lunes, 11 de enero de 2016

ACUERDO A LA RUSA


Hace unos años, el presidente ruso, Vladimir Putin, encontró la forma de burlar la constitución soviética y perpetuarse en el poder. La carta magna impide ser elegido presidente por tercera vez consecutiva, así que Putin se las apañó para promocionar a su delfín, Dmitri Medvédev, para el puesto y reservarse para él mismo el cargo de primer ministro. Un intercambio de sillones que se restituyó cuatro años después.
Hoy, Cataluña hace un brindis al sol, en su búsqueda de la independencia. Brindis que el president Mas quiso hacer con vodka. El ya ex-president se las ha apañado para torear los impedimentos que, en este caso, planteaba sus necesarios socios de investidura, la CUP.
Durante meses hemos visto un tira y afloja entre la formación mayoritaria en el parlament (los independentistas de Junts Pel Si) y los anticapitalistas de la CUP (grupo con menor representación de la cámara).
La única misiva que han repetido los de Antonio Baños ha sido que no iban a investir a Mas como president. Tras varias asambleas, en las que la militancia ratificó esa negativa, todo parecía abocado a unas nuevas elecciones. Pero en el último momento, cuando sólo quedaba un día para agotar el plazo oficial para la elección del cargo, hubo acuerdo. Y es que no hay nada como encontrarse entre la espada y la pared. La espada, aportada por los anticapitalistas; la pared, mantenida por un Oriol Junqueras que no veía con muy buenos ojos la reedición de Junts Pel Si en una hipotética repetición de elecciones (o, al menos, en los mismos términos que las pasadas. O sea, con Mas como president).
De esta forma, ante la perspectiva de derrota y fraccionamiento, el molt honorable se acordó de su homólogo ruso (salvando las distancias). Y es que Moscú ya puede estar a 3.600 kilómetros de Barcelona, que la política es igualmente corrompible en todos los sitios. Tras asumir Artur Mas que no sería president, quiso reservarse para sí el puesto de conseller en cap, un cargo de naturaleza catalana (literalmente, "consejero en jefe") que viene a ser algo así como un primer ministro. Eso le permitiría seguir en un puesto privilegiado del nuevo gobierno y tirar de los hilos a su antojo.
Menos de 24 horas tras el anuncio de esa noticia, salió Mas a dar una rueda de prensa en la que anunció que renunciaba a cualquier cargo (excepto el de diputado del Parlament).
No se sabe qué ocurrió en ese periodo para un cambio de tal envergadura. Quizá la CUP amenazó con tirar por tierra el acuerdo si el ex-president no se retiraba completamente de la primera línea. Puede que Oriol Junqueras presionase para ser él el hombre fuerte del nuevo Govern (lo será en el puesto de Vicepresidente Económico). O tal vez, Artur Mas tuvo un momento de lucidez y pensó que, tras ser el Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya, cualquier otro cargo se le quedaba corto.
Sea como fuere, Mas da "un paso a un lado" para salvar el escollo de la investidura. Dentro de 18 meses (tiempo establecido para la "desconexión con España" y que haya nuevos comicios) ya será otra historia. Entonces podrá elegir presentarse o no.
Tal y como pinta la cosa se podría pensar que los de la CUP han logrado un gran éxito. Nada más lejos de la realidad. Este acuerdo les pasará factura. El pacto no ha sido ratificado por la militancia. Además, los anticapitalistas tienen el compromiso de no votar, junto a otros grupos, iniciativas que puedan "entorpecer" el proceso. Por último, dos diputados de la formación se integrarán en la dinámica de Junts Pel Si y votarán en el sentido que el grupo determine. Incluso, si resulta necesario, la CUP plantea renovar parte de sus representantes más "incómodos" para la coalición.
Así es como Convergencia logra la mayoría parlamentaria necesaria para su experimento independentista. Ellos mantienen el poder poniendo a un afín en el puesto de president, que será el que se lleve los palos de la imagen pública y mantendrá el sillón caliente para una eventual vuelta de Artur Mas.
El tiempo dirá si Carles Puigdemont, hasta ahora Alcalde de Girona, es un presidente títere o consigue imponer en el gobierno su propio carácter.

Imperator Caesar Cerverius

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