Concejal, Diputada Autonómica, Senadora, Presidenta de la Comunidad de Madrid, Presidenta del Senado, Ministra de Educación y Cultura, condesa consorte, Grande de España... Lo ha sido todo. Bueno, casi todo. Le faltó lo que más deseaba y que, de haber sido un poco diferentes las cosas, quizá lo hubiese logrado: Presidenta del Gobierno.
Esperanza Aguirre es una persona que ha ido siempre de menos a más. Siempre en el candelero, siempre dejando que su alargada sombra pusiese nerviosos a sus rivales (aunque fueran de su propio partido).
Proveniente del pequeño grupo político Unión Liberal (que pasó a ser Partido Liberal y, posteriormente, incluyéndose en Alianza Popular), Aguirre se empezó a dar a conocer cuando llegó al ministerio de Educación y Cultura de la mano de José María Aznar. Los reportajes que le dedicó Pablo Carbonell desde el programa "Caiga Quien Caiga", y que le hacían quedar como tonta, le sirvieron para alcanzar una popularidad con la cual demostraría que de tonta no tenía ni un pelo.
Su vida política siempre ha estado plagada de frases lapidarias. Así nos llegaron joyas como que le costaba llegar a fin de mes tras dejar su sueldo de Presidenta del Senado, que su enemigo en el partido, Alberto Ruiz Gallardón, era un "hijo de puta" y calladito estaba más guapo o que ella misma destapó la trama Gürtel.
Cuando ha querido tomarse la justicia por su mano, lo ha hecho, ya fuese huyendo de la policía local (volcando una moto del cuerpo) o aprovechándose de dos tránsfugas socialistas para alcanzar la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Las malas lenguas dicen que, tras la segunda derrota de Mariano Rajoy frente a José Luís Rodríguez Zapatero, el popular pensó en dimitir. Las cenizas del partido no habrían sido recogidas sino por la lideresa que, tras el varapalo socialista, podría haber llegado a La Moncloa. Pero el gallego no se fue y la condesa no optó al puesto.
Esperanza siempre ha sido una dama de hierro que le ha gustado compararse con Margaret Thatcher, pero no le ha importado meterse en la piel de una "sexagenaria" para salir indemne de sus tropelías. Su último recurso para seguir viva políticamente fue postularse a alcaldesa de la capital, cargo que le arrebató la septuagenaria Manuela Carmena.
Pero, aunque salga a la luz ahora, Aguirre ya estaba hundida en el fango desde mucho antes. Las implicaciones en asuntos de corrupción de varios de sus colaboradores le tuvieron con el agua al cuello, y el ingreso en prisión de su máximo hombre de confianza, Ignacio González, han provocado el jaque a la reina que ha acabado con su dimisión.
No obstante, esta Grande de España no lo es sólo en el ámbito nobiliario, sino en su habilidad política. Con ésta ya van tres las veces que presenta su dimisión. ¿Quién, de entre todos nosotros, sería capaz de poner la mano en el fuego y asegurar que este ave fénix no resucitará de sus cenizas? Yo, desde luego, no.
Imperator Caesar Cerverius