lunes, 10 de julio de 2017

UNA PUERTA AL ABISMO


Por 13 razones es una serie de televisión que trata la historia de una chica que, antes de suicidarse, graba en unas cintas de cassette las causas por las que ha decidido quitarse la vida. La serie de Netflix es un producto de extrema calidad con una gran interpretación de los actores, una fantástica banda sonora y un guión desgarrador que te rompe el alma capítulo a capítulo.
Pero éste no es un artículo sobre esta ficción televisiva, aunque no pueda dejar pasar la oportunidad de recomendársela. Éste es un artículo sobre esas razones que pueden llevar hasta el límite a una persona.
Hanna Baker, la protagonista de la serie, es una adolescente que sufre acoso escolar y que tiene que lidiar con otros problemas típicos de esa etapa de juventud. En el mundo real, cada persona, ya sea joven o vieja, tiene sus propios problemas. Algunos más livianos, otros más graves. Algunas de esas personas están rodeadas de gente que les quiere y cuenta con su apoyo. Otras, están solas frente a las adversidades. Hay un tercer tipo, las que, aun teniendo a gente a su alrededor, se sienten que están solas y abandonadas a su suerte. Esas personas son,quizá, las más incomprendidas.
Cualquiera de la gente de estas tres clases suelen lanzar llamadas de socorro, más o menos claras pero, los que estamos alrededor, no siempre acudimos en su ayuda.
La sociedad en la que vivimos nos ha insensibilizado. El individuo cada vez mira más hacia dentro de sí mismo. Le cuesta abrirse si no es a través de una pantalla y una conexión de banda ancha. La violencia televisiva nos ha vuelto impermeables al dolor ajeno. Nos es más fácil apartar la mirada y fingir que no nos incumbre que implicarnos y vernos envueltos en una situación comprometida. Hemos perdido parte de ese humanismo que nos permitía empatizar con otros miembros de nuestra especie.
Pero hay personas que, en su soledad y desesperación, necesitan ese apoyo. Algo tan sencillo como una sonrisa, una cara amiga o una mano en el hombro.
Lo que siempre se ha conocido como "ser buen cristiano" no es sino tener un poco de civismo y humanidad.
Yo tengo una teoría, a la que llamo "justicia universal". Consiste en que tú, al hacer el bien a alguien, hará que al que se lo hagas continúe con otros y termine volviendo a ti, a través de terceros, redundando el tu beneficio. El bien conduce al bien.
Para nosotros, una simple palabra de apoyo puede significar una nimiedad pero, para el que lo necesita, es un mundo que se abre para seguir conectado a él.
Por eso os animo abráis los ojos, arriméis el hombro y deis ese pequeño apoyo a quien lo necesite. Quién sabe si estaréis salvando una vida.

Imperator Caesar Cerverius

sábado, 8 de julio de 2017

LA MODA DE LOS FELICES AÑOS 20


La Gran Guerra,  fue una época de cambios en la mujer  con su consiguiente reflejo en la moda, como ya vimos hace unos meses atrás. Esto era  algo ya imparable y aquellas que ya formaban parte activa del mundo exterior, más allá de sus roles de esposa  y madre, ya no lo abandonaron jamás. Ni el fin de la contienda, ni la vuelta de los hombres licenciados del servicio militar a sus trabajos, con los derivados despidos para las mujeres, supuso una vuelta atrás para nosotras.
Era el momento de lo que Reiko Koga ha denominado La nueva mujer.  Ésta realizaba estudios superiores ,  comenzaba a ejercer una profesión, disfrutaba de relaciones románticas sin vacilación y adquirió nuevas costumbres tales como: conducir coches, jugar al golf y tenis, hacer ejercicio y fumar en público.  Será la Novela de Víctor Margueritte (1922) La Garçonne, la que, mejor recoja interior y estéticamente la imagen de la nueva mujer,  a la que, todas querían aspirar.

El estilo cambia y la imagen femenina se masculiniza, el look por antonomasia será  andrógino, juvenil y esbelto, lo que se denominó estilo garçonne, veamos sus características principales:
El peinado cambia de forma radical. De los elaborados recogidos de las dos décadas anteriores, se pasa a melenas muy cortas y sueltas, adornadas con un ajustado sombrero campana o un turbante de seda o raso.
La indumentaria se simplifica, se rechaza el realce de busto y los vestidos son sueltos de cintura , además de mucho más cortos, las faldas ahora se estilarán hasta la rodilla. La ropa interior también se reduce, siendo tres, las prendas básicas: un sencillo brassier  y su calzón a juego, camisola y medias color carne. En especial en las zonas vacaciones y recreo, hace su aparición el pantalón en el vestuario femenino.  La sencillez de los vestidos contrasta con la elaboración de los complementos, bordados con lentejuelas, boas de plumas, accesorios  y bisutería de marcado estilo art decó, que también tuvo su reflejo en la joyería. Los zapatos son cómodos, diseñados para bailar charlestón y jazz en los clubes nocturnos a los que ahora acuden con asiduidad las mujeres. Los tacones no son muy altos y  sujetan el empeine con pulseras tobilleras, cinta Mary Jane, hebillas o sujeción en T.

El maquillaje se centrará en dar fuerza a la  mirada y  destacar la boca: Las cejas extremadamente depiladas hasta convertirse en una simple línea y los ojos demarcados con köhl negro, para darles profundidad. El maquillaje de polvos blancos cubre la tez y el colorete realza los pómulos. El look queda coronado por los labios  color carmín.

Fotografía de la actriz Clara Bow,
clara representante de la moda de los años 20.

Será en estos años y como consecuencia de las nuevas costumbres, que aparecerá una nueva prenda, la ropa deportiva. Los nuevos trajes de tenis, como los que luce la tenista francesa, Suzanne Lenglen, causan sensación. Así  como, el provocador  traje de baño, moda exclusiva de zonas de playa.


La alta costura vendrá de la mano de Paquín y Callot Soeurs, dos casas consolidadas y la aparición de nuevos diseñadores como Jean Patou, Edward Molyneux o Lucien Lelong. Serán, sin embargo, dos mujeres las que marcaron el cambio: Gabrielle "Coco" Chanel y Madeleine Vionnet. La primera creó una nueva ética en el vestir, proponiendo un estilo, en palabras de Reiko Koga "para aquellas mujeres que estaban dispuestas a vivir su propia vida de forma activa" y Vionnet inventó un amplio espectro de diseños, como pudieron ser el corte al bies, el godet, el escote halter o el corte circular.
La moda en los años 20 se verá más que nunca influenciada por los diferentes movimientos artísticos que componen las vanguardias, en especial surrealismo, futurismo y art decó. Diseñadores y  formaban equipos para encontrar nuevas fuentes de inspiración, ya que estos movimientos proponían: "que todo el entorno de la persona, incluyendo la indumentaria, debería estar en armonía, como una única manifestación artística" (Reiko Koga). Sin embargo, con el crack del 29, todo este esplendor se vio emborronado, los principales clientes de la alta costura, perdieron sus bienes y fortunas, y  aquellos que sobrevivieron a la Gran Depresión, en especial las clases medias, optaron por la confección casera. Poniendo fin a la moda que había deslumbrado a las altas clases sociales y a la sociedad en general durante toda una década.


Bibliografía
FUKAI A.,  MODA. Una historia de la moda del siglo XX. La colección de Instituto de la Indumentaria de Kioto. Taschen, 2002.