lunes, 8 de febrero de 2016

“Point de Vue”

"Point de vue", Nicéphore Niépce (1826)
“Point de Vue” es el título que Nicéphore Niépce  (1765-1833) le otorgó a la que oficialmente se conoce como la primera fotografía o heliografía* de la historia. Se tomó sobre una placa de estaño, tras ocho horas de exposición y se trata de una fotografía de paisaje en la que podemos observar las vistas desde su ventana en Le Gras. Para la realización de esta fotografía no solo hicieron falta esas ocho horas de exposición, sino incontables horas previas de estudios y experimentación con muchísimos intentos fallidos y otros no tan fallidos, basados en investigaciones y experimentación tanto propia como de otros científicos, artistas, pensadores  e investigadores.
Lo que hace realmente importante a “Point de Vue” es que se trata de la primera imagen que reproduce la realidad de manera fija, es decir, imperecedera.
Para remontarnos a los orígenes reales de la fotografía deberíamos retroceder prácticamente hasta tiempos de Aristóteles (384-322 a.C.) ya por entonces eran conocido que si en una habitación cerrada y oscura dejamos que a través de un pequeño orificio o rendija pase la luz, en la pared opuesta obtendremos una imagen invertida del exterior. En base a este concepto surgen las primeras cámaras oscuras ya de un tamaño más reducido y manejable, cuya finalidad era la de ayudar a los artistas a captar la realidad en sus cuadros. Leonardo Da Vinci durante el Renacimiento nos ofrece una descripción de esta invención y de su utilidad. Tal fue su relevancia que podemos encontrar referencias a este artilugio en numerosas publicaciones, documentales, y cine, como es el caso de la película “La joven de la Perla” donde encontramos una escena dedicada al uso de la cámara oscura y su funcionamiento.
http://mm.queaprendemoshoy.com/wp-content/uploads/2012/10/cam.jpgModelo de cámara oscura del siglo XVIII.
En 1725  el alemán Johan Heinrich Schulze (1687-1744) descubre la sensibilidad de las sales de plata que expuestas a la luz tenían como repuesta un ennegrecimiento de las áreas donde la luz incidía. Pero es el ginebrino Jean Sénebier (1742-1809), quien retomando los estudios de Schulze establece una escala sensitométrica en la cual se reflejan las variaciones del ennegrecimiento de las sales de plata según la luz a la que se ven expuestas. En base a todos estos conocimientos los británicos Thomas Wedgwood (1771-1805) y Humphry Davy (1778-1829) experimentaron con cloruro y nitrato de plata hasta obtener imágenes (siluetas, perfiles humanos, e incluso la reproducción de cuadros) en papel recubierto de cloruro de plata. Estas imágenes resultaban efímeras ya que al extraer el soporte de la cámara oscura y en contacto de nuevo con la luz, la reacción química seguía su proceso hasta hacerlas desaparecer debido al ennegrecimiento total del papel.

Es este hecho, el carácter efímero de estas imágenes lo que marcará el objeto de estudio y obsesión del francés Nicéphore Niépce, quien dedicó todos sus esfuerzos en interrumpir este proceso y obtener así una imagen imperecedera. En 1816, siguiendo los estudios de Wedwood y Davy, experimenta con idénticos resultados sobre papeles emulsionados en sales de plata, obtiene unos primeros negativos o “retines” que en contacto con la luz se ennegrecían por completo. Decide entonces investigar los posibles efectos que la luz tendría sobre los ácidos, y lo que en apariencia fue un fracaso, supuso en realidad la llave hacia una nueva línea de investigación. Niépce opta entonces investigar sobre todas aquellas sustancias que al interaccionar con la luz se ven alteradas aunque dicha alteración no sea visible inmediatamente. En 1817, le llama poderosamente la atención la resina de Gaiac, que en contacto con la luz se vuelve indisoluble en alcohol además de cambiar de coloración, pero no es hasta 1819 cuando centra sus estudios en el betún de Judea. Esta resina con la acción de la luz se vuelve insoluble en los solventes más habituales, y en 1822 logra la reproducción de dibujos puestos en contacto con soportes emulsionados con este betún (la invención del técnica del fotograbado). Es a partir de 1824 cuando utiliza betún de Judea sobre soportes colocados en el fondo de una cámara oscura y…  ET VOILÀ! ¡Obtiene por primera vez en la historia la imagen imperecedera de un paisaje!
Niépce bautiza esta técnica como Heliografía para su realización son necesarios tiempos de exposición extremadamente largos, y como soporte utiliza piedras litográficas, hacia 1825  las sustituye  por el cobre, finalmente en 1826 introduce el estaño.  Y sobre este material es captada “Point de Vue” la primera y más antigua “heliografía” conservada de la historia.
“Point de Vue” no solo es importante en términos cronológicos o históricos, para que fuera posible su toma fueron necesarios muchísimos años de estudio, trabajo y experimentación, en diferentes ámbitos, bajo prismas variados, por ello representa algunos de los rasgos humanos que más nos caracterizan: la curiosidad, la tenacidad, el ímpetu y la imaginación. Hace posible lo imposible, y sobre todo otorga a la fotografía una de sus mayores virtudes, nos permite viajar en el tiempo, capturando un instante, transformando lo efímero en imperecedero, “Point de Vue” nos permite imaginar a Niépce observando ese mismo paisaje desde su ventana hace 190 años.
-Lady Soviet Sniper-

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