miércoles, 24 de mayo de 2017

LA VENGANZA DE LAS BASES


Érase una vez un líder político cuyas ideas no gustaban a sus compañeros. Este líder no era uno cualquiera, sino el primero que había alcanzado su puesto por elección directa de los militantes. Él creía en la nueva política, en consultar a las bases y en impedir los gobiernos corruptos de derechas. Pero un buen día, los que le ayudaron a llegar al poder creyeron que, por el hecho de haberle ayudado, tenían derecho a tutelarle y marcarle los pasos a seguir. Estos "compañeros" no compartían la renovación buscada por el líder. Ellos eran más de seguir como los últimos 140 años: familias políticas, endogamia y gobierno de unos pocos. La máxima representante de esta corriente era una joven sevillana que había llegado a dirigir una comunidad autónoma. Como era aclamada en su región, creyó que el resto del país se contagiaría y la entronizarían. Ella era la favorita de las élites. Como representante de las viejas políticas, empresarios y medios de comunicación la preferían, pues con ella estaba asegurada la continuidad de sus privilegios.
La líder andaluza empezó a acosar más y más al secretario general hasta que por fin le hizo caer. Todo salía a pedir de boca.
Una gestora se encargaría de la dirección del partido hasta que se convocase un congreso y unas primarias para ocupar el cargo vacante. Pero esta gestora no era independiente, sino que estaba plagada de afines a la sureña. De esta forma se controlaron los tiempos y se forjaron las condiciones que más favorecían a la líder en la sombra.
Pero el antiguo secretario general caído volvió de su destierro y prometió plantar batalla. Empezó a acudir a actos y a recaudar dinero para su campaña. Sus adversarios, desconectados de la realidad, le subestimaron y creyeron que haría el ridículo, pues ellos planeaban un desfile militar para la andaluza. Pero las bases, que se sentían traicionadas porque la gestora había regalado el gobierno de la nación a la derecha corrupta, se entregaron fielmente al ex-dirigente.
Llegaron las primarias y la aspirante salió derrotada. Su cara, y la de sus allegados, era una mezcla de tristeza e incredulidad. Como si no supiesen qué había ocurrido.
Dirigentes territoriales, diputados, senadores, incluso ex-presidentes del gobierno que abandonaron su imagen de figura neutral para apostar por la andaluza, han quedado expuestos por la agresividad mostrada durante la campaña contra el ganador.
En las manos del reelegido secretario general estará ser magnánimo, hacer borrón y cuenta nueva e integrar a todas las sensibilidades o sacar las guadañas y empezar a cortar cabezas. Lo primero significaría hilvanar la aguja destinada a coser los desgarrados retales del partido. Lo segundo, verter más sangre a una ya excesivamente desangrada organización. Lo uno o lo otro se resolverá en el próximo relato.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Imperator Caesar Cerverius

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