martes, 5 de enero de 2016

LA TRAMPA DEL RATÓN


Érase una vez... una mujer que un día llevó un ratón a casa. Le dió de comer y animó a sus amigos a que también le alimentasen. Llegó el día en que el ratón se escapó de la jaula y quiso montárselo por su cuenta. Siguió viviendo en la casa, pero sin el control de la mujer. Se escabullía y, delante de las narices de la dueña, robaba comida y se regocijaba de ello. Se creía el amo. Llegó el momento en que la ama se hartó y puso una trampa. El ratón se abalanzó sobre el queso y ese fue su fin.
Esta historieta tiene su equivalente en la situación del PSOE de los últimos tiempos. La todopoderosa Susana Díaz apoyó (desde la sombra) a un desconocido Pedro Sánchez como Secretario General, frente a un Eduardo Madina que se atrevió a reclamar la participación de todos los militantes en la elección (vaya un sacrilegio).
No obstante, la ama (si no del PSOE entero, sí de la federación más numerosa) sólo pretendía ganar tiempo para su propio encumbramiento, de modo que colocó a un títere en el puesto y esperó a que él mismo cayese por su propio peso.
Cuál fue la sorpresa cuando, a pesar de las meteduras de pata del nuevo líder, las elecciones se fueron sucediendo y él aguantó en su sitio. La inquilina del Palacio de San Telmo (sede del gobierno andaluz) tuvo que ir postergando sus planes de motín (y de mudanza a la calle Ferraz de Madrid).
Primero vinieron las elecciones municipales y autonómicas. Aún a pesar de la pérdida de votos que sufrió el Partido Socialista, los comicios trajeron la recuperación (gracias a los pactos) de buena parte de gobiernos autonómicos y municipales que estaban en posesión del Partido Popular.
Luego llegaron las elecciones catalanas. El candidato socialista, Miquel Iceta, consiguió aguantar el embiste y, aún perdiendo representación, no fue para nada la debacle esperada. La sorpresa (a la baja) de Catalunya Si Que Es Pot (la coalición por la que se presentaba Podemos) hizo que el PSC se quedase como la tercera fuerza del Parlament.
Finalmente, terminaron celebrándose las generales. Terceras elecciones de 2015 y la prueba de fuego para el tambaleante secretario general. Una vez más, los votantes restaron apoyo al PSOE pero le dejaron al alcance (con una difícil carambola de pactos) de La Moncloa.
La presidenta andaluza salió rápidamente al ruedo para recomendar a Sánchez  que se quedara en la oposición y dejase gobernar al PP. Por supuesto, lo que no dijo es que en el siguiente Congreso Federal de los socialistas podía ir dejando su despacho vacío. Nadie en el PSOE imagina que Sánchez siga al mando sin obtener la presidencia del gobierno de la nación.
Ante la sugerencia de su antaño aliada, Pedro Sánchez optó por ignorarla y anunciar que buscaría ese pacto que le permitiese la investidura. Desde luego, el primero al que tenía que convencer es a Pablo Iglesias que, antes de que se pronunciase el líder socialista, ya estaba soñando con un nuevo periodo de izquierdas en España y un referéndum para Cataluña que solucionase el conflicto.
La "reina del sur" y su corte de barones autonómicos se pusieron a trabajar rápidamente en la manera de que ese pacto se hiciese imposible y convocar cuanto antes el Congreso Federal que pusiese fin a la etapa sanchista.
Tras un comité federal (máximo órgano del partido entre congresos) a cara de perro, los susanistas consiguieron poner la trampa que dará al traste con las aspiraciones de coalición: El PSOE no se sentarán a negociar con Podemos mientras la propuesta de referéndum no se retire. Y es que, si bien la formación morada podría haber rebajado sus exigencias en el asunto catalán a cambio de otros avances en dicha materia durante la negociación, claudicar de esa manera previamente a los contactos no es asumible por dos razones: una es que un partido nuevo como Podemos no se puede dejar mangonear desde fuera y tan públicamente. Y la otra es que los resultados obtenidos en Cataluña, donde Podemos fue primera fuerza, impide que los de Iglesias renuncien, de buenas a primeras, a un plebiscito del que han hecho bandera durante la campaña en esa región.
De forma que, ya sea temprano, sin la formación de ningún gobierno, o más tarde, tras una breve legislatura del PP, parece que la sombra de unas nuevas elecciones no va a desaparecer.

Imperator Caesar Cerverius


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