lejos, creo yo.

A diario, en las televisiones públicas y privadas, se nos bombardea con la imagen de la sucesora, la Princesa Leonor. Que si estudia en un internado; que si ha asistido a su primer acto público en solitario; que si ya sabe comer sola… Es decir, los medios de comunicación son monárquicos. Si no ideológicamente, al menos por interés. En principio, vende mucho más la vida de la realeza que la de simples “civiles”, por importante cargo que puedan tener.

Por otro lado, políticamente, no hay mucho respaldo a la república como régimen. VOX defiende una España ancestral y anacrónica. Poco le importa si el monarca se llama Leonor I o Fernando II, con tal de que sea una figura a la que ovacionar y poder gritar “¡¡Viva el rey!!”. En el Partido Popular, como buenos conservadores, defienden el statu quo. Si fuera por ellos, todavía viviríamos en una monarquía absolutista, en la que el rey haría y desharía a su antojo, con impunidad ante la justicia (oh, wait…). Llegado el momento, será raro que se pueda contar con ellos para una transición “amable”. Podemos apuesta fuerte por el republicanismo, como no pierde ocasión de manifestar cada vez que se presenta la oportunidad. Para muchos, son traidores que no deberían expresar sus opiniones desleales mientras pertenezcan al Gobierno. ¿Acaso se debe renunciar a la ideología para formar parte del Consejo de Ministros? Si cabe, es cuando habría que defenderla con más vehemencia, ¿no? El Partido Socialista, aunque se define como republicano, no está por la labor de destronar a nadie (si Negrín levantara la cabeza…). Con la excusa de mantener el consenso de la Constitución de 1978, podríamos ver pasar a una innumerable cantidad de Borbones hasta el día del juicio final. Según ellos, se le debe mucho al Rey (que digo yo que, de debérsele algo, sería a Juan Carlos I y no a su hijo) y que hablar de república “no toca”. Pero, ¿cuándo toca?

Hace un tiempo, se descubrió que el “campechano”, además de ser muy cachondo y cercano con el pueblo, lo era más aún para con los bienes de éstos. Salieron a la luz informaciones de cuentas en Suiza, dinero negro y comisiones que había recibido. El monarca emérito hizo suya la frase de “a enemigo que huye, puente de plata”. Hizo las maletas y puso rumbo a Abu Dabi, ante la pasividad de la Justicia española, que renunció a presentar reclamaciones. Así, como otros Borbones antes que él, dejó el país que juró servir, pero que siempre trató como siervo. Por supuesto, en ese momento, ciertos colectivos políticos y civiles manifestaron su repulsa por el ex-monarca y la institución que representaba. ¿Cómo puede ser que vivamos en la era digital pero sigamos subyugados a un régimen caduco y desigual? ¿No deberíamos madurar como Estado y pasar a un sistema democráticamente más justo? Por supuesto, desde las altas esferas, a las que no les gustan los cambios, dijeron que ese debate “ahora no tocaba”. Y digo yo, si ahora no toca, cuando están saliendo a la luz las vergüenzas de la monarquía, ¿cuándo? ¿Quién decide lo que toca y lo que no?

Por su parte, el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas, que es un organismo público) hace años que dejó de preguntar por la dicotomía monarquía-república. ¿Acaso no interesa lo que los ciudadanos puedan opinar del tema, que se borra cualquier atisbo de debate? ¿Hasta cuándo tenemos que soportar (y mantener) a una familia por el mero hecho de tener sangre azul? Si cualquier cargo público, pongamos un ministro, contratase como asistente a un miembro de su familia, sería un escándalo tal que todos los partidos políticos pedirían su dimisión. Sin embargo, vemos con total normalidad que el cargo más importante del país, el de Jefe del Estado, pase de padres a hijos y que cualquier miembro de la familia acuda a actos públicos a representar a la Nación (con el pertinente abono de dietas, claro).

Los monárquicos podrían aducir que, aun en república, habría que destinar un presupuesto similar a la Jefatura del Estado; que ya vivimos en un sistema democrático y que la sustitución de régimen poco o nada cambiaría en las vidas de los ciudadanos; o que el republicanismo no es sino un sentimiento nostálgico por un régimen idealizado de los años 30. Quizá todo eso sea cierto (al menos, en parte), pero a toda esa gente les diría que nunca llegaremos a ser libres, del todo, mientras permitamos que uno solo de nuestros conciudadanos esté por encima de los demás solamente por ser hijo de quién es.

Imperator Caesar Cerverius



No hay comentarios:

Publicar un comentario