Hace dos días se hacía eco la prensa de una nueva noticia de maltrato animal en nuestro país, esta vez se trataba de un video difundido por “WhatsApp”, en el se mostraba como un individuo ( no merece otro tipo de tratamiento) se lanzaba brutalmente encima de un montón de lechones como si de un combate de pressing catch se tratara, aplastandolos brutalmente contra el suelo, partiendo y dislocando huesos, articulaciones, perforando, aplastando y desgarrando órganos vitales, para deleite de él mismo y de su compañero que a carcajada limpia graba todo lo que allí está sucediendo, ambos disfrutando con el sufrimiento de estos pobres animales aterrados que desesperados buscan una salida hacia algún lugar, corriendo de un lado al otro presas del pánico ante tan brutal situación, el habitáculo era pequeño y estrecho, con poca luz, y esa salida ansiada no apareció por ninguna parte.
Mi primera reacción al ser testigo de esta brutalidad, es de rabia, indignación, enfado, incredulidad, y sobretodo mucho dolor. En mi mente desearía que estos individuos sufrieran un castigo físico semejante o peor al que ellos infligieron a estos pobres animales, además de un castigo penal acorde a los hechos: asesinato. Lo segundo es intentar comprender lo injustificable, rápidamente desisto, es imposible, pero no lo puedo evitar sigo buscando una razón, mi mente racional lo necesita ¿Qué les han enseñado a estas personas? ¿Qué clase de educación habrán recibido? ¿En qué clase de familia han crecido? ¿Qué valores han recibido?, todas son preguntas sin respuesta, nunca lo sabré y pensándolo fríamente todas estas posibles circunstancias no son suficientes para una justificación, no siempre estas acciones responden a experiencias previas, a una familia desestructurada, o una infancia desgraciada, en muchos casos las familias son perfectamente normales, y han sido criados con amor y cariño, incluso sobreprotegidos, cabe la posibilidad que hayan tenido animales en casa y se les haya intentando inculcar el respeto, amor y cuidado hacia los seres vivos. Son dos jóvenes de 19 y 22 años, han ido a la escuela, y aunque la familia fallara, ¿también habrá fallado el sistema educativo?, ¿no tuvieron profesores que les enseñaran a amar y respetar la naturaleza?, seguramente así fue, me niego a pensar de otro modo en pleno S.XXI. Como todo niño seguro que cursaron la asignatura de Conocimiento del Medio, o, Naturales, es esa asignatura en la que aprendemos a conocer y comprender el medio que nos rodea, y allí es donde se estudian los animales, desde un punto de vista tanto ecológico y ético como desde un punto de vista científico, seguramente les explicaron que el cerdo es un mamífero, y como tal su anatomía es muy similar a la del ser humano, los cerdos como los humanos tienen un sistema locomotor compuesto por el esqueleto y el sistema muscular, también como los humanos tienen órganos internos que componen diferentes sistemas como el digestivo, el respiratorio o el circulatorio entre otros, y todos ellos regidos en gran medida por un sistema nervioso que es el encargado de recibir y enviar los estímulos y respuestas para el pleno rendimiento del organismo, es decir, reciben información del exterior, la interpreta y envía la respuesta pertinente a dicho estímulo ( ya perdonareis esta breve explicación pero entiendo innecesario ahondar en explicaciones más rigurosas), es decir el cerdo como el humano siente todo aquello que les sucede a ellos y a su alrededor. Imaginemos pues a estos pobre animales víctimas de esta atrocidad, siendo aplastados vivos, sintiendo el dolor infligido por el peso de este individuo cayendo sobre ellos, estímulo-respuesta, dolor-pánico, sufrimiento, desesperación. Esto nos demuestra que teniendo unas nociones básicas de anatomía como las que acabo de exponer, estos individuos tenían la suficiente información para entender plenamente los que estaban haciendo y les dio completamente igual, al contrario por las carcajadas y el placer que refleja su cara disfrutaron con esta tortura. La conclusión a esta primera reflexión es difusa , como la luz que entraba en aquel pequeño habitáculo, pudieron fallar o no los factores familiares y educativos en este caso, y claramente cabe analizarlo en mayor profundidad, especialmente en cuanto a los valores éticos y morales que les enseñamos a los niños en España, posiblemente es insuficiente y queda muchísimo camino por recorrer como lo evidencian todos los casos de maltrato animal a los que nos enfrentamos diariamente, y todas las fiestas y tradiciones que incluyen actos con animales que a capa y espada defienden algunos, por ello es tan vital e importante contar con una educación pública de calidad y con los medios suficientes para abordar estos temas, pero hoy no es el análisis que deseo hacer, hoy aun sigo intentando comprender.
Mi mente seguía sin dar crédito así que automáticamente busqué aún más respuestas, una de las palabras que pronuncié al ver las imágenes fue “inhumano”, ¿es este acto realmente inhumano? Me costaba , y me sigue costando hoy tras dos días de reflexión imaginar a un animal ejerciendo dolor por placer, y la verdad no es que solo me cueste imaginarlo, es algo que simplemente no sucede. El reino animal (del que al parecer nos excluimos a nosotros mismos hace tiempo) se rige por otras leyes, la primera y principal, la supervivencia. La supervivencia lo mueve todo, el depredador caza a su presa porque es necesario para alimentarse y sobrevivir, no mata por diversión, mata por necesidad y sólo toma aquello que necesita. También hay disputas por territorialidad, es decir, por conservar una zona de control en la cual obtienen los recursos para la vida, de nuevo la supervivencia marca el camino. Otra de las principales razones por las que un animal mata y quizás también una de las más primitivas e instintivas, la procreación y por lo tanto asegurar la descendencia, y con ella la supervivencia de la especie. Así que intenté pensar en algo más superfluo recordé la típica escena de documental, de unos cachorros de león que empiezan a explorar el mundo y “juegan” con algún pobre animalillo que se han topado, ahí lo tengo, ¿eso es placer? No, no lo es, si bien es cierto que los cachorros se entretienen con ello, esto no deja de ser parte del proceso de aprendizaje que deberán completar para poder llegar a ser adultos (la mayoría no lo consiguen), es la manera en la que empiezan a relacionarse con su medio y a cazar. Podría seguir buscando más y más ejemplos y podríamos debatir y llegar al fondo del asunto pero puedo asegurar que siempre llegaríamos a la misma conclusión final: supervivencia, supervivencia, supervivencia. ¿Estos individuos necesitaban torturar a los lechones para alimentarse? No. ¿Territorialidad? No. ¿Procreación y descendencia? No ¿Aprendizaje para la supervivencia? No. Al parecer la supervivencia no tuvo absolutamente nada que ver para que estos individuos torturaran a los lechones, simplemente lo hicieron por diversión porque de un modo u otro les reportaba algún placer.
Quizás precisamente aquello que nos hace humanos sea la capacidad que tenemos como especie de realizar acciones que hemos categorizado como “inhumanas” pero que tristemente no responden a ninguna ley natural ni de supervivencia, y solo realizamos nosotros: los humanos. Aquello que nos hace humanos no es otra cosa que nuestra propia “inhumanidad”.
Lady Soviet Sniper.
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