martes, 9 de febrero de 2016

CON CARA DE POKER


Hay una palabra que, últimamente, se está utilizando mucho dentro del juego de pactos en el que estamos inmersos: Tacticismo. Se define como ‘Método que intenta el logro de un objetivo a través del uso de disposiciones planeadas a conciencia’. Peyorativamente, se refiere a planificar maquiavelicamente los movimientos políticos en la búsqueda del beneficio.
Como en una partida de poker, una vez repartidas las cartas, tienes que asumir la estrategia que vas a desempeñar. Si eres buen jugador, puede que ganes la partida aún sin tener la mejor mano.
El pasado 20 de diciembre, cada líder político recibió unos naipes y ahora toca sacarles el mejor partido.
Mariano Rajoy, con una jugada ganadora, ha decidido pasar. Él cree acertar esperando una nueva ronda, pero el resto de jugadores le dan por muerto.
Albert Rivera, sin tener jugada alguna, está intentando convencer al resto para que cuenten con él y le dejen seguir jugando. Todo lo que saque en limpio, será una ganancia para él.
Pablo Iglesias, con buena mano, pero no la mejor, juega lanzando órdagos. Presionando a Sánchez y adelantándose a sus movimientos. Así lo hizo tras las elecciones, saliendo inmediatamente a proponer un pacto de izquierdas; ofreciéndose como vicepresidente y nombrando ministros cuando Sánchez aún estaba reunido con el Jefe del Estado; y vetando cualquier negociación con el PSOE mientras éste siga en contacto con Ciudadanos. Es un juego agresivo, pero puede que el único que le permita ganar.
El líder socialista tiene la segunda mejor jugada de la mesa, pero se ve ganador. Con fingido desconcierto, está manejando perfectamente los plazos a su antojo. En menos de un mes, se enfrentará a la investidura. Si la consigue, sus problemas con el estado PSOE estarían resueltos. Nadie en su sano juicio le disputaría la secretaría general al presidente del gobierno. Si se le escapa, todavía contaría con dos meses para volver a intentarlo. La fecha sería elegida por el presidente del congreso, el socialista Patxi López, con lo que podría forzar el calendario hasta los últimos días. En tal caso, esa segunda sesión de investidura se solaparía con las primarias del Partido Socialista. La elección de Susana Díaz, de disputarle o no el liderazgo del partido, dependerá de las condiciones en que se encuentre Sánchez.
Por otro lado, aunque las encuestas adelantan un sorpasso de Podemos al PSOE en caso de repetición electoral, tampoco está todo el pescado vendido aún.
Si la investidura de Sánchez no se logra por una obcecación de Iglesias, el electorado podría castigar a Podemos. Y, de haber cambio de candidato en el PSOE, el votante de izquierdas podría decantarse por "la reina del sur", ese revulsivo que muchos socialistas creen que necesita el partido de la rosa. De modo que, quizá, Pablo Iglesias no debería perder la oportunidad del ahora por una (muy) supuesta mejora futura.
Así que, por mucho que se acusen unos y otros de tacticismo, nadie da puntada sin hilo. Todos miden muy bien sus movimientos. Y es que, como en el poker, hasta que todo el mundo no ha levantado sus cartas, no se sabe quién ha ganado.
Imperator Caesar Cerverius

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