miércoles, 14 de abril de 2021

90 AÑOS DE UN SUEÑO


Hace 90 años, se echó al rey de España. El 14 de abril de 1931 se puso fin a 45 años de reinado de Alfonso XIII, un monarca que nació coronado, ya que su padre (Alfonso XII) había muerto cinco meses antes. Su huida acabó con cuatro periodos, bien diferenciados, de monarquía. El primero, hasta los 16 años, con la Regencia de su madre, la reina María Cristina. El segundo, al cumplir la mayoría de edad, en el que desempeñó un papel similar al de su padre y que evitó alcanzar una verdadera Monarquía parlamentaria. El tercero, marcado por la dictadura de Miguel Primo de Rivera, a la que no se opuso, traicionando al pueblo que prometió servir cuando juró la Constitución de 1876. Y, finalmente, el cuarto, de poco más de un año, llamado el de la “dictablanda” del general Damaso Berenguer.

Unas simples elecciones municipales, celebradas el 12 de abril de 1931, y que no aspiraban a cambiar nada, dieron la victoria a los partidos republicanos en las grandes ciudades (aunque el total de los votos en el Estado se decantase por fuerzas monárquicas). Al día siguiente, ya fue declarada la República en pueblos como Sahagún (León), Éibar (Guipúzcoa) y Jaca (Huesca). El 14 les seguiría el resto de la nación, obligando al monarca al exilio, donde moriría 10 años después.

La República (segunda en la historia de España tras el breve coqueteo de la primera en 1873) constituía una oportunidad de libertad: igualdad de los españoles, principio de laicidad (con la separación Iglesia-Estado), modernización del ejército, reconocimiento del matrimonio civil y divorcio, promoción de las lenguas territoriales, establecimiento de estatutos que deberían avanzar hacia el autogobierno de las regiones, mejor reparto de la tierra, dignificación del trabajo (con la inclusión de vacaciones pagadas o el derecho de huelga), reconocimiento del voto de la mujer y reforma de la política educativa (basado en los preceptos de la Institución Libre de Enseñanza, que lucharía contra el analfabetismo y fomentaría el pensamiento crítico), entre otras.

A la República, o más bien a la izquierda republicana que ascendió al poder en el primer bienio, se le exigió unas rápidas reformas que materializasen, de forma inmediata, las demandas de la clase obrera. El gobierno presidido por Manuel Azaña no fue capaz de llevar a cabo las reformas prometidas con la celeridad deseada, lo que llevó a unas elecciones generales que ganaría la derecha, dando paso a otro bienio, más conservador, presidido por el radical (de centro) Alejandro Lerroux y apoyado por la Confederación Española de Derechas Autónomas. La función principal del nuevo gobierno fue deshacer todo el camino andado por la administración anterior.

La izquierda aprendió la lección de la desunión y acudió en alianza, a las elecciones de 1936, con el Frente Popular, logrando una gran mayoría. Cuatro meses después, llegaría la guerra. Los que no lograron el poder en las urnas se opusieron a la voluntad popular perpetrando un golpe de estado y embarcando al país en un conflicto bélico que se alargaría durante tres años y que condenaría al pueblo a sufrir 40 años de miserias, injusticias y falta de libertad que traería la dictadura.

¿Con qué derecho se creían? ¿En nombre de quién (quizá Dios) enarbolaron las armas contra un gobierno democráticamente elegido? La guerra (y más, si es entre hermanos), trae lo peor del ser humano. Se cometieron aberraciones por ambos bandos. La diferencia es que, mientras unos lo hacían para defender el orden democráticamente establecido, otros los perpetraron para oponerse a la voluntad popular.

El país cayó en manos del general Francisco Franco (el tapado de este golpe) tras la muerte de los líderes Calvo Sotelo, Sanjurjo y Mola. Franco se apoyaría en la Iglesia (para acobardar y adoctrinar religiosamente al pueblo), los militares (para someter por la fuerza a la población) y la Falange (para desarrollar el movimiento ideológico que le mantendría en el poder durante 40 años).

El régimen republicano, que se instauró sin derramamiento de sangre aquel 14 de abril de 1931, terminó 8 años después con uno de los episodios más vergonzosos en la historia de nuestra nación. Hoy, 90 años después, miramos al pasado con tristeza, por la oportunidad perdida, y con rabia, por la injusta interrupción de esos canallas que decidieron que su voluntad era más valiosa que la de los demás. Pero también miramos al futuro, esperanzados, con el anhelo de que, algún día, este país nos trate a todos como iguales y no haya ningún ciudadano, marcado al nacer, que sobresalga con más derechos que sus compatriotas. Un día en que caiga un régimen corrupto, injusto y anacrónico, como el de la monarquía, y pueda ondear de nuevo la bandera tricolor, anunciando la llegada de la Tercera República.

Imperator Caesar Cerverius



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