Desde Face It, os proponemos en esta a ocasión un viaje por Alemania. Desde Düsseldorf, bordeando la Selva Negra, hasta Múnich.
Llegaremos a Alemania en avión, desde Barcelona (en nuestro caso), con una compañía de bajo coste que nos dejará en Düsseldorf. En el aeropuerto podremos adquirir un coche de alquiler con el que movernos por el país. Lo mejor es llevarlo ya reservado por internet desde casa. Así, podremos conseguir el mejor precio comparando varias compañías. El alquiler de coches suele venir con un seguro “a terceros” pero, si nos interesa un seguro a todo riesgo (100% recomendable si queremos evitar sorpresas) podremos ampliarlo. Aunque en la misma página web nos ofrecerán uno, conviene contratar el seguro en el mismo punto donde recogemos el vehículo ya que, a veces, los seguros ofrecidos en la web son insuficientes.
Una vez montados en nuestro nuevo coche, podremos utilizar las cómodas autopistas germanas. Desterraremos el tópico de la eficiencia alemana cuando nos encontremos con retenciones por algún accidente u obra pública. Si utilizamos un GPS, no está de más corroborar el trayecto con Google Maps, que nos informará de la concurrencia de la ruta elegida.
Actualmente, la mayoría de las compañías telefónicas incluyen llamadas y el uso de datos desde la UE, por lo que podremos gozar de conexión a internet sin miedo a una tarifa desorbitada. Lo mejor es llamar unos días antes, desde España, y que el servicio de atención al cliente nos aclare el paquete que tenemos contratado.
Desde Düsseldorf viajaremos hasta Colonia, nuestra primera parada. Los hoteles en la periferia nos ofrecerán un mejor precio y el aparcamiento en el centro es relativamente fácil de encontrar. En el casco histórico de la ciudad hallaremos una hermosa catedral y podremos dar un placentero paseo cruzando alguno de los puentes sobre el Rhin y caminando por su ribera. Desde el otro lado del río podremos inmortalizar la silueta de la ciudad y admirar una preciosa puesta de sol.
Con poco más que rascar en esta ciudad, haremos noche y madrugaremos al día siguiente para ir a Phantasialand, un maravilloso parque temático que gustará a niños y adultos y que se encuentra a unos 30 minutos en coche. Si detestamos las largas filas de más de una hora de algún parque de la costa de Tarragona, descubriremos que en los parques alemanes no se guardará una espera de más de 20 ó 30 minutos. Además, los espectáculos que ofrece son increíbles.
Podemos buscar un hotel cercano al parque donde descansar después de un ajetreado día.
Por lo general, los hoteles en Alemania no son caros, rondando los 70 u 80 euros por habitación doble, a excepción de algunas zonas, como la del Lago Constanza, donde la tarifa puede duplicarse.
A grandes rasgos, los precios de comida, ocio y servicios son muy parecidos a los de España o un poco superiores.
Al día siguiente, de camino a Frankfurt, haremos un alto para visitar el castillo de Eltz. Un palacio del siglo XII que, a día de hoy, sigue perteneciendo a la misma familia.
Ya en Frankfurt, podremos pasar el resto de la jornada conociendo esta interesante urbe. La subida a lo alto de la Maintower nos ofrecerá una vista panorámica de toda la ciudad. El edificio de la ópera es muy bello de observar y, si la caminata nos cansa, podremos sentarnos a reposar en una de las terrazas de la plaza del ayuntamiento donde, a parte de servir unos deliciosos helados, suele haber algún músico tocando.
Despertaremos en Frankfurt, pasada la noche, y nos prepararemos para un largo viaje hasta Baden-Baden, ciudad famosa por sus balnearios. Si el precio de sus hoteles nos parece elevado, podremos alojarnos en algún poblado cercano. El paseo por sus parques y por la ribera del río nos acercará a la naturaleza de la selva negra. En el trayecto a Baden-Baden podemos hacer una parada en Heildelberg y descubrir su gran castillo de origen medieval.
La cercanía de la frontera con Francia nos permite, en otra jornada automovilística, visitar Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, con una hermosa catedral en su casco antiguo y, algo más al sur, la ciudad de Colmar. En la preciosa Colmar creeremos habernos adentrado en uno de los cuentos de los hermanos Grimm. Sus fachadas coloreadas parecen de golosina. Una visita imprescindible.
Volviendo a Alemania, tomaremos un hotel cercano al evento del día siguiente: Europa Park. Un gran parque temático lleno de atracciones inspiradas en los diferentes países de Europa. Suiza, Italia, Reino Unido, Grecia, incluso España tiene su zona (algo cargada de topicazos).
Continuaremos al día siguiente hasta el Lago Constanza, donde las vistas son increíbles. El reflejo del sol en sus cristalinas aguas son una visión para recordar. Cómo ya hemos dicho, el precio del hotel de esta noche puede subir bastante, pero la ruta sin parar a descansar sería excesiva.
Finalmente, viajaremos hasta Múnich, no sin antes pasar por el castillo del Rey Loco (Neuschwanstein). Un fabuloso palacio en el que se inspiró Walt Disney para la creación del castillo de La Bella Durmiente. Es muy recomendable (por no decir imprescindible) llevar las entradas ya reservadas. Las visitas son guiadas y, si acudimos sin reserva, podemos encontrar una fila interminable para que nos den cita varias horas después. Lo mejor es, aun con reserva, llegar pronto, retirar los tickets y dar un paseo por la orilla de su hermoso lago. Los restaurantes de alrededor dan buena comida bávara sin pasarse con el precio. Podremos acceder a dos castillos, uno más sobrio (Hohenschwangau) y otro de fantasía (Neuschwanstein). Existe un mirador (no exento de guardar una buena fila) en el que podremos hacer la típica fotografía del paisaje. En su interior, el castillo es increíblemente bonito y, las historias que cuenta el guía son interesantísimas.
Al llegar a Múnich, nos tomaremos nuestro tiempo en conocer el típico casco antiguo pero, si nos interesa la historia, podemos visitar a pocos kilómetros el campo de concentración de Dachau. Ya sea con guía o con audioguía, despejad 3 ó 4 horas para explorarlo. Una verdadera joya donde se vivió un auténtico horror.
Ya mentalizaros en la vuelta, podremos devolver el coche en el aeropuerto de Múnich (siguiendo fácilmente los carteles indicativos) y volver a nuestra casa con el buen sabor de boca de haber hecho un viaje inolvidable.
Imperator Caesar Cerverius